Amanece en el congreso
Publicado en Jan 13, 2016
AMANECE EN EL CONGRESO
Se escucha el giro recalcitrante de unos radios de bicicleta Son modelos idénticos a los de verano azul aunque minutos antes juraría haberlas visto aparcadas a la vuelta de la esquina… En cualquier caso, ahora llevan el sello Europa y traen consigo el descrédito, por ello se dejan el pulmón, apartan su corbata y pedalean con la misma intensidad que sus ganas por salir guapos en pantalla. La ocasión bien lo merece, se trata de la asunción de una nueva cámara, un hemiciclo repleto de caras extrañas, rastas atusadas, y bebés utilizados… Algunos medios han otorgado denominación a la obra: “La vuelta al cole”, y en verdad no les falta razón, porque la amalgama de jueguecitos y sonrisitas caballonas ha ocupado toda la mañana, mientras los “profes” intentaban educar, inútilmente, a los nuevos alumnos. La honrosa instrucción se ha reflejado mediante una mezcolanza insoportable de emociones, coronada por la incredulidad y calzada por la resignación, pues aquellos que eran protagonistas no lo han sido tanto y por ello han resuelto despotricar acerca de las generaciones venideras. En un intento épico, los más elegantes han empleado su pericia en corregir la posición de la levita y encauzar el camino de un rizo sin gomina, para, entre clase y clase, lanzar insolentes miradas hacia los neófitos que trataban de abordar materia de adultos delante del objetivo. En algún rincón del pabellón, los había que todavía pensaban en el hecho de dejarse una barba con chinches o una camisa sin planchar para motivo de mayor pavoneo, si cabe. Lo mismo debían barruntar sus ignoradas flatulencias antes de salir despedidas bajo el yugo de un trasero respingón que finalmente ha hallado los suntuosos sillones de cuero granate…Ahora entiendo que prefieran no ducharse a tener que acarrear con el peso de que a uno le hagan partícipe de “La Casta”. El resto… ¡Igual! Y lo más preocupante está en saber si esa palabra tiene una connotación positiva o negativa, una incertidumbre que comienza a descubrirse demasiado cierta. Será pues que ya no se trata de legislar ni forzar el rostro hasta los límites de la adustez y la solemnidad, sino de competir en una carrera de disfraces grotescos, donde la bandera blanca se empuña con fuerza a pesar de hundirse el barco. Las ratas perecen, pero los necios también. ¿Y el Senado…? ¡A quién le importa el Senado! A lo que íbamos: “¡Sí se pué!"
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|