Los lbulos pintados
Publicado en Sep 18, 2009
Veo los lóbulos pintados de una orejas
y espaldas casi hechas de cerigrafía. Veo a las muchachas tatuadas desde su espina dorsal hasta el tobillo. Es una forma de protesta algo insensata pero comprensible en la rebeldía adolescente. Algunos llevan aros en los hombros y de ellos se guindan a fornidas cadenas. Rapan sus cabezas con franco desespero y visten sudaderas arrogantes. Es la decadencia sincera de la sociedad. Andan en motos envenenadas y rugientes. Son legos, toscos, saludables y lozanos y hablan con aspereza y vulgaridad a sus mayores. Creen ser sabelotodos en su patética ignorancia. Trazan símbolos de paz con sus frasquitos de compota: Apenas han dejado pañales y tetinas. Hablan abstractamente de la guerra, esa que mata a los hombres concretos y consumen ácidos endovenosos. La juventud traza hoy temprano su cementerio: Son como bufones de certera incertidumbre. Rapean y se inventan en descarnada iracundia. Y creen refulgir con la eficacia de los astros. No son todos así, pero si un grupo considerable: Llamitas que bailotean en su extremo acérrimo. Se identifican con la extrema derecha y con el leninismo. Juegan por igual a los dados, los bolos, la baraja. Se deshacen en dichos y denuncias. Muchos llevan ya sus herpes inguinales contraídos en afanes incestuosos. Para el adulto, son pequeñas moléculas sin meta que se repiten entre lo desconocido y lo perdido.
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