Retrato de una costumbre
Publicado en Jul 16, 2015
Retrato de una costumbre
En mí, una pequeña vida sonaba discreta, informulada; casi inaudible. Mezclándome en el escepticismo y la ignorancia únicamente, subsistía. Vivía en un pequeño mundo, sin horizonte, sin un lugar propio. Demorado en los límites del vagabundeo, abandonado al azar, es decir; era un ser de espejismo olvidado. Tenía en la conciencia: un sueño incoherente y vago, casi sin motivo, con la energía neutra. En ese estado en la inocencia, los sentidos se repliegan y se calman, qué otra cosa queda: sin apuros, sin pretensiones. Por esto digo que, ciertos aspectos de lo que podía ser, permanecen escondidos, sepultados tras una nevisca brumosa, los colores animados del espíritu aparecen borroneados, desconocidos para uno mismo, ignorados de lo que podemos ser, con todas las funciones creativas suspendidas, en declive, hasta aquí llegué; el borde del absurdo. Lo juro. Nunca hubiera podido por mí mismo reducir distancia, de pura casualidad y a la rastra, casi obligado llegué a ese espacio virgen para mí. Siempre hay alguien que te empuja hacia la luz, semejante terremoto es provocado, por hábito en la incredulidad; yo, dudo de mi fuerza y del supuesto descubrimiento, ya que me resulta imposible imaginarme ese tremendo desplazamiento… a duras penas me imagino, escritor, pintor, escultor… ¿Será posible? no fue mérito personal hacerme estas preguntas. Soy un poco de todo aquello que me ha pasado. Un libro que de casualidad cayó en mis manos me involucra con este verbo que tanto me concierne. Una palabra llama a la otra y todas convocan amigarse con la pluma hasta encontrar ese ser ignorado por mí mismo. Volatilizado esa bruma incolora, es mérito personal la construcción del espíritu donde exhibe su diversidad, y se ponen en alerta máxima los sentidos. Abierto a la exploración contra ese fondo de inmovilidad general, sondeo el fondo de mi yo, puedo ver la fuerza que me impulsa, pero… aún así algunas veces dudo, especialmente cuando quiero escribir y no puedo (protestando digo: No se me cae una idea) otras veces como una tormenta corta, repentina, tan fuertes que en pocos minutos cae un aluvión de ideas, en el reverso de ese dorado sol; ese vacío. No puedo entender |el por qué de esos baches. Por lo general mi mano se levanta libre comenzado por comprender el presente infinito del verbo en la imagen forjada. Como decía un amigo: Aquí estoy yo y mis circunstancias.
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Enrique Gonzlez Matas
ENHORABUENA CON MI ABRAZO.
gonza pedro miguel