Qudate
Publicado en Dec 09, 2015
Léeme. Escríbeme. Subráyame. Márcame la piel como si tus dedos fueran la pluma que han contado todas las historias de este mundo. Como si la única historia que existiera fuera la de tus ojos cuando me miran. Y entonces bésame. Bésame como si fuera el último acto de amor que pudieras hacer en el mundo, como si mañana ya no estuviera a tu lado para que volvieras a hacerlo. Y así cada vez que me beses. Cúrame, con las manos, con la risa, con el alma. O mejor mézclalo todo y enredate conmigo, en mi trampa ya no cabe nadie más que tú. Porque los espacios se han reducido al tamaño de tu boca y a esa forma que tienes de hacerla mía. A tu manera de ver el mundo y a esas manías que solo tú tienes y que me parecen tan divertidas. Y me río sin parar cuando dices cualquier burrada y quiero esconderme de ti porque tiemblo y no paras de acercarte. Porque suena esa canción en mi cabeza cuando levantas la mirada y prometes con los ojos que nunca vas a mirar a nadie igual. Esa canción que ni si quiera creo que exista pero si existiera diría algo así como "el cielo es tuyo si te ríes, al menos el mío". Porque no se ama hasta que no se siente que la piel no es más que un obstáculo que te separa del otro. Porque yo no puedo, de verdad que no puedo, sentir algo más que esto que siento. Porque no me cabe en el pecho y me muero de calor. Porque, como dice esa canción, necesito sudarte como se suda un día de verano. Por eso te lo recuerdo. Cómeme. Muérdeme. Destrózame. Pero sobre todo, quédate.
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