La Rara, Escalofriante, Misteriosa, Ruin, Inexplicable, Morbida y Romantica Aventura de Mr. Elacofor
Publicado en Sep 24, 2015
La Rara, Escalofriante, Misteriosa, Ruin, Inexplicable, Mórbida y Romántica Aventura de Mr. Elacofor. En la ciudad de Dormintur, existen varias extrañas profesiones raras ante nuestros ojos humanos. Se paga por enterrar vivas a las personas, también por cortar cabezas a las personas que quieren vivir 10 segundos sin cabeza. Hay gente que vende y compra artículos de tortura para sus hijos, como regalo de cumpleaños. ¿Quieres flores putrefactas para tu amada? No te preocupes, hay gente que las vende en montones, directo desde los pantanos. Los que construyen casas las hacen en forma de lapida, porque permítanme decirles, este lugar está hecho a la viva imagen de un cementerio, pero no cualquier cementerio, el más agradable y pacífico. El clima es húmedo y agradable a todas las personas que viven en este alejado lugar. Debo reconocer que este es un lugar bastante agradable en realidad, en esta hermosa y oscura ciudad hay todo lo que uno pueda pedir o imaginar. Grandes casas lapidas para las familias, también una escuela en forma de capilla donde los niños aprenden lo elemental para vivir, torturar al prójimo, golpear a los hermanos, medir usando huesos y cabellos arrancados desde la raíz, también todas las ciencias que existen en este mundo, alquimia, necromancia, brujería, satanismo, etc. Todo aquello que los niños pequeños deben aprender. Además de una escuela hay un hospital con querubines en el techo, dentro, los mejores doctores ponen cabezas en su lugar con hilos viejos y podridos, las enfermeras sacan la sangre de los pacientes y estos se mejoran de manera increíble, en el quirófano, nacen niños muertos y los padres, incrédulos, los besan y cargan mientras sonríen. Cerca del hospital están los más exclusivos restaurantes de la ciudad, donde se come la comida más exquisita y rara de todo el lugar. Las moscas más suculentas, preparadas con una sopa para acompañar. ¿Te gustan los gusanos? Aquí hay de la mejor y más fina selección, solamente lo más gordos y sucios son servidos en los platos de la comida. Ahora, si se sigue hacia la derecha encontramos una carpa de trapos sucios y roídos, unidos con hilos nuevos rojos y donde la gente entra y sale retorciéndose, el circo de la ciudad es interminable, permítanme decirles. Dentro los espectáculos más increíbles y fabulosos. ente que cae en una gran olla hirviente y chorreante de agua, otras más son echadas en masa a un poso donde al final, si no te has roto las piernas, puedes jugar con las tiernas mascotas, una jauría de leones que tiene dientes rojos debido a todo lo que comen a diario. Finalmente, la joya de este hermoso lugar, los payasos. ¿Eres rápido? Debes serlo, si llegas con ellos debes esquivar los filosos y relucientes cuchillos que te lanzan mientras ríen y brincan. Hay uno que suelta agua sobre ti, pero no cualquier agua, no no señor, agua mágica, con un color verde y espeso que al tocarte, deshace tu carne y huesos, dejando en nada tu ser. Finalmente el presentador, un payaso de menos de un metro, con una roja caballera, ojos azules y dientes amarillos, grita mientras se pone más pintura blanca, hecha con los huesos y viseras. Su voz llena el hueco que los gritos y llantos no cubren, es chillona y rara, pero da a disfrutar cuando con su látigo, arranca un miembro de un valiente voluntario, que amarrado y amordazado, yace frente a él. Ahora, alejándonos de la diversión de este lugar, nos dirigimos al centro de la ciudad, la cripta más grande y ubicada en el exacto punto medio de toda la gran ciudad. Aquí, los hombres más importantes debaten sobre cómo trabajar y que leyes aprobar para que este lugar, nunca cambie. En la parte de la cúpula, cubierta de moho y ramas, se reúne el consejo, que tras tomar su te diario con arsénico para aderezar, hablan durante horas, proponiendo y eligiendo, las mejores elecciones que pueden, debido a que en sus hombros grises, descansa el peso de toda la ciudad. Aquí es donde comienza nuestra historia, vean bien al hombre sentado afuera de la puerta del consejo. Usa un elegante traje negro, con su propia corbata y con un porte de gala. Sus relucientes zapatos cafés, con un brillo de cera de calabaza, única y excepcional. Tiene una blanca piel, ojos marrones tras unos pequeños lentes circulares, sus manos tras unos sencillos pero no menos adecuados, guantes blancos, que aun así, no se diferencian demasiado de su piel. En su mano derecha tiene un portafolio, no muy grande, pero tampoco pequeño, yo lo diría, como algo mediano. Tiene sus ojos fijos en el piso, mientras su pies se mueven lentamente en el piso cubierto de hiedras, levanta la cabeza y mete su mano en el bolsillo delantero de su traje negro, busca y rebusca hasta que saca algo de él, un pequeño reloj de color a oxido de cobre, lo abre, arriba una foto de una mujer, algo roída y con un color amarillento que relata su edad, en la mira con ternura y finalmente mira la hora. Su viejo reloj no tiene minutero, pero él lo adivina, acertando curiosamente en cada intento. Piensa - Oh Señor, han ya pasado cercano a los 30 minutos que he llegado a este recinto, no sé si pronto atenderán con acierto mi llamado - Cierra su reloj de bolsillo y se acerca una anciana a él. - ¿Señor Elacofor? - Dice ella hojeando unos papeles mientras avanza dificultosamente por unas muletas que carga, señalando que le falta una pierna. - ¿Si? - Dice el levantándose - Permítame saludarle, antes que nada mi señora, Ogoficul Elacofor - Extiende ceremoniosamente su mano hacia ella, quien lo mira despectivamente. - Eso ya lo sé señor Elacofor, usted ya había puesto su nombre en la carta que nos mandó desde ya hace dos semanas. Dice ella con cierta indiferencia. - Oh, cierto mi señora, perdón le pido con premura y con la misma, agradezco que por fin, los selectos y grandes miembros del consejo me reciban y escuchen mi humilde petición - - Si, si, si - Dice ella mirándolo con sus viejos ojos - Recuerde, solo dispone de 15 minutos, los miembros del consejo tiene demasiados asuntos, así que sea rápido - - Claro mi gentil dama, trabajare lo más rápido que pueda y no les quitare ni más de un vital segundo que ellos necesiten - - Esta bien, está bien, vamos sígame - Dice ella algo irritada por la peculiar manera de actuar de nuestro honesto protagonista. La mujer da una vuelta y comienza a caminar, seguida de cerca por Mr. Elacofor quien mira los cuadros de las paredes, atento. Mira uno donde esta Domenio Anassatan, el fundador de la ciudad seguido por los primeros pobladores. En otro Rinpceip Ulcebeb quien levanto los muros alrededor, con varillas fundidas con dientes y huesos. Querido lector, olvide narrar algo importante, en torno a la maravillosa ciudad existe un muro, de 14 pies de largo por 8 de ancho, hecho de... bueno, eso ya lo saben. Pero este muro indica una de las reglas más grandes e importantes de la ciudad, no se puede salir del muro, a más de 150 pies de cercanía, quien salga más allá, será desterrado y su familia encarcelada. Nadie ha violado esta sacra regla, pero bien, volvamos con Elacofor. El último cuadro que ve antes de llegar a la imponente puerta de madera es uno donde aparece Margedona Tuerme el último rey de la ciudad que predijo el fin de los tiempos en su lecho de muerte, siendo conocido esto como el testamento de la desgracia. Después de ver esto, Elacofor, llega hasta la entrada de madera vieja con un olor a humedad y flores viejas, la anciana abre la puerta mientras Elacofor sonríe....
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|