Lo que uno hace por amor,
otro lo hace gratis, decía Jhon Mariom,
y creanme, no tuve opción.
Resignarse es lo mismo que acomodarse,
a la realidad, de quien la relata, omitiendo 
la de quien la oye.
Cuan duro es, Jhon, al respecto.
Y cuan blando soy yo, protesto.
Y es que,
me miró con esos ojos a chocolate medio batir,
con esa sonrisa a medio dibujar,
y caí, justito ahí,
justo en el ápice lunar
de su ceja malvada.
Como no iba a gustarme el tintineo
de su cabello revuelto, 
el crimen en sus labios,
que aun no se habría resuelto.
Efímera y devastadora,
como no iba a enamorarme yo.
Como no iba a hacerlo?  
Y se bien que, para cada loco,
siempre habrá otro más loco
que le dé la razon.
De ahí, que siempre termino
justificando su proceder.
Que si le tengo miedo?
No es que le tema al fuego, sino mas bien,
es quemarme, lo que me asusta.
Y ella es el fuego vivo.
No temió, Jhon , a intentarlo.
Si no temió él por que he temer yo?
El detalle esta en no quedar ilesos,
y mucho menos por amor, decía.
Y le creí.
Le creo.
Como no iba a enamorme entonces?
Era imposible no hacerlo,
Y ello, Jhon lo sabía.