Mientras trapeo la escalera.
Publicado en Jan 19, 2016
Mientras trapeo la escalera, pienso que una casa es como un organismo vivo. Una vez escuché la frase “tu cuerpo es un templo”, pero yo creo que en realidad no es algo tan místico, sino más mundano, y con más polvo. Y en seguida pienso que el cuerpo es como una casa; y que, como una casa, el cuerpo también tiene puertas y ventanas, y dormitorios y salas. Y también tiene ratas y cucarachas, y grietas y filtraciones y cañerías pinchadas. Y rejas que rechinan y cajones que se atascan.
En verano mi casa es calurosa, y con la humedad las paredes se hinchan y se manchan de moho. Todas las noches hay un grillo atorado en mi cabeza, y de día están las calandrias y los zorzales (perdón pero no cantan lindo) que me picotean. Mi casa no tiene chimenea, en invierno es muy friolenta y no es suficiente con la estufa eléctrica (porque gasta mucha luz, que en cada mes aumenta). Sólo un par de veces logré tener jazmineros o rosales que sobrevivieran por más de seis meses. Y dos o tres limoneros, que luego de varios años terminaron por abicharse. Y un jacarandá esbelto y violáceo, hogar de una familia de torcazas, hasta que un día lo tiraron abajo; y todavía recuerdo a las torcazas alrededor del espacio vacío que quedó del árbol. Pero todavía tengo una Santa Rita que hace ya tiempo que dejó de dar flores. Y una vez talaron al níspero porque la vecina se quejó de que le llenaba el patio de hojas. Y desde entonces ese mismo níspero da frutos cada vez más amarillos y más agrios. En mi casa siempre habrá un perro o dos vigilando desde el zaguán, y un gato (o dos) ronroneando en los aleros. Y muchas telarañas en los rincones del techo, aunque odio las arañas y siempre que las veo trato de matarlas, pero siempre vuelven.
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