Me niego a pensar que es un tipo corriente, que mal gasta los pocos pesos que recibe al final del día en licor y más cigarros, quiero pretender que vive en esas casas pintadas de colores en la loma, que el día que pasa midiendo la calle con su caja de dulces entre carros vale la pena, a pesar del calor, sol inclemente, lluvia o frío, al final del día lo esperan en casa y saluda con el semblante de optimismo que lo caracteriza.
Él para mi es un enigma, quisiera entrevistarlo pero ¿bajo qué argumento lo haría?, no tengo otro mas allá que la curiosidad que me embarga cada vez que lo veo y que lo he visto durante estos tres años en la parada del autobús, debo decir que no falta nunca a la cita, y para asombro mio he vistos solo tres veces que le compran cigarrillos; siempre se ve cansado pero nunca contrariado, es de estatura media, el paso del tiempo ya es evidente en su cuerpo, ojos pequeños su postura es un poco curva y siempre carga una bolsa plástica transparente en su bolsillo, a veces pienso que su esposa es la que vende dulces doblando la esquina y que él aprovecha el público conductor y abarcan esos dos espacios, debe llamarse Ruben o tal vez Hector.
Nunca sabré su realidad pero seguiré observándolo cada tarde mientras espero en la parada del autobús.