Hace un juego de rol muy, muy lejano
Publicado en May 25, 2016
-¡En tu cara!- dijo el entusiasmado joven. Se notaba que atribuía a los antiguos dioses su suerte, sin darse cuenta que sólo fue una coincidencia. Ahora, si hubiese sido capaz de reproducir el mismo resultado otras cuatro veces seguidas, estoy seguro que volvería a cualquier ateo en creyente. El resultado de su suerte fue, según ese gran libro donde se encontraban las reglas de este universo (y luego de todas las matemáticas atribuíbles a cada personaje), un corte en la yugular causando la muerte luego de cinco turnos de intensa agonía. Al ser este el último enemigo en pie, ahora muerto, festejaron como lo saben hacer los jóvenes roleros: mearon el cuerpo de su enemigo, y causaron otras atrocidades sobre los cuerpos sin vida de aquella cuadrilla de orcos nivel 8 que tuvieron la mala suerte de enfrentarse a cuatro jóvenes que habían subido a nivel 12 luego de 48 horas seguidas de juego.
No se les había ocurrido mejor manera de camuflarse para su infiltración que deshollando a sus enemigos, poniéndose sus caras e intentando imitar las posturas, gruñidos y voces de estas míticas bestias. Los personajes cruzaron el cuarto que estas criaturas resguardaban. En ella encontraron a una orca enorme que cuidaba a varios orcos más pequeños, mientras movía un cucharón en una enorme olla. Luego de verles, ella le dió la espalda a la olla y clamó con una voz ronca y hosca típica de estos monstruos: -¡Piedad! - ¡Huevo! - Contestó el haradrim, embistiendo contra la obesa orca, la cuál intentó defenderse lo mejor que pudo con el cucharón. No duró un turno. Durante los siguientes 5 minutos se encargaron de matar a los niños orcos del lugar. Dejaron vivos a dos, porque quisieron convencer a uno de que no era un orco y de que estaban ahí para rescatarlo. Luego de unas impresionantes tres tiradas seguidas mayores de 96 (una de las cosas más impresionantes que ví en mi vida), lograron convencerle de que no se llamaba Scraga, sino Chapulina, de que había sido raptado cuando era un bebé de los brazos de su madre, apuntando al fornido, y peludo, Beórnidas, el cuál desempeñó su papel de madre amorosa a la perfección (sacó 98 en actuar), y de que matara al otro orco infante sobreviviente para demostrar su valía y lealtad a su nueva familia. Luego de un momento de duda, donde el pequeño Chapulina tenía un último atisbo de duda, el haradrim, que había lanzado un increíble 000 en los dados para influenciar, seguido de un 96, y para rematar con un 70, agarró la mano de Chapulina, le puso en su pequeño pecho y le dijo: -¿Qué sientes? -Mi corazón.- dijo el pequeño orco -¿Y ahora?- le preguntó el haradrim, mientras ponía la mano de Chapulina bajo su cota de mallas contra su pecho. -Tu corazón. -¿Ves? ¡Somos iguales!- dijo el orgulloso Haradrim, ahora padre adoptivo de un pequeño orco. El grupo hizo un círculo alrededor de los dos orcos pequeños, les lanzaron un par de cuchillos, y dijeron que si querían ser libres, sólo uno vivirá. Chapulina perdió. El otro pequeño orco le cortó un brazo. En el poco tiempo que lo habían adoptado, el grupo de jóvenes se había encariñado del aleatorio personaje no jugador, así que mataron al asesino de su hijo adoptado (por venganza), le pusieron el brazo a Chapulina lo más rápido que pudieron (sacaron un 15 sobre 100 en medicina), y le pusieron una pargen en la boca (muy escasos objetos mágicos que sirven para revivir al personaje recién muerto... sólo tenían uno). Todo para revivir a su querido Chapulina. Cuando recobró el sentido, vio que le habían puesto su brazo al revés en el apuro... así que le enseñaron a pelear de espaldas y de frente al mismo tiempo. Y se convirtió en su compañero para las aventuras venideras. Todo esto es real. Y ocurrió durante dos noches seguidas de rol.
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