Mis ojos ya eran de ella
Publicado en Jan 21, 2016
Era un jueves en la tarde, una tarde calidad, el cansancio se hacía sentir, los hombros estaban pesados, el hambre se notaba más, y la soledad irónicamente era la única acompañante. Los pies se movían por simple fricción y guiados por el hambre de una mañana larga. Al fin llegaba al restaurante, y ela ahí, haciendo la fila para la comida, ela ahí, hermosa y simple, tan bella como siempre, mis ojos parecían atraídos hacia ella, y mi corazón latía por lo mismo que hacía que el tiempo se detuviera, todo lo demás desaparecía, no existía nada más, el hambre ya no lo siente mi cuerpo, me dirigía a la fila de la comida, y la tenía ahora más cerca que nunca, multiples sentimientos y pensamientos extraños llegaban a mí, una explosión de colores pasaban mi mente, ella hacia que imaginara tantas cosas, volviendo a la realidad, al frente estaba, solo tenía que hablar con ella, solo eso, pero que le decía?. Luego me di cuenta que no estaba sola, la acompañaba un amigo, pero El, jajá, como era posible? Él era alguien con quien había cruzado algunas palabras antes, era un compañero de clase, ni siquiera sabía su nombre, y sin pensarlo dos veces lo salude, toda pasaba por mi cabeza en ese momento, y ella seguía sin notar mi presencia, él me respondió y me saludo de igual manera. La fila se movía, ella recibía los platos de la comida, se alejaba de mi con cada paso, tenía su bandeja completa y siguió caminando buscando una mesa en donde sentarse, mis ojos no apartaban la mirada de su forma de caminar, estaba tan lejos ahora; pero paso algo, algo que parecía obra del tiempo, obra de elementos en conjunto, de un universo en perfecta sincronía, El, me dijo que si quería acompañarlos. Ya saben mi respuesta, no iba a negar mi respuesta. ahora mi mente se relajaba, después de momentos de torturarse a sí misma, viendo como todo se perdía con cada paso que la nena más bella daba; solo una oportunidad tenia, no podía tropezar, ahora lo seguía a él, hacia la mesa en donde ella yacía, llegue donde era, él me presento como un amigo, y enseguida ella dijo su nombre, parecía que todo se detenía, una conversación comenzó a fluir entre los tres que estábamos, pero yo no podía dejar de apartar mi mirada de cada movimiento que ella hacía, creo que todo lo demás lo hacía por instinto, porque mis sentidos estaban enfocados y atraídos hacia una niña que tenía a mi lado izquierdo; luego de hablar a cerca de varias cosas con las personas de la mesa, otra persona apareció, era conocido del él, y comenzaron a hablar entre ellos; fue ahí; fue ahí cuando ella y yo cruzamos miradas, y luego palabras, ahora solo éramos ella y yo, ahora sus labios me llamaban, ahora tenía a la belleza de la dualidad frente a mí. Terminábamos de almorzar, salíamos del restaurante, él iba acompañado por su amigo, se dirigían a clases, y yo con ella iba; luego se dijeron adiós, ella y los otros dos; yo solo quedaba con ella, me hizo saber que no tenía más nada que hacer, en la misma situación me encontraba yo, fui entonces cuando comencé muchas cosas cambiaron en mi vida, fue ahí cuando con ella, voces que balbuceaban fuerte en mi cabeza comenzaban a callarse. Fue ahí cuando solo ella ocupaba mis pensamientos, fue ahí cuando mis manos y caricias, mis labios, mis ojos, mi oído, eran entregados, fue ahí cuando comencé a entregarle poco a poco pedacitos de corazón, pedacitos que en ocasiones erran arrugados y desechados, fue ahí cuando temía que ella algún día se alejara, cuando su aroma era lo único que mi nariz quería, su aliento lo único que mis labios anhelaban, me estaba haciendo un adicto a ella; fue ahí cuando un desborde de amor tocaba la puerta, una puerta cerrada, muy tarde me di cuenta que esa puerta ya no se abría, que el único que sentía era yo, que ella solo quería rellenar el vacío que la soledad deja a su paso. Yo dispuesto a todo, dispuesto a enamorarme, gran error, yo la llegué a amarla, y ella nunca lo sabrá pero así fue. Un pedacito de mi corazón pertenece a ella al igual que mis ojos ya eran de ella desde el primer día que la vi.
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Raziel Roa