Monólogo a mí mismo
Publicado en Sep 16, 2009
(¿Los monólogos son para alguien más?)
I Hoy tuve ganas de preguntarte cosas, de las más simples; de qué color esta el cielo, si hay nubes, si te duele un dedo, el pie o la cadera, o algo. Me dieron ganas de preguntarte si has visto alguna estrella últimamente, si te has rascado la cabeza preguntándote a ti misma en dónde estás, qué estás haciendo. Me dieron ganas de llamar, sólo para escucharte pero me detuve, preferí esperar. Ya he esperado tanto que hacerlo un poco más ya no me cuesta. Quería preguntarte si me recuerdas, si de verdad me recuerdas. Porque confiésome culpable, yo te he pensado sin reservas. Aclaro que el dolor yace muy lejos hace tiempo de mi alma. Confieso que vivo contento aunque inconforme, lleno de vida y esperanzas, de vagos sueños y nostalgias. Confieso que vivo absorto en las mañanas, con mucha fuerza y pocas ganas. II Pensé mejor preguntarme a mí mismo lo que quería preguntarte. Porque a decir verdad me resulta muy triste vivir sin preguntas, más triste aún carecer de las respuestas. III Duermo intranquilo y no es por ti. Me resulta ancha la cama y las almohadas apestan a mí. Abro los ojos a las tres de la mañana con la vejiga a reventar, recorro a tientas el camino inveterado y desahogo mis ganas en aquel innombrable lugar -me sacudo dos o tres veces- y me vuelvo a acostar. Hago casi todo con los ojos a medio abrir o cerrar. -Si soy feo he de decir que a esas horas frente al espejo no hay peor espanto que mi reflejo-. Me pregunto si dormirás. IV Yo escribí un cuento, hace tiempo, hablaba de la noche y de tormentas, de unos labios rojos y rellenos, de unas manos pequeñas, del amor sin barreras. Hablaba de apariciones fantasmales y de tristes y amargos despertares. Creo que la vida era bien manifestada en mi narración. Me pregunto si también crees, como yo, que algún proscrito escritor se deleita en narrar nuestra historia fatídica y por qué te habrá concedido la peor parte. V Me pregunto si tu risa será igual de escandalosa, si recuerdas aquellas manzanas cubiertas de chocolate y chispitas de colores que te gustaron tanto, si te sigues divirtiendo con las mismas cosas, si aún amas el baile ¿Te queda tiempo para pensar en alegrarte? VI ¿Cuántas tazas de café bebes al día? ¿A qué huele tu cuello esta noche? -Yo huelo a rayos, como siempre-. VII No me he cortado el cabello en una semana y media, y me parece que me veo aceptablemente bien. En unos cuantos días más iré resignadamente a ver caer mis pocos pelos bajo las veloces navajas de alguna máquina de peluquero o de estilista de estética que me parece que no son iguales, aunque se dedican a lo mismo. VIII Me resulta interesante y gracioso que nos tengamos que sentar para comer, que fabriquemos sillas e inventemos cucharas, que nos tengamos que vestir para ocasiones y que nos preocupe tanto el peinado y las lonjas. Que las mujeres se pinten y que a los hombres nos guste; que los hombres se enriquezcan y que eso también nos guste o nos dé envidia. Que envidiemos las riquezas pero no la nobleza, eso si me pone triste. IX A mí me preocupa el hambre, no la del mundo más que la propia. En cuanto a la soledad, bueno, primero me basta tener la panza llena, por lo demás estamos claros, la gente que pasa y viene a mi vida tiene finalidades, es decir que en algún momento terminan. Me pregunto si tú y yo ya terminamos de estar en nuestras vidas o habrá algo más que aún no hemos compartido, alguna proeza que no hemos concluido ¿habrá alguna sombra, un invento, algún silencio? ¿Me tendrás miedo? X Me pregunto si pensarás en el destino, en el cielo eterno, en el infierno, en Dios el sempiterno. En nuestros padres y nuestros hijos, yo aún no tengo (hijos) ¿Pensarás aún en mí? XI ¿Sabrás cuándo, dónde y en qué horas yo te pienso? ¿Te importará tanto como a mí el universo? Bueno, a mí no me importa tanto, pero lo quiero. ¿Te arrepientes de tus recuerdos? Yo a veces y sólo de algunos, quisiera poder revivirlos -los algunos- para poder seguirme arrepintiendo. XII ¿Te parece triste la distancia o es un pretexto sublime para las lágrimas? A mí me parece que sólo está lejos y estar lejos es una ventaja para quien tiene agallas, para otros, los cobardes, es solamente una enorme muralla. "Estar distantes es parecido a no estar juntos" dice Rodríguez. XIII Sufrir por sufrir ¿será castigo? Yo he sufrido por sentir bonito. A uno lo quieren cuando llora, le importas a la gente uno o dos o tres segundos y luego se escapan cuando más necesitas de sus hombros o sus silencios. Por eso es mejor ser necesitado, así uno puede disponer apropiadamente de su tiempo. XIV Ayer hablé contigo -como tres veces-, me resultó agradable escucharte, tal como pensé fue divertido. Tu voz es infinitamente igual de clara, tus ideas vuelan veloces como ráfagas venidas de algún huracán en ascenso - ¡Y cómo hablas!-. XV Hoy son las seis de la mañana, es triste, no tengo más preguntas. XVI ¿Ya tienes las respuestas? J. Efren Olvera S.
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