LA MUERTE DE UN HOMBRE.
Publicado en Oct 27, 2015
He asesinado a un hombre. Pobre de mí, pobre de él. Fui el único testigo de su muerte. Falleció sobre mis palmas y sobre ellas reposan sus restos. Me pesa tanto en el andar su frío cadáver que a cada paso mi alma pierde una huella. He asesinado a un hombre, a un poeta. Pobre de mí, pobre de él. Ya no se escucha su llanto por las mañanas. Ahora se oye su silencio en voz baja. Ahora su tristeza pasó a mejor vida, muerta de risa. Ahora sus deseos están cumplidos, pero lo extraño tanto que me duele haberle hundido la burocracia por la espalda, como un acto de cobardía. Su grito fue acallado por mis manos. Su vida fue extraída de un cuento de horror. Di muerte a un joven escritor. Pobre de mí, pobre de él. Reclamó a la muerte tantas veces que que no pude negarme, y solo ahora comprendo que estará felizmente fundido con la nada. Estará más lejano que Osiris, estará más siniestro que Hades, lo mecerá Morfeo en el sueño, tendrá más sinfonías que Bach, pero nunca será Neruda, ni Vallejo. Porque murió mancebo, con el futuro como aliciente, con el talento como espada, pero nada es justo. Se mató solo. Me mató a mí.
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