Con una copita de más
Publicado en Feb 06, 2016
Al vino no se lo engaña, hay bronca, hay odio, hay amor y él lo sabe. Con tu recuerdo rondando sobre el vino, mis ojos no son de acero, que aún ellos suelen soltar y aflojar como si les echaran cien azotes por ello. Si alguna vez de tus ojos me dieres descanso, de pareceres tan varios, de amores que te atan por ambos cabos. La borrachera va y viene de la locura a la razón, te hace mudar de ropa, te viste de brío, entonces mi pecho se levanta altanero y con cada copa; copa a copa, leño a leño, como flaca estopa se levanta terrible fuego y se convierten tus olvidos, en las gotas de mi llanto. No me paré en los perjuicios cuando regalábamos las diferencias, ni reparé en los contrastes cuando no encontrábamos la común opinión, humo de paja fueron nuestros acuerdos, cenizas de nuestros pleitos. La larga experiencia en el trago, lo que aprendí una vez, y mi madre me lo repitió por diez, esto te predico y te vendo: El dolor en el vino vive su incendio y se apaga cuando se quiebra la otra copa en el brindis. Creía yo, y así lo conservamos, lo menos mal que se pudo, y nos llegamos en pobreza, nos hicimos de camorra, en las dudas de los celos, nos amamos entre los pies ligeros de broncas apretadas. Eras mi otra copa en el brindis. He oído decir a mi abuela “No te embriagues que el vino, te deja tuerto, con tanto alcohol que te ciega y no te deja ver la huella del camino. ¿Cómo puede haber tanta risa en el llanto? Quiero, entre el alivio y el daño, entre lo dulce y lo amargo; cobrar la deuda vieja de amores perdidos. ¿No hay quien trence tu mirada y la mía? Quiero esa sonrisa, entre dicotomías inaccesibles, y aún así, termine con tus manos sobre las mías. ¿Dios existe? No puede ser que lo que sea en todo tenga que ser en nada. Si Dios existe ¿dónde está el amor, dónde está ella? Brindemos por ella que ya no existe y brindemos por Dios, que sin ella, tampoco existe. No pienses ni por un momento que en mi silencio te quiero menos. Quiero que sepas con una lágrima rondando por mi botella: Es el amor a tus ojos claros el que ha inventado todos estos versos. Con un hambre desnudo por ver tus ojos; un desierto de sal fue mí ser de sed infinita. Por eso… por eso, quiero a porfía quitarle un verso a tus ojos para dárselo a esta copa de vino y sirvan tus ojos de ala para el verso que levanta vuelo. que hará mi verso indecible y a mi pluma inexplicable en amores mal gastados
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones por ese desgarrado escrito amigo
gonza pedro miguel
Enrique Gonzlez Matas
TE FELICITO PORQUE ESTÁS EN BUENA RACHA LITERARIA.
UN BUEN ABRAZO AMIGO.
gonza pedro miguel