El día es convencional:
Larga la envidia.
Los cariños cuelgan de las azoteas.
Hay cabeceras de fuego en el asbesto
me empalmo en elementos arrogantes.
Fanáticos se añejan en trastiendas:
Sus rostros se asemejan a sus rostros.
Hay mujeres en sus hormas y sus trastos
bellas hembras de cinturones aromados.
Las cinturas se juntan en asambleas
de poderosas y tácitas melenas.
Voy al unísono con postores e impostores
entre los domos quebrados de los pobres.
Los lamentos se dilatan en las rutas
y cada hora trae frescor y angustia.
Veo a ladrones comenzando su fogueo
y a sus cómplices corriendo como fuegos.
Palpo el sol favorable y a retazos
que cae sobre mi yo, justificándolo.
La vida sigue entre ensayo y error
y en mis sentidos hay feroz ofuscación.
Voy imitándome a mí mismo en las aceras
mientras el viento me arroja sus mancuernas.
Estoy feliz de ser parte del reparto
de un mundo que hoy se muestra estilizado.