Me gusta levantarte toda sobre mí
para ver tu humanidad concreta.
Para morder la comisura de tus labios
y los bordes de tu cuerpo silencioso.
Me gusta ver los pliegues de tu pubis
y el lugar donde andó tu pubescencia.
Cubrirte de sábanas transparentes
y ponerte encima de mi pecho.
Amarte hasta el extremo de los éxtasis.
Besar tus deltas exquisitos.
Detenerme en tus senos emotivos
y juguetear en ellos largamente.
Beber de ti la luna y su abundancia.
Prensarte con mis brazos arteriales
y acostarte a mi lado entre almohadones.
Me gusta salarme en tus mares de cereza
y descubrir las mixturas de tu asombro.
A veces, me gusta sujetarte a mí como una duda
y que sucumbamos a la interacción pacífica
de cuerpos que giran en el vértigo.
Me gusta tomar de tu leche y tus uvas
mientras el sol va devorando al mundo
y nos entretejemos el uno en el otro.