[…] y voy retrocediendo hacia ti. Donde veo la típica luz, esa llama incendiandote, y tu pidiendo ayuda. No es que le tema al fuego, sino que, quemarme es lo que me asusta. Y una recuerda, traicionada por los sentimientos, que cuando todos decidan irse optaremos por quedarnos. Y una a veces asquea esos abruptos de la adolescencia, y te repites, torpe!! Torpe!! Eran otros tiempos!! Otra situación!! Y no cedes. Y aunque tus sentimientos te traicionen, tu no los traicionaras. Y ahora se que una no termina por traicionarse sin antes haber cedido un paso a los buenos tiempos del pasado, y por mas ilógico, incoherente que parezca, el amor puede hacerte hacer de todo, pero nunca te hará quedar mal. Eso te lo aseguro.
Y ahora, a esta edad, después de haber regresado del pasado, después de haberme quemado lo suficiente, he llegado a entender del porque mi corazón defiende sus heridas, y es que por alguna razón inmensurable, teniendolas abiertas, una respira mejor, el aire fluye, y se siente bien. Me siento bien.
Y quizás, en parte, somos una de esas personas, que no se muestran tal cual son, sino que van dejando pistas, migas en el camino, en otras palabras, somos una de esas personas que se muestran en capitulos, en episodios, como si por si acaso, nos extraviaramos, alguien sepa, donde nos quedamos, y que cuando sus sentimientos también le traicionen, y cuando todos se hayan ido, ese alguien decida quedarse, y regrese, regrese por nosotros.
 
Escrito por Emily B. Mendoza.