Son palabras bíblicas, no me pregunten de qué libro, pues lo ignoro ahora mismo, en el cual se cita que huye el ladrón sin que nadie le persiga.
No recuerdo tampoco el nombre del bandolero andaluz que una vez indultado del todo, tras la incapacidad de la Guardia Civil de darle batida, se exilió en Argentina y trabajó libremente como calquier mortal. Hasta que un editor le propuso escribir sus memorias. La negativa fue rotunda ¨Si lo hago, ahora tendrán pruebas para acusarme¨.
Es por ello que antes de ser mujer, en mi adolescencia y primera juventud me metí en mucho líos producto del Alcohol, fantasías y un  largo etcétera de situaciones. Hasta que hicieron piña contra mi y me acorrarlaron.
Claro que muchas veces, tenía que afinar el oído para saber qué hablaban  de mí. Sólo para escuchar; nada. El silencio más absoluto, salvo mi acusativa conciencia.
Ahora que soy mujer, cuando mi psicóloga me ha enseñado a perdonarme y se han acabado para siempre los demonios de mi confusión, reflexiono en mi etapa pasada, y aunque ya se ha difuminado en la memoria aquellos episodios,he recordado esa cita bíblica, no ya para autoperdonarme, sólo para no equivocarme.