JUAN DEL VALLE CAVIEDES
Publicado en Nov 21, 2015
De padre Español y de madre Peruana Juan del Valle Caviedes nació en esta ciudad de los reyes en 1652, al cumplir 20 años fue enviado por su padre a España a quien ayudaba en el manejo de los negocios, pero 3 años después tuvo que volver precipitadamente, noticiado del fallecimiento de su progenitor, heredo regular fortuna y en su traviesa juventud se entregó a una vida bastante disipada.
No tenía carácter para el estudio y tampoco lo seducían los grados ni el título, despreocupado de ideas religiosas, su mayor anhelo era vivir la vida intensamente, no era un erudito ni sabía latín, detestaba ferozmente a los médicos, pero en cambio era poseedor de un gran espíritu que no adulaba a los virreyes, ni cantaba loas a la España conquistadora, pues solo le bastaba con reír. La vida y obra de Caviedes encuadrada en la época en que floreció, merece especial atención ya que es un legítimo y autentico criollo, además de poeta según la acertada opinión de don Luis Alberto Sánchez quien dijo de él que era el más alto exponente del limeño mazamorrero; los paralelos citados por don Luis en relación a Caviedes son múltiples, dice que tan pronto está al lado de Quevedo como al de Rabelais, o al de Francois Villon. Del Valle Caviedes tenía una personalidad juguetona e irreverente, era un satírico formidable y un sin par cronista en la literatura colonial, su riza punzante y atrevida conseguía su objeto en el alcance deseado, serpenteaba y hacia reír, original por excelencia es el verdadero creador del criollismo y la sátira, tenía aguda percepción del ridículo, era incomparable en el chiste y en el chascarro, siempre oportuna y punzante, en 1661 el empezó a darse cuenta que era un poeta. Arrepentido de su larga vida de libertinaje llego al matrimonio, con el poco dinero que le sobrara estableció una tienda de baratijas, en uno de los llamados cajones de la ribera, en las vecindades de palacio de gobierno, de ahí que es llamado el poeta de la ribera, pero esta etapa de tranquilidad y calma duro muy poco, muy pronto lo visito la desgracia y en la casita de la ribera murió la esposa, Cabiedes dominado por el dolor de la irreparable pérdida se dio a la bebida, murió antes de cumplir los 40 años en 1692. Caviedes es un espíritu anacrónico que se rebela contra la tradición, alejado de la solemne tristeza nostálgica de los castellanos y de la melancolía oprimida de los nativos indígenas, se acercó a la vida con la frescura de su alma abierta y amplia, sin ningún doblez ni término medio, es el primer revolucionario y el más ilustre poeta de la colonia. Sus obras están reunidas en los volúmenes “dientes del parnaso” y “poemas diversos” los que ostentan singular gracia y amenidad, su fin es una paradoja dolorosa, toda su rebeldía e irreverencia se perdió, murió como uno de tantos rodeado de clérigos y médicos, que seguramente pusieron un marco de severidad a su reír jocundo. De dientes del parnaso de juan del valle Caviedes: A PICO DE ORO (que se casó con una vieja panadera) Pico de oro solamente En lima es médico sabio Pues sabe ya mucho más Que Hipócrates y esculapio Pues se ha curado así propio De un pestífero contagio Peste del que enferman muchos Y del que pocos hay sanos Digo que de mal de pobre Que es un achaque de diablos Con pulso y orina ajena La pobreza se ha curado Casase con una vieja Más antigua que Velazco Que al Rey Wamba no le deja Nada en materia de años Sin fin de semanas santas Se tiene en cada zancajo Por los siglos de los siglos Que tiene de tiempo rancio Mejor que para mujer Es la dicha, por lo anciano Para un excelente vino Que aquí lo antiguo no es malo Viuda era de un panadero Y con pico se ha velado Con el gastara sirviendo Lo que otro gano amasando Dicen que el novio con ella Se remedia, y es engaño Porque antes la novia trae Al pobre pico alcanzado En las cuentas que le ajusta Ella no huye embarazos Pues quiere cuentas con pico Y siempre quiere pagarlo Yo no sé porque se paga La novia del pico tanto Si es la cola por quien ella Le hace tantos agasajos Enamórese la dicha Del mediquillo pintado Narciso que en orinales Mira siempre su retrato Guerréalo con sus recetas Un cupido boticario Tirándole por arpones Jarabes y electuarios Visítala en un achaque Porque fue achaque el llamarlo Para que el mal la curase Del reconcomio del gallo El pulso la cogió pico Y conoció, por el tacto Que de un accidente el Era el color y el emplasto Pidió el orinal y ella Le respondió que era en vano Que estaba vacío, y dijo Pico, habrá de rellenarlo Violo y míralo con los Visajes acostumbrados Y aun con más. Porque tenía El orinal mucho sarro Recétala una sangría Del arca, que reventando Estaba en el humor rojo Y esta dio el brazo y la mano Consiguiese luego, al punto Por estar aparejado Pico de lanceta, y ella La venda que ciega a tantos Se hizo luego la boda Que la mujer por su trato Tuvo en un instante todo El casamiento amasado Los parientes de ella dicen Pierde ella, y es lo contrario Pues con cincuenta y cinco Se tiende, siempre ha ganado Ella es vieja perdurable Y pico de oro es muchacho Con que la boda olerá Más cabra que chivato Con parientes da en casarse La mujer, si su velado Primitivo era matoso Y este lo es por matar tanto Si ella se cura con el En breve estará acabado El matrimonio, que pico La despachara volando Gócense en la bella unión Brindándose en cada paso Ella a pico tortas, y el A ella jarabes violados.
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