AUTOPSIA DEL AMOR
Publicado en Sep 15, 2015
Una botella cubre la cabeza hasta el cuello, lugar donde discurre junto a otro cuello. Cada parte sólida se halla paralela y tiene el mismo apellido aunque prácticamente no compartan más que el espacio inmediato. Se cuestiona que lo inmediato es difuso, e incluso puede equipararse a los esfuerzos de la propiedad por lindar con otra errática edificación con el fin de parecer más suntuosa.
Naia y Andrea sobreviven así, intentando ser algo más que ellas mismas cuando se tocan. Llaman relación a vivir sin molestar, a pesar de que el vínculo proceda del infierno. No se me ocurre otra acepción para los irrepetibles casos que desentraño al pasear, ya sea de día o de noche. Pero, en seguida, puedo uno percatarse de que el término “relación” ensucia la instantánea. y que el anhelo individual sirve tan solo de fantasía o quimera. Naia murió a manos de Andrea. Ésta la respetaba, incluso a veces la quería, sin embargo el respeto dividido no es algo aceptable para nosotros, y menos el amor. Digamos que este sentimiento, nacido en apariencia apacible, puede coexistir desdoblándose, a costa de perder veracidad. Puedes fingir con la misma intensidad que se fluye, siempre y cuando conserves la careta alicatada y no se desprenda su herrumbroso interior, mas en el momento que has perdido el objeto sincero de tus actuaciones, también pierdes juventud. Por esto motivo, no es de extrañar que Andrea cortara por la mitad a su compañera de “sentimiento” cuando descubrió la infidelidad. El hecho de dejarse arrullar por las emociones más superficiales es por igual miserable y humano, nuestro cuchillo afilado que degolla inmisericorde. De todos modos, la razón invita a pensar en capas ineludibles, sin las cuales exhibiríamos con descaro nuestro viscoso gusano, de aspecto sumamente horripilante y guardián del camino que conduce a otro paradero. A este punto final y sin retorno debieron llegar las amantes. Lugar frío que recoge los miedos y el vórtice oscuro al que debían enfrentarse solas.
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Elvia Gonzalez
Mara Vallejo D.-
Bien guiada la historia.
María