INVOCACIÓN A LA UTOPÍA

Un ardor de vidrios
estallando en medio de la hoguera
o tal vez la enorme ola
arrebatando al navío
la sensación de ir hacia algún lugar.

La telúrica revuelta de los intestinos
el sopor tardío de la palabra
traicionada en piruetas luminosas.

Algo de fragor por batallas al margen
del olor a los panes sobre la mesa.
Yo quisiera oír la música de la aldea
y recuperar los días de la fiesta.

¿De dónde han venido los marciales inspectores?
¿Quién les inocula el delirio de grandeza?
¡Ah, la nieve sobre los tejados
y las manos rojas, y tiesas
y estoy aquí, buscando un fuego
mientras camino temblando entre mis vértebras!

¿Patria, libertad, fraternidad, igualdad?
¡vaya polka o baile de saloncitos!

La tierra traga la sangre de las batallas
y esconde los cráneos
para las generosas lombrices.

Maquinarias terribles y monstruos de fuego
asolarán los mares y los valles.
Hambre y huidas hacia los remansos de la tierra,
y ciudades en ruinas, una tras otra.

Este ardor me va quemando el alma
y solo miro en la finura de unos ojos grises
un destello de utopía que me levanta de las sombras.

¿Raza humana, dime dónde,
dónde has puesto el horizonte de tus sueños?  


E.D.A