Mi papá-abuela, una mujer de piel obscura, con raíces de Kuntas y Bintas, tenía virtudes de curandera, heredadas por sus antepasados africanos. Cuando mis hermanos y yo caíamos enfermos ella nos curaba con medicina tradicional y herbolaria, ¨ medicina alternativa ¨ en estos tiempos de progreso y contaminación. En ocasiones, los recién nacidos tenían fiebre y los médicos no encontraban las causas de esa temperatura. Ella diagnosticaba que la criatura tenía el ¨ mal de ojo ¨: Fenómeno provocado por adultos que no tocan a los niños, por los cuales se tiene cierta atracción. La curación consistía, en pasar por algunos minutos, un huevo, albaca mezclada con agua de colonia en el cuerpo del niño enfermo, enseguida de romperse el huevo, aparecía en la yema una bolita negra parecida a un ojo. Como por arte de magia, después de cinco horas de haberse hecho esta operación, la fiebre desaparecía. Desde entonces cuando veo a un recién nacido y siento cierta atracción por él, tengo que tocarlo para evitar que se enferme con mis vibraciones de envidia por su belleza.
Muchas veces me espanto el sueño con sus historias de seres sobrenaturales. Nos hablaba de la Llorona, el Chaneque o la mujer sin cabeza. En las pesadillas yo me extinguía en pedazos, atrapado en un abismo rojo sin fondo donde me esperaba Satanás con sus grandes alas para atraparme en su lecho. Por fortuna, era despertado por mi mamá con movimientos bruscos protectores, quien se daba cuenta de mi sufrimiento por lo gritos de pánico escuchados por toda la casa. Mi papá le prohibía a mi abuela contarnos dichos cuentos, pero ella a pedido nuestro, volvía a narrarlos con la complicidad de una esquina en penumbras, cuando la grandeza del sol había desaparecido atrás de la inmensidad del Océano Pacifico.
En cuestiones de amor tenía dos técnicas de conseguirlo y olvidarlo. Para atraerlo, tenía un polvo a base de orejas de un burro negro, las cuales anteriormente eran tostadas y pulverizadas. La ceniza debería agregarse a la comida del hombre o mujer deseada para obtener su amor.
Para dejar de lado "la herida del amor" explicaba que se debería escuchar en exceso música tropical; ritmo alegre que hace levantar el ánimo perdido. Decía también al herido que debía dormir con todas las mujeres u hombres posibles; según el caso, hasta sentir la herida cerrada. Ella expresaba que esta lesión no deja cicatriz en el corazón, pues, sencillamente, se olvida. Tampoco se espantaba con ¨ los casos raros ¨, es decir, cuando un hombre quería olvidar a otra persona de su mismo sexo.
En aquellos tiempos no se hablaba abiertamente sobre cosas sexuales, pero su receta resultaba exitosa. También comentaba que una nación tiene su futuro en los niños y por ese motivo las mujeres son el pilar de ésta, es que ellas, sólo ellas pueden ser madres. Mostrando su blanca dentadura decía que las mujeres controlan a los hombres sin que ellos lo sepan. Se separó de su hombre con tres niños a cuestas. Creo que sin saberlo, ella fue la primera y hasta la fecha, la única feminista de su pueblo en los años cincuenta.
Maritza Talavera
Una historia hermosa llena de tradiciones, que bonito disfrutar de nuestros abuelos, cuando somos niños ellos se vuelven niños y saben escuchar con una dedicación especial.
Saludos
Federico Santa Maria Carrera
Saludos afectuosos, amigo.
Carlos Campos Serna
Mucha salud y saludos...
Federico Santa Maria Carrera
Mis afectos.