Cada estadio tiene su propia dirección en la cual sopla el viento; sus propios ruidos y hasta colores únicos para vestir su alegría. Sin importar el deporte, cada fanático pone en el grito de su victorear, sus más recónditos sentires. pues, lo que hace la diferencia, es el amor que todo un grupo pone en torno a su propia identidad. Es como si estuvieran,todos, atados al mismo hilo...a la misma esencia.
En eso estaban los más de diez mil fanáticos que se congregaron aquella tarde para abuchear o corear -según el caso- en aquel importante encuentro de pelota que decidiría quien lograría pasar a las finales de liga. Sin imaginarse que recibirían, sin buscarla, una de las mas extraordinaria leccion de vida.
El juego se había iniciado y seguido sin contratiempos. Uno por uno, los bateadores del equipo visitante, pasaron sin penas ni gloria por el plato. El primero al bate tan solo abanicó la brisa con el madero; el segundo anduvo dando
fouls hasta que una rolata por la segunda base, marcaría el final de sus "pesares".
El tercero al bate era un hombre algo fornido, pero muy lento en sus movimientos; se le dificultaba el paso, lucía timorato e indeciso...pero, era su turno y allí estaba, parado valientemente con su madero en las manos; Visiblemente nervioso, ya en el plato ante el primer lanzamiento hizo
swing, luciendo bastante "feo" por cierto... pero allí seguía, su mirada fija al montículo desde donde un espigado lanzador zurdo le enviaba, envueltas en fuego y hacia el montículo, diversas bolas que hacían diana en la mascota del receptor atravesando la zona de
strike. Fue un lanzamiento alto al que éste le tiró, sacando un folloncito que calló por los predios posteriores a la tercera base, alejándose hacia las graderías luego de picar en terreno bueno...se hizo imposible sacarlo de
out aunque, por cierto, este corría con bastante precariedad.
Lo que llamó más la atención fue su efusiva forma de celebrar aquel "extraño" hit que, sin mucho apuro, se podría calificar como una obra de la casualidad. Tanto fue su entusiasmo que comenzó a molestar al equipo local tanto entusiasmo. De ahí que empezaran a burlarse abiertamente del jugador que ocupaba la primera base. Las rechiflas provenientes de las graderías no se hicieron esperar; poco a poco el estadio completo era una sola expresión de burla en alusión al pobre hombre. Pero él solo respondía ondeando la gorra y, en ocasiones, con una leve caravana en dirección al publico que le abucheaba.
Alguien en el dogout local hacia referencia a lo patético de aquella celebración.Varios de sus compañeros sonrieron y asintieron socarronamente. En eso, repentinamente; una voz locutoril sonó a través de las bocinas internas del estadio; decía, en su alocucion, felicitar al corredor que pisaba la primera base debido a que, después de dos años luchando contra el cáncer, éste era su primer turno al bate...e inmediatamente se había anotado un hit.
El silencio fue absoluto, aquel jugador, mirando a las gradas, asentía sonreído. como diciendo:
▬¡Señores, ese es el motivo real de mi celebración!
Fue uno de los jugadores locales que, saliendo del
dogout, empezó con unos aplausos que pronto contagiaron a todo el estadio. Conmovía ver a los miles que estuvieron aquel día, en ese sitio, poner el corazón en cada sonrisa, en cada aplauso. Se vio lagrimas en algunos rostros...por cerca de cinco minutos, este hombre, recibió una ovasion que de seguro no olvidaría jamás.
Muchas veces es necesario ir más allá de lo simple para comprender a cavalidad la vida. Nadie sabia que aquel hombre no celebraba el débil batazo detrás de la tercera base, él celebraba - más que nada- el hecho de estar vivo y poder disfrutar apasionadamente de la actividad que tanto amaba: el béisbol.
Se podría decir que en aquella ocasión el no bateaba con las manos;sino que este valiente hombre había bateado con el alma. Y cuando se batea con el alma, casi siempre se batea de hit.
gonza pedro miguel
Maritza Talavera
Una historia conmovedora; los humanos tenemos ese defecto grande juzgar a primeras sin conocer a profundidad las circunstancias. Me gusto mucho, me sentí en en ese ambiente en la medida que leía.
Saludos
Mara Vallejo D.-
Excelente historia y con un final, Oh Dios!
Vida, que grande eres y que felicidad se siente, cuando se recupera.
Me encantó.
Abrazos
María