La Aventura de Mr. Elacofor Parte II
Publicado en Oct 16, 2015
Al abrir la puerta del recinto, Mr. Elacofor sintió una emoción indescriptible y grande recorriendo todo su ser con un escalofrió que termina en una amplia sonrisa en su pálido rostro. La oscuridad del cuarto le impresiona. Una gran lámpara de araña en el techo, con todas las velas encendidas, flamas lentas y movidas con un color amarillento y apagado. Es un cuarto amplio, debo mencionarlo, ventanas con balcones altos, no muy anchos. Cubriendo las ventanas, unas cortinas color vino, tan embriagantes y gruesas que están bañadas en polvo. Los muebles son de roble oscuro y viejo, tanto como el edificio. Con pocos detalles y más dureza para su fin. Pinturas y cuadros con los miembros más distinguidos y heroicos de la ciudad, además de unos planos de la misma en varias vistas. En el centro, una amplia mesa con seis sillas, todas de color marrón oscuro, tanto que el negro es casi absoluto. La mesa del centro, tiene sobre ella, un telar de color carmín, suave como seda, pero roída en las orillas. También hay una jarra de cristal con seis vasos de cristal por supuesto. Llenos de agua verduzca y con trozos de tierra.
Finalmente los ve ahí. Seis imponentes sombras se alzan ante él, una sentada y el resto a pie. Los seis ministros de la ciudad están ahí, reunidos para escucharlo. Su emoción es inaudible. Parado en una esquina, con más de dos metros de altura, una mirada vacía y lenta en sus ojos oscuros, sin sonreír, sus labios están casi petrificados, usando un traje negro en su piel blancuzca como un cadaver, de pies a cabeza, corbata también negra, les presento a Reptagalia Luscokgenes. Ministro de todo lo relacionado en cuanto a Construcción se refiera, levantar y moldear la ciudad. Ah su lado, más bajo que el obviamente y un poco más que nuestro protagonista, con una mirada curiosa tras unos lentes de cobre, una sonrisa casi invisible y una postura encorvada, su traje esta viejo en ciertas partes, de color café con negro y un sombrero de copa mas alto que ningún otro cuentan por la ciudad, en su cuello una corbata de moño marron como su piel, tenemos con sus ojos avellana, al señor Tylerefut Afknatia. Ministro de todo lo relacionado a Educación y moldear a la juventud de la ciudad. Del otro lado de la mesa, con su vaso en mano y una sonrisa picara en labios, mirada atenta y observadora, unos ojos verdes con tonos de claridad y locura, postura erguida y su altura sobrepasa a Mr. Elacofor por unos centímetros. Su traje negro, con el saco abierto y seguridad en su ser una postura de seguridad, sin corbata, aquí les presento a el señor Argsantasa Loficud. Ministro de todo lo relacionado en cuanto a la Economia y el crecimiento de la riqueza de la ciudad. Ahora bien, a la diestra del ministro se encuentra con una mirada seria y un tanto burlona, agitando en un dedo su corbata mientras sonríe levemente con un aire de grandeza y poder, sus ojos cafes son lo único en su blanca tez que resalta, su traje es de color caqui, de pie a cabeza y su corbata, ya les dije, esta en su mano. Unos lentes pequeños y redondos le dan un toque intelectual, esta aquí Niahcatass Sorthi. Ministro de todo lo relacionado con Salud y el bienestar de la ciudad. El mas anciano es el siguiente, unos ojos cansados que aun reflejan ira y valentía a la vez, el único sentado con un baston en sus piernas. Las arrugas están en todo su ser, manos y rostro, excepto sus ojos azules, opacos y muertos. Usa un uniforme de la guardia de la ciudad, limpio y pulcro con una calidad increíble, la disciplina es su enfermedad, Nebirus Wosglhan. Ministro de todo lo relacionado con la Seguridad y la protección de su amada ciudad. Finalmente, en el centro, con una mirada confiada y alegre, sin sonreír, eso lo asquea. Traje blanco, el único que lo puede portar en la ciudad, en sus manos lleva un lápiz con el cual traza en el mapa en la mesa. Sus ojos son de un negro intenso, la pupila es invisible aquí, un anillo en su mano, el Ministro Lugemi Elacofor, Ministro de todo lo relacionado con ministerios y gobernante de toda la ciudad. Mr. Elacofor siente un nudo en la garganta y suda mientras sonríe nerviosamente dentro de si, siente los doce ojos postrarse en el, mueve las manos sobre su portafolio rápidamente, hasta que la anciana le habla. - ¿Entrará?, ¿O quiere un cuadro de todos ellos para que los vea cuando quiera? – Dice la anciana con una voz algo impaciente. Mr. Elacofor voltea a verla y sale de su colapso nervioso, cierra los ojos y asiente con la cabeza, entra en el recinto mientras ella cierra la puerta tras de el, con un leve crujido de los maderos. Todos le miran silenciosamente y el solamente esquiva sus miradas, asi transcurren unos angustiosos segundos hasta que el ministro Niahcatass habla con una voz aguda. - Bien bien, ¿Qué nos quiere decir? – Dijo el Ministro Loficud sin dejar de sonreír y agitando lentamente su mano. - ¡Si! – Grita de golpe el viejo Nebilus – Recuerde que solo tiene 13 minutos para decirnos su cuestión en torno a su idea – Dice mientras lo mira - El tiempo se agota Mr. Elacofor – Dice El Ministro Lugemi – Somos hombres ocupados… - Mr. Elacofor lo mira atentamente a los ojos. Su hermano menor, Lugemi Elacofor, fue elegido recientemente Ministro, pero no cualquiera, si no que líder de ministros, por lo que tiene más poder que cualquier hombre en la ciudad, mira el parecido entre ambos, son bastante iguales, el mismo tono de piel blanca, los ojos del mismo tamaño, además de poses casi iguales, su única diferencia es la estatura y el color de ojos entre ellos. Las duras miradas se intercambian durante unos agonizantes instantes hasta que finalmente Loficud habla. - Muy bien once minutos y contando – Dice mirando su reloj lentamente. - Ahh… esto… si – Dice Mr. Elacofor. Dejando de fuera los frios ojos de su hermano aun lado, toma su portafolio y le saca unas pequeñas patas de metal de un lado, estirándolas, hasta que tocan el suelo. Abre los pequeños broches color cobre y esto sueltan un leve chisqueo al levantarse. El mete ambas manos buscando algo en su maletín, tarda varios segundos hasta que sonríe en su pálido rostro cuando saca unos papeles. - Señores Ministros – Dice con una voz sonora y compuesta – Buenos días, aquí les presento, con el respeto merecido ha a cada uno de ustedes, la propuesta EO/001… - - ¿EO? – Pregunta Reptagalia con una mirada incierta. - Son mis iniciales… señor – Responde Elacofor – Bueno, continuando con la presentación, caballeros, sabemos cual es el problema mas grande que aqueja a nuestra ciudad, el espacio… - Si lo sabemos – Dice Tylerefut cruzándose de brazos - ¿Acaso?... ¿Acaso puede hacer algo? – Lo mira con cierta incredulidad. - Ese es el punto señores – Responde Elacofor – Debemos buscar mas especio… - JA! –Rie el viejo Nebirus - ¿Eres acaso estúpido muchacho? – Lo mira con bufa – Es imposible expandir la ciudad, solo podemos ir hacia arriba – - Señor, recuerde que las condiciones han dificultado estos últimos lustros, la comida sube de precio, el agua escasea, en fin, varios problemas – Responde Elacofor con total acierto, todos los miembros asienten entre si. - Es cierto Elacofor – Dice Argsantansa – Las condiciones de la ciudad han ido desmejorando súbitamente, es necesario hacer algo – - Exacto señor Ministro – Responde de súbito Mr. Elacofor – La respuesta es simple, pero lamentablemente es difícil… - ¿Por qué? – Dice Niahcatass - ¿No violara una ley?, ¿O si? – - Mis señores, si queremos solucionar este problema, debemos salir de la ciudad… - ¡¿QUE?! – Grita Nebirus levantándose de la silla - Eso es imposible – Dice Reptagalia mostrando asombro. - Inaceptable - Responde Tylerefut. - No se que decir – Su asombro es algo inusual, en Argsantansa. - Vaya ley a romper – Dice Niahcatass con la boca abierta. - Dejemoslo continuar – Loficud trae la paz de nuevo. Solamente, Lugemi se mantiene en silencio observando a su hermano con cierto asombro y satisfacción ocultas. Todos intentan volver en si, toman tragos apurándolos y Nebirus se sienta de nueva cuenta, apoyando solamente su brazo en el baston. - Caballeros, es dificil de digerir, lo se, pero es la única alternativa, debemos buscar un lugar optimo para levantar una segunda ciudad… - Suena interesante realmente – Responde Niahcatass – Pero sigues rompiendo las sacras leyes que nos fueron dadas - Mi señor – Responde Elacofor –Me temo que es la única salida… - Podemos construir hacia arriba, el cielo no tiene limites… - Dice rápidamente Reptagalia - Reptagalia – Dice Loficud sin mirarlo siquiera – Eso no es imposible, pero aunque sirva por un tiempo, no servirá después, solo empeorara todo – Menea lentamente su copa - Podemos contruir bajo tierra – Dice Niahcatass algo sobresaltado - Niahcatass – Responde Reptagalia – ya habíamos discutido que eso es imposible, el húmedo suelo se desmoronaría por completo. Sin saber que decir, los ministros voltean y discuten entre ellos unos momentos, solo Loficud y Lugemi miran a Elacofor algo impacientes y espectativos, hasta que este se anime y decide hablar. - Caballeros – La discusión se detiene y lo miran todos a el – Apartandonos del espacio, lo cual es también importante, podemos hallar solución a esto, pero no al abastecimiento de viveres y cosas básicas que esto últimos meses, comienzan a subir alarmantemente de costo y escasear, la situación empeorara según mis estudios – Saca una hoja del maletín y la muestra a los ministros – En unos meses, si no menos, el agua se comenzara a reducir miserablemente y no tendremos una rápida solución. - Podemos racionarla, la guardia mantendrá el orden – Responde Nebirus un tanto molesto. - Mi señor, aunque racionemos, la gente demandara y no podemos recurrir a la fuerza, la propia guardia puede rebelarse y al final, los únicos culpables serán ustedes. Los ministros se miran entre si con muecas de cierto asombro, Lugemi, mira a su hermano mientras se lleva la mano a la barbilla. Elacofor mira el “espectáculo” todos discuten ardidamente y agitando las manos, todos hablan con un tono algo distante, pero sube de intensidad, sin lograr ponerse de acuerdo, los ministros ignoran a Elacofor, quien no se anima a interrumpir a los ministros. Lugemi, comienza a mostrar cierta incomodidad con lo que sucede con sus compañeros, sin hablar, su cara refleja cierta desesperación que evoluciona en odio. Elacofor comienza a ver a su hermano. Lugemi es el hermano menor de Elacofor, se distan por solo dos años, antes fuera un joven alegre, muestra seriedad y porte ahora, Elacofor y el se han distanciado, hay una gran razón, pero ahora no estamos hablando de eso. Lugemi, intenta aflojarse el cuello del traje pero no lo tolera mas y explota. - ¡Silencio¡ - Grita con su ronca voz, los ministros se detienen de golpe y Elacofor da un paso atrás por el sobre salto. Lugemi deja el lápiz en la mesa y voltea a ver a los dema ministros y vuelve hablar ya con cierta calma. - Caballeros - Afloja por ultima vez el cuello de su camisa – Somos los ministros de la ciudad, debemos tener orden entre nosotros si queremos tenerlo en todo lugar, ahora, sabemos que lo que este señor nos propone es algo inusual y básicamente arriesgado en todo sentido, pero debemos considerarle de todas maneras, es importante ver que tanto tiene de verdad, y si no le aceptamos, buscar una solución rápida por nuestra cuenta, debemos ver que ese si es un problema que afecta de golpe a todos. Los ministros intercambian mirada en silencio, sus ojos indican la razón del argumento y calma, Elacofor siente asombro al escuchar la seria y real deducción de su joven hermano y permance en silencio. - Ahora bien – Dice Lugemi mientras toma silla - Señor Elacofor. - ¿Si? – Dice entre leves titubeos. - Permitanos – Señala con el brazo la puerta – Discutir seriamente el asunto, en unas horas tendremos respuesta a su petición - Toma el lápiz nuevamente y baja la mirada hacia el papel Los demás ministros acomodan sus sillas en la vieja mesa y miran a Elacofor en espera de su retirada. Este mira todavía a Lugemi, hasta que finalmente voltea, algo resignado y toma sus cosas en la mayor brevedad, cuando termina, sostiene el portafolios en una mano y con la otra abre la puerta y sale, cuando se da la vuelta para cerrarla, mira como todos los ministros vuelven a hablar entre dientes y verle. Elacofor cierra la pesada puerta de madera y se toca el puente de la nariz con la mano y cierra los ojos, meditando. - “Ojala tomen con seriedad mi propuesta” – Piensa – “Se que es una locura, pero es la única alternativa viable, por ahora debemos buscar otro emplazamiento para construir otra ciudad… en fin… incluso para mi suena a una locura, pero debo hacerlo… lo prometi… - Siente que alguien lo toca y abre de golpe los ojos. Grita cuando ve a la horrida anciana frente a el. - Santo cielo, no debería aparecer a si de golpe – Dice mientras baja la mano de su pecho. - Usted no es precisamente guapo señor, ¿Qué ha sucedido? – - Me llamaran mas tarde mi señora – Dice mientras busca su reloj de nueva cuenta y lo saca para ver la hora. - Bueno, es hora de que se retire, ¿No? – Dice la anciana dando vuelta y tomándolo del brazo. - Si…esto…creo – Dice Elacofor sin dejar de mirar la puerta con olor a flores húmedas. Sigue a la anciana hasta la puerta del edificio y se despide, haciéndole prometer que si el consejo toma alguna decisión sobre su asunte, le llame lo mas rápido posible. Ella acepta mientras le cierra la puerta en la cara. Elacofor, da media vuelta y comienza a andar, se detiene fugazmente. - Me hartan estos trapos – Dice mientras mira su muñeca y tras levantar la manga de traje café, hay un reloj, levanta la tapa del mismo y aparecen una serie de botones pequeños y blancos, presiona el primero y aparece una nube de humo grisácea y de repente, se esfuma, ahí, esta Elacofor, pero su traje café ha desaparecido, ahora lleva uno negro, con parches de colores por todos, lados, pero no me refiero a que tenga muchos, si no que tiene uno en casi cada parte donde hay costuras, se mira satisfecho y se quita un poco de polvo sacudiendo con la mano y se apoya firme en su baston, vuelve a mirar su reloj de bolsillo. - Ya deberían estar aquí – Piensa Es en ese instante que llega un carruaje negro, jalado por dos cabellos negros, hechos de huesos, pero negros. Se detiene junto a Elacofor, este sonríe y acaricia la cabeza de uno de los caballos, después voltea a ver al cochero, un hombre un poco viejo, pero no demasiado, sonriente y con una larga nariz, un sombrero alto de copa y ropa desgastada, pone en una mano las cuerdas que llevan a los caballos y con la otra saluda a Elacofor. - Mi señor – Dice con un tono grave – Hemos llegado. - Eso ya lo note Rodsiulanam – Dice Elacofor mientras camina hacia la puerta. – Pero llegad dos segundos tarde – Sonrie – Ademas soy tu amigo, nada de “mi señor” – Aun sonríe. - Cierto, lo olvide – Rie un poco – Elcafor avanza hasta la parte trasera y la puerta se abre, por si sola. Una joven, mas que el, con un cabello castaño y un vestido naranja, además de ojos avellana, le sonríe maliciosamente, el le responde la sonrisa y apoyado en un barandal sube de golpe al vehiculo y se sienta al lado de la chica. Toma su baston y golpea dos veces el techo. - Listos Rodsiulanam- Mira hacia el edificio - Vamos – Termina de decir cuando el carruaje comienza a moverse. Toma su baston y lo deja en un pequeño agujero a su lado, donde queda perfectamente guardado. Toma su portafolio y lo mete dentro de una ranura frente a el. Se recuesta un poco en el asiento, no termina de cerrar los ojos cuando la joven lo sacude de golpe por el brazo. - ¿Cómo te fue?, ¿Lograste convencerlos? – Dice ella de manera rápida mientras lo zarandea violentamente. - Querida… - Dice el mientras reacciona. - ¿Entonces?, ¿Iremos?, ¿Podremos ir? – Sigue ella preguntando sin detenerse. - Si me permitieras… - Responde intentando zafarse. - ¿Si?, ¿Saldremos al fin?, ¿Siiiiiii? – Dice ella con un tono de voz aguda que causa una mueca de enojo en Elacofor, el cual sin mas explota. - ¡CARAJO! - Grita sin miramientos – ¡PERMITEME HABLAR! Ella se petrifica de golpe y se voltea molesta. - Vaya que descarado eres – Dice ella con los brazos cruzados. - ¡¿Qué?! – Dice el – Pero si tu estabas… - No, ya no – Replica ella poniendo su mano en frente de el, impidiéndole hablar. El se queda perplejo ante la chica, la única que le deja de esa forma, su hermana menor. Ambos miran su respectiva ventana sin mirarse por largos momentos, hasta que ella voltea y le dice sin preocupación alguna de su represalia. - Muy bien, ahora si dime, ¿Qué sucedió? – El ya calmado responde mientras la voltea a ver. - No lo se – Dice – Creo que lograre convencerlos, ellos son hombres difíciles, el poder los vuelve bastante incrédulos e insensibles – Mientras tanto el voltea y mira el techo sin detener su narración – Vi miedo en sus rostros ante el futuro que plantee, pero no se si m harán caso… - Lo harán – Dice ella mientras saca algo debajo de su asiento – El problema que les pusiste es real y tu propuesta es el camino mas fácil de solucionarlo sin tanto embrollo – Estira su mano y la abre - ¿Quieres un dulce?. El mira las bolas de colores en la blanca palma de su hermana pero se desiste, el no tolera bien la azúcar. - Lo siento Lilith – Dice mientras rechaza la mano de ella – Sabes que no me agrada la azúcar. - Oh cierto – Ella se los lleva a la boca de golpe – Perdon, lo olvide – Ella habla con la boca llena al tope de los dulces que antes ofrecio. - Para que seas una dama, no lo simulas – Dice Elacofor mientras voltea a la ventana. Ella molesta, con la palma extendida, golpea el costado de su hermano con furia. - ¡AUCH! – Grita el mientras pone ambas manos en su costilla y se frota. - Debes saber que si soy una dama – Dice ella mientras termina de tragar los dulces. - ¿Y por eso debes destrozarme el torso? – Replica molesto y adolorido - Hay cosas que son necesarias – Jactandose ella felizmente. En menos de lo que creía Elacofor, el sencillo vehiculo cruzo el centro de la ciudad y se dirigio a una de sus orillas. Cruzando por las callejuelas y barrios de cada parte de esa ciudad, el cochero, dislumbro las grandes partes de esta, pasando por sus orillas, desde un risco, donde ya estaban construyendo casas, el rodeo un pequeño bosque, antes era mas grande, pero tuvieron que talar gran parte. El rio se cruzo por un viejo puente de madera oscura y con bases de roca cubierta de moho por debajo. Al final, siguiendo un viejo sendero de tierra, llegaron a una casona grande y vieja, de color blanco, pero opaco, como si hubiese sido abandonada. El hombre, detuvo a los caballos lentamente y finamente dijo satisfecho. - Hemos llega… - En ese momento la puerta se abre de golpe y Elacofor, sale de bruces y cae al suelo, detrás Lilith sale y comienza a patearlo. - ¡Te dije que soy un señorita! –Replica ella, furica y sin detener los golpes. - ¡Si asi fuera no comerías como cerdo! – Grita Elacofor intentando cubrirse de la furia de su hermana. - Ya comenzaron – Dice entre murmuros Rodsiulanam - Y ni siquiera han entrado a casa, vaya rutina – Dice mientras se lleva la mano a la cara. Despues de que Rodsiulanam detuviese a Lilith y Elacofor pidera las correspondientes disculpas, entraron a la vieja casa de este. La puerta es de color blanco, como casi todo el exterior del edificio de dos pisos, pero el tiempo le ha hecho verse perjudido, además tiene líneas negras que enmarcan ciertas partes de la misma, como decoración de la parte de fuera. Elacofor saca una llave de color bronce, nueva y la mete en le vieja cerradura, que amenaza con safarse por el movimiento que hace. Entran los tres y ven el pequeño pero suntuoso hall, los muebles son viejos, pero no tanto como la casa. Un exhibidor donde yacen varias pinturas y objetos de varias formas y tamaños. Ademas de una estantería llena de varias botellas de vino y otros liquidos. La alfombra es grande y de color negra, pero brilla y reluce bajo las multiples y pequeñas lámparas de todo el cuarto, en las paredes, donde no hay cuadros, están las amplias ventanas, con cortinas, cerradas, la iluminación no le agrada a Elacofor. Al final,una escalera de caracol que lleva a la parte superior del edificio, la pintura de dentro de la casa es color blanca también, necesita una nueva capa, pero aun asi logra resaltar en el complejo. Elacofor entra y siente una agradable brisa de vient frio en su piel, Lilith le empuja para que entre y Rodsiulanam niega con la cabeza al ver a los hermanos pelear nuevamente. - Ahh – Dice Elacofor mirando alrededor – Hogar, dulce hogar. - Si que lo es – Dice Lilith tirándose en un sillón de color chocolate – Estoy cansada. - ¿De que?, ¿ De no hacer nada? – Dice Elacofor dirigiéndose a la derecha, la cocina. - Sabes, me agradaz cuando no estas – Dice Lilith mientras engulle una paleta. - No se como pueden ser hermanos, Lilith siempre mlestando a ELacofor y este respondiendo… – Argumenta Rosiulanam cuando coloca su chaqueta en el perchero y voltea a sentir que algo lo golpea. - ¡No digas eso¡ – Dice Lilith después de terminar de lanzarle una segunda almohada. - Solo digo la verdad – Responde Rodsiulanam mientras toma la primera almohada y la lanza hacia ella, dándole en la cara – Vaya, mi puntería ha mejorado – Rie. - ¡Ya veraz! – Grita Lilith lanzándole todas las almohadas que puede. Mientras Elacofor, con cierta sonrisa en su rostro se aleja del cuadro conflictivo, camina hacia la derecha y entra ala cocina. - “Bien ahora que esta distraída, comeré algo” – Piensa al cerrar la puerta – “Los ministros serán gente poderosa, pero son bastantes tacaños…” – Dice al abrir la puerta y urgar en el almacen”. Sigue buscando hasta que oye algo en la mesa, tras de el. Voltea lentamente, mientras traga saliva y suda frio. Lilith y Rodsiulanam siguen su pelea entre gritos y uno que otro insulto, hasta que un grito rompe sus propios ruidos y les obliga a detenerse, volteando al unisono a la cocina. - ¿Escuchaste eso Rodsiulanam? – Pregunta Lilith poniéndose de pie. - Eso creo señorita – Dice el algo preocupado – ¿Habra sido el señor? - ¡Ela! – Grita el apodo que ella le dio a su hermano - ¿Estas bien? Silencio. - ¿Señor? – Pregunta algo turbado Rodsiulanam - ¿Señor se encuentra bien? – Silencio. Ambos avanzan lentamente a la puerta. Pueden sentir el palpitar de sus corazones y escuchar su agitada respiración, ella y el fijan sus ojos en la puerta, hasta que esta, de golpe, se abre, ambos brincan hacia atrás y se llevan la mano al pecho mientras intentan controlarse. Elacofor, asoma la cabeza y voltea a ver a Rodsiulanam. - ¿Rodsiulanam? – Dice con cierto tono despectivo - ¿Si señor…? – Evita titubear - ¿Qué es esto? – Elacofor apunta a la mesa dentro de la cocina. - ¿Eso? – Dice Rodsiulanam poniéndose de pie. - Si, eso – Responde Elacofor. Rodsiulanam termina de erguirse y avanza hasta entrar a la cocina, seguido por Lilith, cuya juvenil intriga la mueve mas que el miedo. En la mesa, señalado por la mano cubierta de Elacofor, en una pequeña jaula, esta un pequeño ser, un gordito y diminto roedor, de color blanco con café y unos ojillos negros, además de una nariz rosada, este intenta salir de la jaula que le mantiene cautivo en la mesa, pero en ocasiones se resigna y camina entre los barandales. Elacofor, le mira concierto temor, Lilith, fascinación y Rodsiulanam, le da igual. - Rodsiulanam – El tono de Elacofor delata cierta agresividad. - ¿Si señor? – Responde algo turbado. - ¿Qué es esta bestia? – Pregunta mientras le mira directamente. - No lo se, señor, apareció en los matorrales de los caballos y al verle, le atrape simplemente, me parecio curioso, además de extraño. - Asi que extraño y curioso, ¿Eh? – Dice Elacofor de manera despectiva. - Si señor – Rodsiulanam se mira culpable. - Me parece tierno – Dice Lilith de golpe sin temor a su hermano. - … - Elacofor la mira de manera furica. Pasan unos angustiosos segundos hasta que Elacofor, tome con sumo cuidado de la jaula al pequeño y lo ponga en una mano. La mirada de Rodsiulanam y Lilith se llenan de temor ante lo que hara Elacofor, este mira al roedor y finalmente con su otra mano, comienza a acariciarlo. - Me agrada – Dice el sonriendo cuando la yema de sus dedos, acaricia el pelaje del pequeño y este se acurruca en la mano de el. Tanto Rodsiulanam como Lilith sueltan suspiros de alivio y se miran alegremente. - Deberiamos ponerle un nombre – Alega Lilith de brazos cruzados. - Cierto, cierto – Responde Elacofor mientras lo sigue acariciando. - ¿Qué tal Leviatan? – Propone la misma Lilith entusiasta mientras mira al roedor - No, no me agrada – Responde Elacofor sin siquiera mirar a su hermana. - Entonces, ¿Mammon? – - No, tampoco – Responde de nueva manera Elacofor. - Entonces… - Dice Lilith antes de ser interrumpida - Es mejor dejar que el señor elija el nombre – Le sugiere entre susurros Rodsiulanam Ella asiente y Elacofor voltea y los mira. - Estare en mi estudio – Comienza a caminar – Si necesitan algo, llámenme, pero también… - Voltea a mirar a Rodsiulanam – Prepare la comida por favor. - Si… si señor – Responde rápidamente. Elacofor lo mira seriamente. - Recuerda, ¡Somos amigos! – - Ahh… esto… cierto señ… perdón, Elacofor – Rodsiulanam titubea un poco. - Bien, asi esta mejor, me retiro. Comienza a caminar y sale de la puerta sin dejar de mirar el pequeño roedor. Lilith y Rodsiulanam se miran mutuamente y de manera preocupa, pero olvidan esto y finalmente Lilith habla. - ¿Qué prepararemos…? - No termina de hablar cuando se oye un golpe en la escalera. Ambos salen corriendo y encuentran a Elacofor tirado en el piso. Mientras se levanta, se masajea la espalda y la cabeza, una con cada mano. Lilith corre y le ayuda a ponerse en pie. Rodsiulanam mira entre risas la escena. - ¿Qué sucedió Ela? – Pregunta lilith cuando su hermano ya esta de pie. - Nada, nada, es solo que… - Deja de hablar y comienza a ver el piso desesperado - ¿Qué pasa?, ¿Qué busca? – Pregunta Rodsiulanam - El roedor… el roedor… ¡DONDE ESTA EL ROEDOR! –Grita deseperado Elacofor mientras Lilith y Rodsiulanam buscan en el piso deseperados. - No… no le veo señor… - Balbucea Rodsiulanam - Esto es malo… - Dice Lilith mientras mira al piso Elacofor busca deseperado en esa parte del piso junto con Lilith y Rodsiulanam, pero sin ningún resultado, las miradas tensas y de preocupación aumentan entre los tres, los pensamientos de estrés tambie, nada encuentran, nada hacen. Elacofor, mueve muebles y levanta el tapete, seguido por Lilith, mientras, Rodsiulanam mira entre los escondrijos inaccesibles para los demás, pero ningún movimiento o mirada es fructífero. Nada. Simplemente nada. Despues de casi una angustiosa media hora, Elacofor toma asiento en el primer escalon de su viea escalera, derrotado y algo deprimido, Lilith se sienta a su lado y ambos miran al suelo resignados, Rodsiulanam sigue bsucando y levantando, con una sola mano, muebles y demás sin ningún hallazgo. Lilith voltea y mira a su hermano, toma su mano, este sorprendido, la voltea a ver y ambos sonríen, hasta que ven que algo se mueve en el bolsillo de este. - ¿Qué fue eso Ela? – Pregunta su hermana con cierto temor mientras suelta su mano. - No… no lo se Lilith – Responde tembloroso Elacofor. Con una inhumana valentía, la débil mano de Elacofor se acerca al bolsillo donde descansa su fiel reloj, traga saliva, mientras comienza a meter los dedos, hasta que postra su mirada en el piso, dejándola inmóvil. Lilith, desde cierta distancia, aumenta su respiración al ver esto, no se mueve, ni ella ni su hermano. - ¡AHHH! – Grita Elacofor mientras salta hacia arriba con una mueca de terror. - ¡AHHHHHH! – Grita su joven hermana con un gran sobresalto evitando que el corazón le estalle. - ¿Eh? – Dice sin inmutarse Rodsiulanam al voltear a ver a los casi muertos hermanos - ¿Qué sucede señor? – Habla mientras se acerca a Elacofor. Este permanece de espaldas ante ambos, Lilith con una agitada respiración y Rodsiulanam, una creciente pero no notoria. Los segundos pasan y se consuman de manera rápida, hasta que Elacofor voltea sonriente con el roedor en sus manos, el cual se encuentra ileso y mordisqueando el guante de nuestro extraño protagonico. - ¿Qué? – Pregunta Lilith con una total intriga – ¿Cómo fue que le hallaste?. - ¿Qué no es obvio? – Responde Elacofor mirando al roedor – El estuvo escondido en mi bolsillo todo este tiempo… - ¿Pero por que no se movia o algo? – Vuelve a preguntar Lilith - Creo que quedo inconciente después de la caída y hasta ahora despertó – Responde Rodsiulanam seguro. - ¿Y esta bien? – La curiosidad de Lilith esta al máximo, mezclada con preocupación. - Eso pareciera – Responde alegre Elacofor – Muerde mi guante como antes, además no tiene sangre o alguna rotura. - Vaya menos mal – Lilith sonríe – Espero y no vuelva a suceder algo asi… - Esperemos – Dice Elacofor mientras da la vuelta para subir las escaleras de nueva cuenta – Rodsiulanam, espero a la cena, mientras estare en mi estudio, por favor, no tarden demasiado. - Claro señor – Responde Rodsiulanam mientras da la vuelta y se dirige a la cocina. - ¡Yo te ayudare! – Dice la juvenil Lilith mientras sigue al frio hombre y comienzan a charlar. Elacofor, sonríe mientras les mira y sigue su acenso por la escaleras. Al llegar a la planta alta, una serie de puertas le aparece delante, un total de tres ala derecha y tres a la izquierda y una gran puerta al final. El cmienza a caminar, el piso de arriba carece de muchas pinturas, solo oleos familiares, de el y sus hermanos, cuando eran mas jóvenes, básicamente niños. Ademas sus padres, a quien el recuerda con gran cariño, mientras se detiene a observar una pintura de sus padres cuando eran jóvenes y recién desposados. Sigue hasta el final del pasillo, pronto recuerda que hay dos cuartos vacios, el de su hermano y el de sus padres, las cerraduras tiene telarañas, ninguna llave las ha usado en varios años, eso le trae nostalgia, pero el pequeño roedor que lleva, le obliga a llegar hasta el ultimo cuarto, el cual abre con una llave que lleva en el bolsillo izquierdo del pantalón, unida a varias mas. El crujido de la puerta es breve, el pasa velozmente y cierra de igual forma. El roedor se deslumbra ante la oscuridad de la habitación, que Elacofor mata con una serie de lámparas de aceite, conectadas entre si, una prendida enciende las demás, una pequeña invención de el. Elacofor se pasea. En el centro del cuarto, se halla un escritorio, detrás unas gruesas persianas de varias uniones de hilos rojos y gruesos. En este espacio hay varios oleos, pero no muchos familiares, casi todos, personajes famoso e ilustres de la ciudad y su historia, además de unos cuantos mapas de esta. Hay una gran estantería en un costado, con cientos de volúmenes de todos los tamaños y colores además de coberturas, ninguno empolvado, todos son leidos y releídos frecuentemente por Elacofor, quien gusta de desvelarse con una buena taza de espeso café y un libro a la luz de la medianoche. Ademas de lo ya mencionado, hay una pequeña sala, de sillas y una mesa central, donde yace, el vino favorito de su padre, cerrado desde su muerte, Elacofor no bebe. Elacofor pasa con una alegría increíble, este lugar es su refugio, su espacio privado, donde la ley solo la aplica el y para el. Da unos brinquillos paseándose por el lugar, hasta llegar al estante donde mira entre todos los libros y sonríe al tomar uno, con el titulo “Tratado de las Reflexiones Maquiavélicas, de R.T.” Finalmente camina con el roedor en una mano y el libro en otra hasta llegar a su asiento detrás del escritorio, una vieja silla acolchonada de terciopelo color azul, donde el disfruta largas veladas sentado e incluso durmiendo. Pone el libro sobre un monton de papeles que tiene regados sobre el mueble, además de lápices y hojas arrugadas, llenas de garabatos, citas, reflexiones e ilustraciones que el mismo hace. Rapidamente ordena todo con una sola mano mientras el roedor, asoma la cabeza desde lo alto, para ver como todo termina con un orden casi perfecto y entendible para cualquier ser. Con una mirada de satisfacción, Elacofor se acomoda, sentado y reclinado en su confiable silla, con su libro en la mano, coloca al roedor en su pecho y abre el libro. Empiza a hojear hasta que encuentra una parte agradable a el y voltea a ver a su nuevo acompañante, el cual inesperadamente, mira también el libro. Elacofor sonríe y decide halbar con este diminuto animal. - ¿Te interesa la filosofía? – Dice sin recibir respuesta – Pues no te preocupes mi infante compañero, yo leere con un timbre claro y gustoso para que puedas entender cada palabra que desees – Saca unas gafas de un cajón y comienza a leer. “El arte de el amor, es algo inexplicable en este frio mundo hipócrita, desde el punto de vista de casi todos, es algo fabuloso e inexplicable, que causa sensaciones de fabula y maravillosas, esto es lo que digo, inmensa bola de idiotas, el amor es una sensación como cualquiera otra, odio, tristeza, etcétera. Tiene su origen en cierta parte de la cabeza, es algo tangible y por lo tanto, humano, pero el dia que el humano sea perfecto, lo serán también las sensaciones que este tenga, pero hasta este punto, solo puedo decir que el amor, solo trae mas cosas negativas que positivas desde cualquier aspecto. Causa desilusión, ira, coraje, celos, envidia, decepción, frustración y mil males mas de golpe, menguando el alma y la fuerza personal de cada uno. Permitan deciros que en si es algo innecesario e inaguantable…” Elacofor detiene su lectura cuando libera un profundo bostezo, y nota que su compañero, ya esta en los brazos de Morfeo. - Ah, afortunado eres, concilias sueño pronto, creo que yo – Vuelve a bostezar – Debo reponer un poco de fuerzas, este ha sido un dia poco usual en mi agenda… Mas tardo en decir esto que en hacerlo, Elacofor cayo en un relajante y necesario sueño, sin darse cuenta del tiempo que transcurría y en su siesta, cayo en un sueño. … - Padre, padre” – Decia un pequeño mientras jalaba el traje de alguien mas, alguien enorme a sus ojos - ¿Qué sucede… - Responde antes de que el pequeño le interrumpa velozmente. - Cuentame de nuevo… - Dice con un tono de petición infantil - ¿Qué cosa? – El hombre se extrañaba un poco. - Ya sabes que cosa – El pequeño sonreía intentando conseguir su objetivo. - Ah, ya recuerdo, lo que vi, ¿No es asi? – El hombre sonríe al niño - Si, eso, por favor, por favor, por favor- La mirada del niño le miraba fijamente - Claro, claro – El hombre toma asiento en una silla terciopelo color azul – Sentaos, te narrare mi viaje. - ¿Tu viaje? – El niño toma asiento - Si, mi viaje, a un mundo extraño y difuso, donde encontré, algo, algo que me hizo diferente por siempre - ¿Qué cosa? – La inquietud del niño aumento. - Esa cosa – El hombre comenzó a titubear – Esa cosa me hizo diferente por siempre, me cambio de golpe – - ¿Qué cosa? – El niño no se veía satisfecho - Esa cosa, esa cosa – El hombre titubeo – Esa cosa, es… … - ¡Ela! – Grita Lilith desde la planta baja. Elacofor se despierta de sobresalto y su amiguillo también, ambos voltean hacia todos lados y el libro cae de golpe al suelo, doblando unas hojas. - Vaya, cuando ya iba a la mejor parte – Dice Elacofor frotándose los ojos. - ¡Ela! – Vuelve a gritar su hermana mas fuerte aun. - ¡Ya voy, ya voy! – Responde sonoramente este, mientras se cuestiona hacia sus adentros - ¿Qué sucederá, nunca insiste tanto ni aunque sea comida? – Elacofor sale rápidamente de la habitación, esta vez el roedor va en su hombro, sin que este se percate, hasta unos momentos después y sonríe curioso. - Al parecer te agrada mi hombro – Rie levemente. Sin respuesta de nueva cuenta, avanza en grandes pasos por el pasillo hasta llegar a las escaleras y las desciende velozmente entre rapidos pasos hasta llegar al hall, donde ve detrás de Lilith y Rodsiulanam, otro individuo. - ¿Qué sucede? – Pregunta lentamente Elacofor sin siquiera tomar aliento. - Este hombre te busca – Dice Lilith mientras devora otra paleta. Elacofor se abre paso entre Lilith y Rodsiulanam hasta toparse con el individuo, un poco mas alto que el, con una capa que le cubre incluso el rostro, excepto los ojos, lleva un sombrero parecido al de el, Elacofor tarda unos segundos en descubrir quien es. - ¿Ministro Loficud? – Dice con una gran incredulidad Elacofor El ministro suelta la capa revelando su identidad con una sonrisa, mientras mira a Elacofor. - Buenas tardes, Elacofor – Responde el ministro con alegría. - Bue… bue… nas tardes señor – Elacofor no logra omitir su incredulidad ante el - ¿Qué… que se le ofrece…? – - Simplemente venia a informaros algo Elacofor – Responde mientras mira rápidamente la casa. - Si… ¿Qué…que venia a decirme mi señor? – Elacofor se inclina en la mayor brevedad. - Basta, basta Elacofor – Le ayuda a ponerse de pie – Somos hombres, no debes alabarme, lo mio es solo una ocupación como cualquiera otra, asi que por favor, abstente de , ¿Si? – - Si mi señor – Responde rápidamente Elacofor en la brevedad posible - ¿Qué venia a informarme? – Pregunta un Elacofor pasmado. - Vera… - Responde Loficud sonriente – Los ministros hemos discutido el asunto y…. - ¿Y? – Pregunta Elacofor - ¿Tiene ya la decisión? – La ansiedad lo consume de manera definitiva. - Si – Loficud responde acertadamente – Ya tenemos una decisión.
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