EL GATO FIEL
Publicado en May 14, 2016
Dormía, como siempre, bajo la ventana. La brisa del mar solo me rozaba al pasar por encima antes de rodear la casa. Cada mañana amanecía aturdida y despeinada, como si hubiera hecho el amor con un animal salvaje, que por su belleza era capaz de consumir mi alma. Y entonces acaricié a mi fiel gato que, como siempre, a los píes de mi cama me esperaba para lamer mi mano cuando su cabeza yo la rozaba. Me sentía enamorada sin saber de quién, pues ni siquiera el más guapo de la clase me hacía temblar, ya que mi corazón por otro latía, aunque desconocía el nombre, su apodo y su semblante. Solo una cosa comprendía por los rasguños bajo mi vientre, y era que él hacía que todo lo cruel que vivía se convirtiera en cenizas, ya que todo lo derretía por su ira o por su talante. Esa noche era Luna Llena, la que decían que era cuando el lobo sale, las muchachas parecían alteradas como si fuera a llegar un príncipe que las desposase, y yo solo pensaba que quería despertar como la noche pasada: llena y radiante. Oscureció, puse el despertador a media noche, y cerré los ojos sintiéndome deseada a pesar de desconocer a dicho galante. Sonreí al gato que a mis pies descansaba, era callejero pero desde que llegué, cada anochecer, me protegía de los misterios de la noche, y cuando dije “buenas noches” una sombra con cuerpo parecido a un Centauro me puso las piernas arriba en sus hombros para besar mi ser que vivía para ser tragado, ya caí sin apretar las piernas para luchar contra el mal que tanto atrae al deseo humano, y con una sola mano me puso a cuatro patas, me penetro con su miembro viril, con movimientos del animal que su parte inferior dominaba a la cabeza humana que veía delante, y ya mareada me dejé hacer porque creí que era un ritual pues tanto goce no era natural para un hombre. Después de verme débil me giró y con su lengua ya usada mis pechos mordió hasta que salió sangre, aunque no dolían, erectos aparecían como adorando a tal tipo de amante. No sabía si era sufrimiento o pasión por lo que mi corazón latía, me sentía drogada mientras la música del despertador me hizo abrir ojos aunque no tuviera fuerzas ni para reconocer al cantante. Entonces vi esa Sombra a los píes de mi cama donde estaba mi gato cada Luna para aliviar el miedo que trae la noche. No podía gritar para echarle, me desmayé en la cama; y cuando el sol daba en la ventana me incorporé desnuda y amada junto a mi gato, que ronroneo mirándome con ojos brillantes, delatando al amante que me hacía ser mujer como jamás antes…
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|