Y caminando por la playa, Amaranta, cayó en cuenta, que no dejaba huellas.
Se sentó en la orilla por si acaso. no halló sentido alguno.
Algo pasaba.
Estimuló cantando al viento y el aire iba y volvía.
Le daba vida y la hería.
Y se preguntó. 
Y porque la flor que sin moverse deja sus pisadas.
Y ella que se movía no las hacía.
y si las dejaba, entonces porque no las veía?
Y nadie le respondió. 
Paso el tiempo y Amaranta, la abeja, recorrió el mundo buscando dejar su huella, la misma huella que el mundo dejó en ella.
 
Y si lo pensamos bien. Nosotros estamos volando. No me preocupa que si dejo huella o no. Lo que si me preocupa  es no darme cuenta de la huella que la vida deja en mi.
Piensalo bien. Tu y yo. También somos como las abejas que cuando creemos que dejamos algo es mas bien lo contrario. 
Fild