Cuando cantan los grillos
Publicado en Jun 01, 2016
Si el espeluznante sonido no hubiera alterado mi tranquilidad, probablemente estaría ante las horrorosas ruinas de mi civilización. Ante mí, la esperanza renacía, pero a paso rápido le seguía la maldad. Esa maldad pura, que mata, y remata sin compasión. Sin distinción alguna. Que ataca a pobres y adinerados. A ladrones e inocentes. Sin embargo, estamos en lo cierto cuando decimos que quienes primero son dañados, son aquellos que con basta paciencia han cultivado el poder, pasando por encima de pueblos, ciudades y países. Ya que con ellos se origina todo mal, toda realidad social equivoca. Ya había perdido a mi familia, pero mi hermano, mi hermano del alma, probablemente sobrevivía pesar de todo. Y mi conciencia precisaba encontrarlo. Puesto que sin él estaba incompleta…Sin seres como ellos, no se está, ni aquí, ni allá, ni en ninguna parte; Amar es una necesidad biológica. Y sin nadie que amar, mueres, de pronto, sin aviso. Amar, es como respirar. Y a mí, se me acababa el oxígeno. Me levante, procurando que nadie se fijara en mí. Partiría en medio de la desgracia, y el mundo entero estaba atento a quienes quisieran cambiar eso. Yo lo intentaría, deseaba ser feliz. Con una mirada me contentaba, con un ladrido o tan solo si observara su huella en el fango Camine, avance sin rumbo, buscando una señal que me acercara a sus ordinarios ojos color café. A su ordinaria cola. A sus ordinarias orejas que mi padre le había cortado sin mi consentimiento. “Se verá más bonito así, tiene las orejas muy grandes, es muy feo” Me dijo, con un cuchillo de cocina en mano. Y Si mi desacuerdo ante esa perversidad se hubiese hecho notoria en ese momento, probablemente yo cobraría las consecuencias. Pues cortarle extremidades a un perro, es netamente lo mismo que consumir jamón envasado. El impulsar a las fabricas a la matanza de animales que coexisten junto a nosotros desde hace miles de años, es un error en la moralidad del ser humano, que por cierto también es animal. Y el tratarnos de animales, no es tratarnos con insultos; es un halago pensar que aún nos queda un poco de inocencia. Esa inocencia propia de gatos, perros, ¿Y porque no también de caballos y ovejas, pollos y peces? El sentir compasión, el ser libres, el carecer de bondad, no son aspectos propios del hombre, porque en sí, el ser humano se ha convertido en un ser en completa negación con su naturaleza. Divise un bosque, alejado de la ciudad; la tempestad y la tormenta. Deduciendo unos segundos llegue a la conclusión de que ese sería el perfecto refugio, para cualquiera. Y mi intuición, que gritaba efusivamente en mi interior, se adentró a ese lugar, y me planto frente a un arbusto. “Aquí está tu hermano- susurro-búscalo tras la hierba, ahí estará, puesto que tu estarías también allí “. Así era, tras la hierba estaba, tras la oscuridad. Y él era como la luz, que alumbra siempre en noches de invierno, como la luz que se refleja en la inmensidad de la nada. Como el fulgor de una estrella en el espacio exterior. Como la esperanza de un pequeño punto azul pálido. Se lanzó a mí, ya sin esperar nada. Como si fuera su única oportunidad de amar. Pero, no, estaba haciendo sus últimos esfuerzos, aquellos que realiza el difunto antes de caer al infinito. Había esperado para dedicarme su última sonrisa. Y yo lo había buscado para poder verla. Apreciarla, admirarla. Nos derrumbamos cuando los grillos cantaron, cuando los grillos gritaron. No nos volveríamos a sonreír. |
DEMOCLES (Mago de Oz)
Magdalena Caceres
Sinceramente,a mi relato le tenia total desconfianza,ya que divagaba entre mis palabras y mis pensamientos.
Pero con una persona a la que le haya gustado,me basta y me sobra.
¡Muchas,muchas gracias!