Me estoy olvidando de algo!
Publicado en May 23, 2016
Todas las mañanas, Pedro seguía la misma rutina. Apenas se levantaba, iba a la cocina. Los fósforos como si quisieran hacerle una broma se escondían. Pedro rezongaba culpando a su esposa, por no encontrarlos. Bostezaba. De repente como por arte de magia, los fósforos aparecían y encendía la cocina. Prendía la radio. Desesperado abría y cerraba las puertas de la alacena, buscando el tarro de café.
Otra vez, llegaría tarde. A las apuradas, tomaba su taza de café. Pedro pensaba: me estoy olvidando de algo! No me puedo acordar qué es. ¿Seguro que lo anoté en el celular? ¿Pero cómo lo busco? No recuerdo qué es. Este café sabe horrible! Dando un portazo, salía de su departamento e iba a tomar el subte. Pedro llegaba a destino y caminaba como sonámbulo por la calle Corrientes. La cabeza gacha, preocupado, hasta entrar al trabajo. Ya todo el resto le daba igual porque lo único que le importaba era saber ¿Qué se estaba olvidando? Estaba convencido que lo había anotado en algún lado. A media mañana, recibió una llamada telefónica. Era su esposa Matilde que le gritaba ¿cómo te pudiste olvidar? El contestaba ¿qué pasó?. Matilde muy enojada, rezongaba: estoy harta de tus olvidos! Pedro en voz baja, contestaba: ¿qué me olvidé?, Matilde más tranquila dijo: Pedro ¿estás bien? Pedro sudaba y repitió, ¿vos sabés, qué me olvidé? Matilde contestó: pagar la cuota del colegio de los chicos. Pedro aliviado dijo:¡Ah! Era eso. En la agenda electrónica, Pedro tenía anotado como pendiente ese tema. Matilde cortó. La secretaria de Pedro entró y dijo ¿se acuerda no? No entendía Pedro cómo era que se había olvidado de su eficiente secretaria. Ella le organizaba, en una agenda, su vida. Pedro preguntó ¿usted sabe qué me olvidé? Ella rió y contestó: hay Pedro.., que cabeza la suya. ¡Qué haría, usted sin mí! Se casa la hija del Gerente General. Tiene que hacer un regalo importante. Pedro contestó: ¡Ah! Era eso. La cabeza iba a estallarle. Entraba en pánico, cada vez que pensaba en que nunca más, podría recordar que se estaba olvidando. El día terminó. En el viaje de regreso a su casa, siempre leía los mensajes del celular. Su amigo de la infancia le preguntó: ¿Qué te pasó? En Facebook me aceptaste la invitación. Eran los 25 años de egresados. ¡No sabés lo que te perdiste! Seguro que no hubieses reconocido a varios de tus compañeros. Pedro llegó a casa. Reinaba el silencio. Esa paz lo ayudaría a recordar. Se sentó en el sillón, frente al televisor. La publicidad decía “acuérdese la otra vez lo que le pasó”. El periodista entrevistaba a un político que decía “los argentinos no tenemos memoria”. Sintió un golpe secó en la puerta. Entró una mujer hermosa y muy sensual. A Pedro, su rostro le parecía familiar. Ella dijo: ¿vos sabías que yo te puedo ayudar? Pedro la miró a los ojos. Respondió: nadie me puede ayudar. Ella acariciaba un muñeco de peluche. Con tranquilidad dijo: Pedro ¿te acordás cuándo fue que lo olvidaste? Esta mujer de piernas hermosas, lo encaró a Pedro mientras su mano le acariciaba la cara. Ella lascivamente le dijo: ¿te acordás por qué te olvidaste? Pedro gritò, pero ¿quién es usted? Ella lanzó una carcajada, y dijo: ¿de verdad, no te acordás de mi? Pedro apartó su mano. Ella dijo:¡Pedrito, soy yo! . No paraba de reír. Pedro quería incorporarse y no podía. Ella le mostró su sensual escote, mientras decía: Pedro, soy tu conciencia y te olvidaste lo que es sentir, hace mucho tiempo. Tus sueños son digitales, tus ojos ya no lloran. Tu amor es distante. Tus besos no tienen gusto. Tu vida es tan automática que te olvidaste darle un “Enter” para vivirla. La imagen de esa mujer de perfume sensual se fue tornando borrosa. Matilde lo golpeaba y gritaba: ¡Pedro, despertá! ¿Hiciste lo que te dije? ¿Te acordaste? Pedro asintió con la cabeza. Matilde con tono burlón le dijo: era hora, de que te acordaras. ¿Cuándo llega, el delivery de las empanadas? Destinado especialmente a alumnos o profesores que participan o enseñan de talleres de escritura. La versión que se lee a continuación es la original. La primera leida es la versión definitiva. Es un claro ejemplo ambas versiones, el poder de la pablabra sobre la imagen. Pedro estaba apurado porque debía ir a trabajar. Le obsesionaba la idea. Se estaba olvidando de algo. Eran las ocho de la mañana. Se sirvió apurado un café. Otra vez, llegaría tarde. Pedro pensaba: Me estoy olvidando de algo! No me puedo acordar qué es. ¿Seguro que lo anoté en el celular? ¿Pero cómo lo busco? No recuerdo qué es. Este café sabe horrible! Era lunes por la mañana. Pedro caminaba como sonámbulo por la calle Corrientes. La cabeza gacha, preocupado y llegaba al trabajo. Ya todo le daba igual. Se preguntaba, una y mil veces. ¿Qué me olvidé?. Tengo que haberlo anotado. ¿Pero dónde? A media mañana, recibió una llamada telefónica. Era su esposa Matilde que le gritaba: Pedro ¿cómo te pudiste olvidar? Él contestaba ¿qué pasó? Matilde enojada, rezongaba: estoy harta de tus olvidos!. Pedro, en voz baja, contestaba: ¿qué me olvidé? Matilde más tranquila dijo: Pedro ¿estás bien? Por la frente de Pedro corrían gotas de sudor. Le repitió, la pregunta:. ¿vos sabés… qué me olvidé ? Matilde contestaba: Claro, Pedro. Pagar la cuota del colegio de los chicos. Pedro aliviado dijo: ah! Era eso. Tenía anotado este tema en su agenda electrónica. Lo que pasaba que tenía muchos gastos y analizaba cómo resolverlo. Matilde cortó. Su secretaria, entró y le dijo ¿se acuerda no? Pedro se había olvidado de su eficiente secretaria. Ella le organizaba, en una agenda, su vida. Pedro le preguntó ¿usted sabe qué me olvidé? Ella rió y contestó: hay Pedro.., que cabeza la suya. ¡Qué haría, usted sin mí! Se casa la hija del Gerente General. Tiene que hacer un regalo importante. Pedro contestó: ah! Era eso. .. La cabeza iba a estallarle. Era una obsesión, se estaba olvidando de algo. El día terminó. En el viaje de regreso a su casa, siempre leía los mensajes del celular. Su amigo de la infancia le preguntó: ¿Qué te pasó? En Facebook me aceptaste la invitación. Eran los 25 años de egresados. ¡No sabés lo que te perdiste!. Vos siempre fuiste débil de memoria, seguro que no recordarías a algunos de tus compañeros. Pedro llegó a casa. Reinaba el silencio. Esa paz lo ayudaría a recordar. Se sentó en el sillón, frente al televisor. La publicidad decía “acuérdese la otra vez lo que le pasó”. El periodista entrevistaba a un político que decía “los argentinos no tenemos memoria”. Sintió un golpe secó en la puerta. Entró una mujer hermosa y muy sensual. A Pedro, su rostro le parecía familiar. Ella dijo: ¿vos sabías que yo te puedo ayudar? Pedro la miró a los ojos. Respondió: nadie me puede ayudar. Ella acariciaba un muñeco de peluche. Con tranquilidad dijo: Pedro, te acordás ¿cuándo fue que lo olvidaste? Esta mujer de piernas hermosas, lo encaró mientras su mano acariciaba su rostro. Lascivamente le dice: ¿te acordás por qué te olvidaste? Pedro gritaba, pero ¿quién es usted? Ella lanzó una carcajada. De verdad, ¿no te acordás de mi? Pedro se sobresaltó, apartando su mano. Su perfume era muy sensual. Su imagen, fue borrosa, repentinamente. Ella le dijo:¡Pedrito soy yo! . No paraba de reír. Pedro quería incorporarse y no podía. Ella volvió frente a él. Le mostró su sensual escote, mientras decía: Pedro soy tu conciencia. Te olvidaste de sentir, hace ya mucho tiempo. Tus sueños son digitales, tus ojos ya no lloran. Tu amor es distante. Tus besos no tienen gusto. Tu vida es tan automática que te olvidaste darle un “Enter” para vivirla. Pedro reaccionó, otra vez, ese perfume. Matilde lo golpeaba y gritaba: ¡Pedro, despertá! ¿Hiciste lo que te dijé? ¿Te acordaste? Pedro asintió con la cabeza. Matilde con tono burlón le dijo: era hora, que te acordarás. ¿Cuándo llega, el delivery de las empanadas?
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