Conocí a Víctor a los diez años. Él debía tener arriba de los veintes, papá lo trajo a la casa luego del divorcio. No iba a ser mi hermano mayor, pero tampoco un extraño que sólo compartía la cama con él. Podemos ser amigos—prometió Víctor cuando se esforzó por agradarme.
Mi nombre es Iván. Iván con “v” de verga. Mi historia, es la de la persona más repugnante y malvada que existe y pudieran conocer. Todo lo que les voy a relatar es cierto, si comienzan en no creerlo, no hay manera de adentrarse en mi vida.
Para no aburrirlos, me saltaré los hechos cotidianos y me centraré en los fragmentos importantes. No pido comprensión, solo un oído que quiera escuchar.
 
My propia hybris anticipada
Para empezar, la relación de mis padres tuvo su decadencia luego de mi nacimiento. No sé si fue mi culpa, en lo que recuerdo tuve una primera infancia feliz, hasta que mamá dejó a mi padre en un ataque de ira y se marchó de la casa. Pedí quedarme con él, no sé cómo sean otros hijos con su padre, pero yo de verdad amaba al mío.
Crecí y me hice de amigos que despertaban las mismas inquietudes que yo. Erick se volvió el mejor de todos. Éramos como hilos cortados por la misma tijera. Pasábamos tardes espiando a mi vecino Julio, un universitario que fumaba mientras tocaba guitarra con las cortinas separadas.
Cuando me gradué de la preparatoria, recibí una llamada en medio de la fiesta. Durante la bulla, los globos, el confeti y los brazos de mi novia rodeándome la cintura. Era Víctor: Papá había muerto. Un infarto, el corazón se le detuvo, por qué, no sé. La vida es así, el destino solamente te desmesura por donde quiere.
No hablé con nadie los siguientes cuatro días. Fui al funeral y por supuesto que lloré. Después seguí. La universidad mantuvo ocupada mi mente hasta dejar ir.
 
Fantasmas de la adolescencia experimental
Todavía siendo novatos en la escuela, Erick y yo continuamos espiando a Julio. Un día se dio cuenta y nos invitó a pasar. Nos metimos al cuarto por un impulso de libido y peligro. Al principio era erótico observarlo mientras se acariciaba, pero tenerlo ahí, desnudo para nosotros, fue igual a cuando vas a una pastelería y te obsequian una rebana, no sabes que hacer.
—Vamos—nos dijo. Se dio media vuelta y me lo cogí, primero despacio, luego rápido. Ya no era virgen, eso no importa donde quedó porque no fue especial. Erick se la mamaba y yo escuchaba un chingo de ruidos con dolor sin sentir nada. Tenía un pene muy grande, ambos. Y con el condón sin lubricar nos lo tiramos. Erick era bueno con la boca, yo con el pene. Devoramos juntos, los testículos, lo esponjoso de sus bolas rosadas, su pene erecto, plástico y suave. Me dispuse a besar a mi amigo y dejar que el otro me lo succionara.
Fueron muy rápido. Las camas, el colchón, las ventanas abiertas, el estero a todo volumen, la lluvia que apenas venia. Me masturbé viendo eso y la verdad me pareció muy desagradable. Se dieron la vuelta y lo hicieron de muchas maneras. Se estrecharon las manos y se abrazaron mientras Julio penetraba a Erick. Terminé sobre ellos y los dejé.
Me salí vestido y fui a caminar. El semen me dio asco, era como leche cortada o algún lácteo desagradable. Me incomodaba mucho, aunque disfruté el orgasmo, ya no me hallaba. Mi padre había muerto… muerto, mi mamá lejos, mi mejor amigo un puto y mi supuesta novia una basura. Llegué mojado por la tormenta a la casa donde Víctor casi se acababa la botella de vodka.
-Iván-Bam llegaste…-estaba borracho, no me dio miedo, sino lastima. Un hombre con futuro prometedor encadenado a un muerto sin fantasma que era mi padre. Me quité la chaqueta y caminé hacia él para besarlo. Primero me apartó despacio, luego le contuve los brazos, más fuertes que los suyos, y nos besamos, con la puerta abierta.
Nos recargamos en la pared y lo hicimos.
Lo disfruté bastante. Amaba coger con Víctor. Era un ángel hermoso a sus treinta y tantos años. Nunca dejó de ser atractivo; la barba, la ceja, el cuerpo, la voz, me volvía loco. Supe que estaba enamorado de él después de que tuvimos relaciones sexuales durante nueve horas, desde ese momento hasta que amaneció. Parecía que se había contenido por mucho, mucho tiempo.
Ya no volví a ver ni a Erick ni a Julio, no supe que fue de ellos. Lo último de lo que me enteré es que Erick huyó de su casa. No me importaban. Mi madre sólo me regañaba por lo descuidado que tenía la escuela, ya era para que me graduara.
A Diana la terminé por noviembre, no sé quién le dijo pero aseguró que lo sabía todo. No entiendo porque siguió aferrada a mí después de tanto. Se graduó antes que yo y se largó al extranjero.
 
Juventud independiente, con pago de soledad
Una vez quise comprobar el grado de mi delirio cuando recogí a una puta en la avenida y fuimos al cementerio a coger sobre la tumba de un sin nombre. En luna llena. No era muy guapa, pero me gustó tocarla como si se tratase de una muñeca usada.
Las cosas en mi casa empeoraron cuando mamá me avisó que estaba embarazada. El nuevo integrante se iba a llamar Aarón, como el hermano esclavo del faraón Moisés.  
Seguí cogiendo todas las noches con Víctor, cambiamos la cama y la pusimos en la biblioteca. Nos bañábamos en la piscina, nos la pasábamos borrachos. Él ya no trabajaba y yo iba peor en la escuela, por poco y me echan si no fue por la intervención de mi padrastro.
Nuestro romance duró tres años. Escondidos, la gente lo sabía, éramos una pareja, pero no se imaginaban que con quien me acostaba fuera el novio de mi padre muerto. Víctor reprimía su culpa en el alcohol, tuvo viajes de trabajo y regresaba a darme abrazos rotos, ya no sentía nada. Lo veía ausente y más viejo.
Un día estaba dormido, pensando en mi futuro, estaba a tan poco de terminar la carrera que me consideraba todavía un niño. Me llamaron en la noche.
Víctor se había estrellado, manejaba bajo los efectos del alcohol. Su rostro estaba completamente desfigurado, el barranco a donde fue a dar solo humillaron más su vida. No  murió, hasta la fecha sigue en un hospital, sin piernas. Creo una prima suya lo visita cada mes.
Jamás volví a verlo.
 
Limbo entre la vida y el vacío
Sabía que yo quería eso desde un principio, amaba a mi padre y quería castigar a su asesino.
Papá murió por un infarto, no soportó la humillación de que su puta ex esposa lo difamara por dejarla por un hombre más joven, creo coseché una venganza tantos años que no lloré. Ya nada me sorprendió. Terminé mi carrera de médico, lo ejercí muy poco, preferí el negocio de bienes raíces de mi padre. Desocupé la casona y me mudé a un departamento. Vendí las propiedades.
No supe que sentía. Coger ya no me satisfacía ni el licor ni las drogas. Dejé de saborear la vida. Nunca supe que era vivir.
Mamá me invitó en navidad, éramos un par de  desconocidos. Conocí a Aarón mi hermanastro, quince años y la misma cara que Ernesto su papá. Vi en el muchacho la juventud reprimida. Ernesto mirándome con odio, mamá ocultando su diabetes Yo no hice nada, quizá esperaba a que también se murieran y quedarme con su herencia, la cual votaría a la basura igual que con la de mi padre.
Fui al cementerio a llorar sobre su tumba, vi a una mujer con un niño en brazos y una menor tras ellos. Era Diana, maldito destino. Ella se casó, hizo una familia, me miró y me saludó de lejos. La ignoré por completo.
Ese gesto era una burla. No sé cuando empecé a convertirme en un asesino sin crímenes.
—El odio almacenado por tu complejo de soledad no te hacen mala persona, no hiciste daño, es perfectamente aceptable que te hayas acostado con tu padrastro.
El caos en mi interior sólo es porque destruí el matrimonio de mis padres, celebré la muerte de papá, la infelicidad de mamá, sus enojos, mutilé la vida de un hombre y desee mal para todos a mí alrededor.
Traté de suicidarme en la alberca. Para colmo el noble Aarón me rescató. Sara mi madre, comenzó a tener ataques, Ernesto la llevó al hospital. Vi a mi hermanito hacer su tarea y fumar a escondidas. Nos reímos. Es el único acto de felicidad que tuve en doce años...
Olí su cuello. Desee tanto arrancarle la ropa que… cuando abrí los ojos lo tuve desnudo frente a mí.
Me cogí a mi hermanastro menor y aun así no sentí felicidad. Todo era agua, un agua que inundaba mi cuerpo y me hacía transformarme en lobo o en hombre anti natura. ,
 
La carta.
Aarón escribió una carta para sus padres, les confesó todo, declaraba su odio hacia ellos, por toda la amargura cosechada en casa. Se la dejó en la mesa del comedor, esperó la hora en que yo llegaría por él para largarnos juntos por siempre a un mejor lugar en el mundo.
Escape. Era lo que el niño quería. Huir. Pero nunca se puede huir.
Nunca llegué. No quise. Para qué molestarse por alguien que pronto haría lo mismo que yo hice con Víctor. Aarón se volvió el bebé dentro del canasto y se lanzó solitario al rio lleno de cocodrilos, confiando que lo esperaría al otro lado.
Supe, por las noticias, que se desesperó y estresó tanto que cuando mi madre y Ernesto llegaron, y leyeron la carta, Aarón seguía llorando en su cuarto.
— ¿por qué eso se hizo noticia?
Se pegó un tiro. Se sintió tan humillado y miserable que tomó la pistola de su padre. Cuánta valentía y coraje había en esa pequeña bestia.
Mamá presentó una demanda contra mí, pero yo no provoqué la demencia del muchacho. Ella me odió tanto, le detectaron cáncer hace unos meses y ambos planeamos ver quien cae primero.
— ¿todavía tienen contacto?
Algo así. Su castigo es vivir con sufrimiento, el mío esperar la locura o morir en el intento. Quería liberarme de este virus en la conciencia y el recuerdo. Te darás cuenta que tu vida ya no es tan miserable y que tu infelicidad radica en tus ganas de serlo.
Te agradezco por escuchar. Pregúntate por qué invertiste tu tiempo en éste psicópata. Dicen que contagio de desgracia a todo aquél que se mantiene a mi lado, a todo aquél que me oye.