Le pregunté a Dios qué estaba pensando
cuando sopló el hálito de la vida en el hombre…
Bajó hacia mí su mirada y me dijo
-Pensé en la grandeza de un ser que pudiera
iluminar la luz de la sabiduría sobre el cuidado
de aquellos otros seres que había creado,
sobre aquella vida que planté en la tierra
cuya belleza cubriría la faz total de este Planeta…

-Qué otra vida, mi Dios, habías creado?
-El agua, me contestó, cuya pureza
se esparciría sobre el suelo, para darles
el riego, las cosechas. Para calmar su sed.
El fuego, cuyo poder le serviría al hombre
para abrigo del frío, para cocer la carne.
El viento que soplaría en los campos
para mover los molinos , para espantar las plagas.
Las plantas, cuya siembra y cultivo
Le darían medicina, granos, el pan de cada día.
Y animales que el hombre protegería
que se esparcirían por doquier, cuyo objetivo
sería mantener el equilibrio biológico
de la naturaleza, proveer alimentos, el abrigo…

-Y si todo estaba tan bien planeado
si las cosas sucedieron como lo pensaste
Dime, mi Dios, entonces… Por qué lloras?
-Porque el hombre, apenas tuvo  vida
contaminó las aguas, prendió fuego los campos
destruyó los molinos, diseminó las plagas
exterminó la fauna para vender sus pieles
inventó armas biológicas con drogas que envenenan
y que fueron extraídas de plantas alteradas
cambiando su genética, arrasando los bosques
destruyendo todo aquello que a su paso encontraba…  

Miré sus ojos puros anegados de lágrimas
contemplando su mundo, su obra que Él amaba
-Qué harás, Señor, le dije, lo vas a arrasar todo?
Limpiarás esta Tierra, impondrás un castigo,
comenzarás de nuevo? Me miró como un Padre
mira a su hijo y dijo – No va a ser necesario.

El hombre, en poco tiempo, se destruirá a sí mismo…