DESPUS DE LA PATERA 16
Publicado en Jul 24, 2015
Se lo preguntaré a María. Seguro que me dice quien es.
Mientras él piensa. Los demás ya hacen planes sobre la boda de la hermana de Carmen. Tú también vendrás María, ¿Yo? pregunta la muchacha más que extrañada. Ahora es Alfonso el que toma la palabra. No te preocupes en una boda nadie pregunta por nadie. Lo verán muy normal. Yo no puede ir protesta María. Si puedes ir y vas a ir. José y yo no podemos, esas cosas son para la gente joven. Pero tú si puedes e irás dice Alicia tajante. Lucía coge a María por un brazo. Será estupendo Mari, ya verás que es una gozada ir de boda. ¡Iremos de tiendas! Fernando se levanta. ¡Eh, que Javi y yo también queremos ir de tiendas! ¡Cuándo será eso? La boda será dentro de dos meses. Tenéis tiempo de sobra. ¡Estupendo! dice Fernando ilusionado. María y Lucía salen de la casa. Se sientan en el jardín, tienen muchas cosas de las que hablar y muchos planes que hacer. Bueno más bien los hace Lucía, María escucha como en las nubes. Recuerda que no tiene papeles y se lo comenta a su amiga. ¡Bah, no te preocupes! No siendo que te metas en líos nadie lo sabrá. En la ciudad hay montones de gente de color, algunos están legales; pero la mayoría no tienen documentación. El mayor problema de estar sin papeles es para encontrar un trabajo decente. ¡Además tu vas a ir bien escoltada! Ha mirado a María con picardía. Éstaa sonríe ella misma se lo ha contado todo a Lucía. Son buenas amigas y se tienen mucha confianza. Luego hablan de la boda. Verás que bien lo vamos a pasar. Nos compraremos vestidos, zapatos y todas esas cosas. Creo que te deberías cortar un poco el pelo, los cortes que se llevan ahora te favorecerán mucho, toca el cabello de María, lo tienes precioso. No lo tienes muy rizado, además tus facciones y tu color no son de pura raza negra, le dice Lucía. No, dice María, es que mi padre era blanco Estaba haciendo unas excavaciones arqueológicas. Se enamoro de mamá y se quedo allí. Se querían mucho. Murieron uno detrás del otro. Es como si no pudiesen vivir uno sin el otro. Es muy bonito. María pero muy triste. ¡Cambiemos de tema! Dice Lucía al ver los ojos e María llenos de lagrimas. ¿Sabes bailar? No. Debe de ser muy difícil. ¡Que no, yo te enseñaré! luego la mira con cara de picardía. Mi tío baila muy bien, y seguro que en la boda te sacará a bailar. Maria se queda pensativa. Después pregunta. ¿Cuándo iremos de compras? Yo tengo mucho dinero. Tu abuela me lo da. Todos los meses me lo trae en un sobre y tengo un montón de sobres en el armario. Estupendo celebra Lucía ¡Iremos la semana que viene! María no tiene ni idea de ir de compras pero está segura que su amiga sí. Siempre va tan guapa... José esta un poco intrigado. Ha notado algo raro en los ojos de Fernando. No sabe si serán cosas suyas y no dice nada, pero lo encuentra algo raro. Piensa. Se lo preguntaré a Javi o mejor su esposa. Alicia se habrá dado cuenta también, seguro. A lo mejor tiene novia. Pero le duran tan poco... Los padres y la hermana de Javi se van a la ciudad. La semana que viene, Javi, María y Fernando se reunirán con ellos. María es feliz, no pierde ocasión de verse con Fernando. Las charlas en el corredor son el final feliz de cada día. José le ha preguntado a su mujer ¿Tú sabes si Fernando tiene novia? Le encuentro extraño. No. Que yo sepa no. le ha contestado. Javi tampoco le ha aclarado nada. El sacerdote pasara por allí está tarde. Le ha avisado por el teléfono móvil de José. Viene a darle la enhorabuena y por supuesto a merendar. Seguro que si es del pueblo el sacerdote lo sabe. María no se lo dirá. Aunque lo sepa. Ella sabe guardar los secretos, y está seguro que es un secreto. El anciano está en la galería. La puerta que da al jardín está abierta. Siempre está abierta. Incluso por la noche solo queda entornada. Es la comodidad de vivir en el campo. José de espaldas a la puerta está medio dormido. No ha oído llegar al sacerdote. ¡Buenas tardes! saluda amablemente. José se asusta y da un grito. La voz llega hasta el salón. María lo oye y entra como una exhalación en la galería. Piensa que José se ha caído. Su vista lo abarca todo cuando ya no tiene remedio. El sacerdote y José se están riendo. El cura pide perdón por haberlo asustado. Debería haber llamado,dice. María se queda como de piedra. Está asustadísima. José y el sacerdote se dan cuenta. La muchacha tiene un miedo espantoso. Se siente descubierta. El sacerdote la tranquiliza. No se preocupe; hace tiempo que sé que está en esta casa. Jamás se me pasaría por la imaginación hacerle ningún daño. En esta casa se la aprecia muchísimo María. José la mira. Ahora que ve mejor se da cuenta que María es muy bonita. Tranquilízate Maria. El sacerdote es un buen amigo. Luego continúa a modo de presentación. Como ve ésta es María. Como ya le he dicho no podríamos vivir sin ella. María ya más tranquila explica la entrada repentina. Creí que se había caído. ¿Qué le ha pasado? Nada que no sentí entrar al padre. Estaba medio dormido y me dio un susto de muerte. ¡Menos mal! Dice María, y hace intención de marcharse. Espera un momento María. Si puedes ¿Nos traes unos cafés? Por supuesto. Responde la muchacha. La verdad es que no se fía mucho del sacerdote. Una vez solos José le cuenta al cura la sospecha que tiene de que Fernando tenga novia. El cura se ríe. ¡Con los años que tiene sería normal! ¿No le parece? No, si no me importa. Al contrario, solo quería saber quién era y si era del pueblo. El sacerdote le dice al fin: Yo no se nada y si fuera del pueblo lo sabría. El pueblo es pequeño y los comentarios enseguida llegan a mí. Cambiando de tema. ¡Qué piensan hacer con Maria? Conviene que arregle sus papeles. Si no no encontrará un trabajo.¡ Un trabajo decente, claro está! Yo si quieren los puedo ayudar. José agradece la buena intención del sacerdote. Gracias pero mi hijo Alfonso se está encargando del asunto. Pasan la tarde muy animados. Hablan de todo. El sacerdote le ha dicho que pronto se marchará. El párroco ya está casi recuperado, y a él le reclaman en otro lugar. José lo siente, pues se han hecho buenos amigos. Con el párroco no tiene las charlas entretenidas de las que disfruta él. Como lo piensa se lo dice. Bueno, le consuela el sacerdote, todavía tardará unas semanas más. Vendré más a menudo. ¡Estupendo! exclama José, que aprecia de verdad al sacerdote. María les ha servido la merienda de la que han dado buena cuenta. Ahora va en busca de Fernando. Está muy nerviosa porque el sacerdote la ha visto. Se lo ha comentado a Alicia. A ella la parece que no le ha gustado que el sacerdote sepa que está allí. Es culpa de José debería habernos avisado. Por supuesto que no importa que te vea. Pero tú te habrás sentido muy violenta. A lo mejor él tampoco lo sabía. Le ha dado un susto de muerte, ha dicho María. Sabe que Fernando está en el taller. Por el camino se encuentra a Javi. ¿Qué te pasa? ¡Tienes una cara muy rara! El cura me ha descubierto. Bueno. ¿Y qué? Ese sabe que si se chiva no habrá chorizo. No te preocupes. Gracias, tienes razón. ¿Has visto a tu tío? Sí está en el taller. Estoy pensando María que si se lo dices a Fernando es capaz de cortarle la lengua para que no pueda hablar. Además, le tiene una manía al pobre... María, sonríe, se siente mucho mejor. Tienes unas cosas Javi... Entra en el taller. Fernando está muy afanado labrando un portarretratos. Es igual que el que le regaló a ella, pero éste es mucho más grande. ¡Hola! saluda Maria. Fernando sabe que está preocupada nada más verla.¿Qué te ha pasado?.¿Estás bien? No, no es nada. El cura me vio. ¡Ah bueno me habías asustado le dice mientras la besa con cariño y la abraza, parece una niña asustada. La aparta un poco de sus brazos y mirándola a los ojos dulcemente la dice bajito y despacio. ¡Nadie ni nada podrá apartarme de ti. No te perdería ni aunque tú me lo pidieras! Nos queremos María y contra ese nadie puede luchar. Nos casaremos muy pronto. Y además de hacerme el hombre más feliz del mundo tú serás española automáticamente. Ya no s ningún problema que te descubran. Así que vive tranquila y quiéreme mucho. Después del beso que sigue al comentario, María no tiene la menor duda. Le abraza fuertemente y le besa en los labios. Ahora ya besa muy bien. Ha tenido un buen maestro, es normal. A ese beso le siguen unos cuantos más. Luego Fernando le enseña el portarretratos en el que está trabajando. ¡Es igual que el mío! dice Maria Sí, éste será para la fotografía de nuestra boda, lo pondremos junto al otro y si Dios quiere luego haré otros más pequeños. Esos serán para nuestros hijos María. María escucha embelesada. Nuestros hijos repite como si estuviese en una nube muy lejana. Luego pregunta. ¿Tendremos muchos hijos verdad? Sí responde él muy convencido. Tendremos dos niñas y un niño. María se acurruca en el pecho de Fernando y susurra. ¡Gracias mi amor! Siguen besándose no se sabe durante cuanto tiempo. El portarretratos está abandonado en la mesa de trabajo. Durante la cena comentan la sorpresa del sacerdote. José explica. No pasa nada, hace mucho que sabe que María está con nosotros. Además se ha ofrecido para ayudarnos si lo necesitamos. Dice que tiene muchas amistades y para él será fácil agilizar las cosas. Fernando interviene. No hace falta papá, eso ya lo tenemos arreglado. Ya lo sé pero es un detalle por su parte. Lo que yo digo, dice Javi con toda la guasa del mundo, ese por el pan de la abuela es capaz de cualquier cosa. La gracia de Javi, alegra la mesa sobre todo porque le ven feliz. De la droga va saliendo y además ha madurado. Se diría que es una persona mucho mayor de lo que corresponde a su edad. Está muy ilusionado con la boda de su tía. Además el curso que viene volverá al colegio, su padre se lo ha prometido. Mañana irán al centro comercial. Ella nunca ha ido de compras. Todos se han reído con ella. No sabe cuanto cuestan las cosas ni el valor del dinero. Todo lo que Alicia la va entregando, lo guarda en un cajón de la mesita de noche ni siquiera lo saca de los sobres. Después de cenar ha subido a preparar la ropa para el día siguiente. Alicia sube con ella para aconsejarla que se debe poner. También la ha regalado un bolso. La ha dicho: Aquí llevarás el dinero y todas esas cosas que las mujeres guardamos. María ni corta ni perezosa abre el cajón, coge todo el dinero y lo mete en el bolso con sobres y todo. Alicia tiene un ataque de risa tremendo. María contagiada se ríe también sin saber a ciencia cierta porqué. Fernando, escucha la jarana y no se lo quiere perder. Sube las caleras la puerta de la habitación está abierta de par en par. Las dos mujeres están sentadas en la cama retorciéndose de risa. ¿Pero qué pasa aquí? ¡vaya juerga! dice encantado de verlas juntas y alegres. Hace mucho tiempo que no veía a su madre reírse así. ¡Ay Dios! dice Alicia . Está criatura necesita aún clases de muchas cosas. ¡ Pues no quería llevarse todo este dinero al centro comercial... Fernando la mira risueño. Es tan niña para algunas cosas y tan mujer para otras... No debe de haber otra en el mundo, piensa. Los ojos de Fernando están llenos de amor cuando dice: No te preocupes, yo te diré lo que tienes que llevar. No , si no me preocupo. ¡Me lo pienso gastar todo! Los tres ríen de buena gana. Luego Fernando, dándole un cariñoso tirón del pelo le dice: ¡Te vigilaré de cerca! ¡Nos ha salido gastiza! vuelven a reír y Alicia se siente tan feliz que esa noche sueña que los dos jóvenes se casan. José despierto la observa, tiene un sonrisa en el rostro que delata su felicidad. En ese momento Alicia abre los ojos y sonríe. ¿Con quien soñabas? Tenías una cara de felicidad... Soñaba que se casaba Fernando, estaba en su boda. ¿Tú crees que se casará algún día? ¡Sí! Dice Alicia muy convencida, por lo que José queda más intrigado aún. El día ha amanecido lluvioso, pero para María es un día precioso. El tiempo no importa, además la lluvia le trae buenos recuerdos. Se viste de manera adecuada, unos playeros y unos vaqueros. Hoy no lleva camisa de cuadros. Alicia le ha aconsejado una camiseta ligera y una chaqueta por si refresca. Como la chaqueta le molesta se la ata a la cintura. El resultado es perfecto, está preciosa. Alicia la espera abajo. Estás muy guapa,,dice, y le coloca el bolso en bandolera. José no ha querido perderse el acontecimiento y también espera en el salón. Javi baja el primero y Fernando le sigue. Fernando está muy guapo, vestido de sport. Lleva vaqueros y mocasines que contrastan con la americana muy moderna. ¡Buenos días a todos! Dice, pero solo mira a Maria. José está vez si que se ha dado cuenta y frunce el entrecejo. Juraría que Fernando ha mirado a la muchacha de una forma algo especial. Serán cosas mías, piensa. Después dice: ¿Qué me vais a traer? ¿Te gustaría un libro abuelo?! Sí muy bien, dice distraído. El anciano sigue mirando a Fernando y a Maria. Ellos ajenos a todo se prodigan varias miradas amorosas. Hace muchas horas que no se ven. Solo una noche, para ellos una eternidad. José ya no sabe que pensar. En ese momento se despiden. Fernando da un beso a sus padres y luego como la cosa más natural del mundo, coge a Maria de la mano y salen del salón. Ellos no se dan cuenta, lo hacen por instinto. Además a Fernando ya no le importa que todo el mundo lo sepa. Es más lo gritaría a los cuatro vientos. José pestañea repetidas veces. ¡No puede creer lo que está viendo! No puede ser, se dice. Pero tampoco le parece normal el gesto, y además juraría que María ha sonreído a su hijo cuando la tomo de la mano. Luego reacciona y sonríe, serán cosas de viejo. No diré nada hasta que no esté seguro. Alicia tiene el semblante alegre y lo ha visto igual que él. No entiende nada. Se lo preguntaré a ella. Alicia. ¿Tú has visto eso? Lo deja planchado cuando responde: ¡Sí, lo he visto! Luego le mira. El sabe que esa mirada es de felicidad. Alicia sale de la casa y él incapaz de salir de su asombro. O su mujer no ha entendido nada, o él tiene razón. Se pasa la mano por los blancos cabellos pensativo, se está poniendo muy nervioso. Alicia se ha dado cuenta. Pero de momento no piensa decirle nada. Espera que sean ellos quienes den la noticia. Está segura que su marido también se sentirá muy feliz. Los viajeros ya han llegado a la ciudad. Han ido a recoger a Carmen y a Lucía. Alfonso está de viaje. Ya todos juntos se dirigen al centro comercial. María está asombradísima de todo lo que ven sus ojos. Las puertas se abren y se cierran solas. Hay montones de tiendas, de zapaterías de comidas y toda clase de cosas raras. En el centro comercial, el suelo brilla mucho y el techo es de cristal pintado. ¡Qué precioso! Exclama. Ahora está frente a unas escaleras mecánicas, las mira asombrada. Cuando llegan arriba, las escaleras son tragadas por el suelo sin más. Mira con espanto a Fernando quien sonríe. Ella le dice al oído: Yo a ese trasto no me subo. Fernando se inclina y abrazándola por la cintura le dice: No te preocupes subiremos por las otras. María ni intenta separarse, con ese brazo alrededor de su cintura, iría hasta el fin del mundo. Javi guiña un ojo a su madre. ¡Están coladísimos! Lucía, asiente con la cabeza y dice: Si los abuelos van a ser muy felices cuando se enteren. Carmen no está muy segura de eso, pero no dice nada. Recuerda el nerviosismo que pasó cuando Alfonso la llevo a casa de sus padres por primera vez. Alicia parecía encantada y José fue muy amable, pero no sabía por qué ella siempre pensó que no le había caído del todo bien a José. Pero bueno ella ya vivía allí. Sin embargo Carmen creía que el color de María... Ante los ojos de María, los inertes maniquíes lucían la ultima moda. Vestidos, zapatos, accesorios. Todo un mundo de fantasía y color desbordan a la muchacha. Carmen interviene. Bueno, sugiero que nos separemos. Fernando y Javi saben comprar solos y además tenéis que subir a la otra planta. Nosotras tres, nos quedamos aquí. Carmen da unas palmaditas en el hombro de Fernando y le dice: ¡Querido cuñado, suelta a tu prenda, que nosotras nos quedamos aquí. Fernando, hace un gesto raro. No le gusta la idea. Lucía lo entiende y se ríe de él. ¡Ay tío como estás! ¡Estás coladísimo! Fernando en el mismo tono contesta a su sobrina:¡Sí estoy coladísimo! ¿Qué pasa? Pasa que hay ciertas cosas que las mujeres preferimos hacer solas. ¿Entiendes? ¡Entiendo bicho! Pero no tardéis mucho. ¡Vale! Fernando se aleja con Javi pero de pronto se da la vuelta y besa a Maria en los labios luego mira a su sobrina se encoge de hombrosy sonriendo dice: ¡Estoy coladísimo! Esta vez sí desaparece. Las tres mujeres emprende la aventura de deambular por las tiendas de ropa y de calzado. Ya han comprado casi todo. María ha escogido con mucho gusto. Cualquiera diría que tiene mucha experiencia. No es así, lo que pasa es que tiene un gusto exquisito. Se ha probado muchos vestidos, pero se queda con el primero que escogió. Es un vestido precioso de gasa color gris perla y estampado con tulipanes de un rosa suave. De talle bajo ajustado al cuerpo, escote de barco y manga tres cuartas. A medía cadera se deslizan una serie de volantes sucesivos que llegan hasta los tobillos es precioso y a Maria le queda perfecto. Carmen le había aconsejado uno color rojo fuego, que la quedaba de película. ¡No, no, con ese se me vería demasiado! El rojo me gusta mucho pero llama mucho la atención. Carmen viéndola con aquel vestido pensaba, que no solo llamaría la atención, sino que incluso anularía a la novia, y la novia era su hermana. La verdad es que parecía una modelo muy cotizada. Unos zapatos de altos tacones sería lo perfecto. María se había probado el vestido con ellos, pero no sabía caminar. ¡Eso lo arreglo yo! Había dicho Lucía. También le prometió que la enseñaría a bailar
Página 1 / 1
|
Mara Vallejo D.-
Espero vuestra continuación . . .
Abrazos
María
Elvia Gonzalez