Estoy cansado de las presentaciones.
De las citas a ciegas y de las mujeres maduras.
Estoy cansado de jugar a que existo si tengo una pareja
Y de mirar entre las faldas de color mercurio.
Siempre he estado solo entre mis entes
y sé que lo genital no debe ser lo general ni trascendente.
Mi alma debe hallar su sola complacencia.
Me he cansado de vivir cortejando
a mujeres multíparas y jóvenes altaneras.
Mi alma está llena de tantas dilaciones y entreveros.
Que quizá nadie pueda responder a mis preguntas.
No quiero ser como una prenda que se quita
una mujer insana antes de tomar una ducha.
No sé si quiera mantenerme atado a ligaduras
que me propusieron algunas hembras férreas.
Bajo la faz culta de sus largas peinetas
hay tigresas de ego desbordante.
Creo que subiré a las montañas
o pasearé entre aviezas simas desérticas
a tonificarme entre flores elocuentes
y ascender por mi pensamiento elucubrado.
Quiero huir de los detallados talles pretenciosos
y de las bruscas caderas minerales.
Buscar la sencillez del pólen y la abeja.
Olvidar que la mujer es una causa y una excusa
y heredar la forma ilustre de los yermos
que tanto placer simple han colocado en mi alma.
Permanecer soltero no es un agravio
ni afrenta, ni ofensa para mi yo entristecido.
Quizá pertenezco a otra otredad
y deba vivir solo, informal, contemplativo.