Había una vez, un gato negro,
como la noche, como el evano,
tan negro como pantera,
tan negro como el amor.
 
Ahí estaba, solito, mas no olvidado;
yo siempre lo admirába,
huyendo y  yendo, a veces calmado,
a veces con drama, ahi estaba al alba.
 
Corría, se iba, seguía y venía,
avanzando a  templanza,
libre de amos, libre de casa.
De casa en casa, y de caza a casa,
una, dos, tres veces otra vez.
 
Corriendo un dia logré alcanzarlo,
-¡minino, ven!-..."quise atraparlo".
Alguien me vió... -¿Qué? !voy a llevarlo!
Cautelosa me acerqué, -¡gatito ven!
Gracioso hizo: -¡maau!- y corrió a mis pies.
 
¡Que alegria me dio!, me enamoraron sus hojos de ternura,
¡que hermosura!, y se aclaró mi duda,
amiga nueva tenía sin duda,
su rostro al mío le dió calor, aceptaba mis brazos,
aceptaba mi amor... 
 
 Anduvimos por tanto tiempo juntas,
sus travesuras, decían, no puedes conmigo, no me asustas,
sus ronroneos, te quiero, si lloras me derrumbas.
Abi, la nombré, la amaba, y como la amo la amaré,
Siempre estará en mis recuerdos, diciéndome -mmaau,
yo soy tu noche, yo soy tu evano, yo soy tu amor-.