Viernes Negro
Publicado en Aug 13, 2016
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VIERNES
 
 
  
Déjenme contar, que cuando desperté esta mañana presentí que nada saldría bien.
Había estudiado, pues tenía examen en el colegio, era el último día de exámenes, por fin.
La verdad sentía que no se me quedaba nada del contenido para los exámenes.
  
Toda la mañana pase inquieta, no sé, me sentía rara; el día estaba claro, parecía que no iba a llover.
Deje que pasara la mañana. Llego la hora de ir al colegio.
Los exámenes habían estado bastante fáciles, a decir verdad.
Después del colegio tenía algo muy importante que hacer.
  
Hay un chico que me gusta, a él le gusta patinar. Después del colegio iría a verlo a un viejo templo donde solía patinar por las tardes.
Desde ayer no estaba con muchos ánimos, no me gustaba salir cuando estaba así, pero, quería verlo, verlo a él.
Me gustaba tanto verlo, me ponía muy contenta cuando lo miraba.
Esa tarde, antes de ir a cierto lugar... fui a visitar a una maestra, ella recién había abierto un negocio de comida asiática, me regalo unos dorayaki que estaban muy buenos. Entonces pensé, ¿Por qué no compartirlos?
Los pedí para llevar, así podría compartirlos con él... supuse que iban a gustarle.
Camine al lugar donde íbamos a reunirnos, en el camino me topé con un vecino, lo salude y continué con mi camino.
Estaba feliz.
El problema conmigo es: que cuando me siento feliz, luego me siento muy triste. Estar feliz para mí dura tan poco.
Llegue al lugar, él no había llegado aún.
¡Qué bien! Dije, suspiré al sentarme.
Comencé a comer de aquellos deliciosos dorayaki... estaban muy buenos.
Al rato se apareció él, antes de que llegara a donde yo estaba ya lo había visto.
Había conseguido un asiento bastante bueno, podía verlo sin necesidad de voltear. La casa de enfrente tenía unas ventanas que hacían un reflejo excelente.
Se sentó y le ofrecí de aquellos dulces, acepto pues se venían apetitosos.
Le gustaron, sabía que le gustarían.
Comenzamos a hablar, luego de un ratito él comenzó a patinar.
Y como había dicho, los vidrios de aquellas ventanas hacían un reflejo excelente. Podía verlo a través de ellas sin problema.
Luego de patinar un rato, fue a sentarse.
Comenzamos a platicar de nuevo, se notaba distraído.
Después dijo que alguien más llegaría en cualquier momento... es bueno reunirse de vez en cuando con los demás amigos ¿No?
Aquella tarde comenzó a ser muy defectuosa, el cielo ya no solía verse igual. Si miraba el cielo, me daba ganas de llorar.
Traté de que no me importara tanto, estaba con él, nada podía arruinarlo.
  
Llego aquel amigo después de un buen rato, saludo a ambos y se sentó, dijo que venía saliendo de la universidad.
Traía su tabla, al parecer iba a patinar también.
Y así fue.
Se puso a patinar un ratito dejándonos solos a él y a mí.
Observaba como hacía un dibujo en mi cuaderno, era bueno dibujando.
  
Llego aquel amigo a sentarse de nuevo, se quedó ahí y, comenzó a platicar.
  
Una soda fue destapada, aunque no estaba fría, fue bebida por él... y el otro amigo.
  
Las nubes comenzaban a hacer formas graciosas en el cielo.
  
Luego de comenzar a platicar con aquel amigo que había llegado, él, tomo su patineta y se fue a patinar.
  
Me había quedado charlando un rato, comenzamos a tomar fotos con el celular, había un charco de agua a la par de donde estábamos sentados, parecía un espejo, pues reflejaba bastante bien todo alrededor, pero de una manera más oscura.
El chico que me gusta seguía patinando, le tomamos una foto parado frente al charco, pues se reflejaba casi por completo.
  
Había notado un cambio de expresión en él, parecía enojado, quizá lo estaba, pero seguía patinando.
El amigo con el que tomaba fotos, quería tomarse una foto conmigo, yo no quería, no me gustaban las fotos... más bien, no me gustaba que me tomaran fotos. Me gustaba más tomarme fotos yo solita.
Sin embargo, nos tomamos algunas.
  
El chico que me gusta fue a sentarse de nuevo, bebió un poco de soda.
Me estaba pidiendo que nos tomáramos una foto, lo cual rechace diciéndole que no salía bien en las fotos.
Se molestó.
Me dijo algo cuando se levantó, esas palabras que nunca puedes olvidar.
‘‘Jamás en la vida''
Entonces jamás nos tomaríamos una foto juntos.
-La tarde se arruinó.
Dije, susurrando.
  
La tarde comenzó a tornarse triste, el atardecer despedía melancolía, sabía que no sería un buen día.
Sentí desesperación, miedo. Él no era como los demás que va a dejar pasar las cosas.
No puedes hacerle algo, él se enoja fácilmente por cosas tan simples.
Él es una persona a la cual no le importa quedarse solo.
Él no necesita de nadie para salir adelante, no necesita la mano de alguien más para avanzar.
Se empuja solo hacia la vida o la muerte.
Se empuja en su tabla y se pierde en su mente.
  
Seguramente iba a terminar mal, eso pensé.
Llevaba días pasándola mal, la depresión quizá. ¡No comprendo! ¿Por qué pasaban esas cosas?
¿Por qué siendo un día tan excelente junto a él termina arruinándose?
Paso la tarde, rápido, muy rápido. No encontraba la hora en la que tuviera que despedirme de él, quizá sería la última vez que lo vería, quizá y después él ya no me hablaría.
  
Comencé a sacarle fotos a aquel amigo, comenzó a posar, pero ninguna de sus fotos le gustaba.
Luego por fin hubo una foto que le gustó.
Él llego a donde estábamos tomando fotos, le tomé una foto con el celular del otro amigo, ni siquiera la vi.
Le pregunte si se había molestado, le tome de la muñeca, quería irse, pero yo quería pedirle disculpas.
Le pedí que por favor me perdonara.
Creo que no sirvió.
Lo solté y se alejó en su tabla, continuó patinando.
-Se está enojando mucho conmigo. -
Dije, y aquel amigo me respondió.
-Él así es, se enoja por todo. -
¿Ahora qué iba a hacer?
¡Él va a abandonarme!
  
Fui a sentarme, no tenía que pensar, no tenía que hacer, solo me quede observándolo unos minutos después de apreciar las formas de las nubes.
  
Llego la hora de irme.
Sentí un nudo en la garganta.
  
Agarré mi mochila y me despedí del otro amigo.
De suerte el chico que me gusta venía en dirección a donde yo iba, se detuvo.
-Debo irme. -
Dije, no dijo nada, en su mirada se notaba que estaba frustrado.
-¿Estás enojado? -
Pregunté.
Dijo que no.
Aunque sí lo estaba.
Todo se estaba yendo a la mierda en segundos, segundos, segundos...
-Hasta luego. -
Dije, ni si quiera escuche si dijo algo después.
¡Maldición!
Regresando a casa maldije todo lo que se me pusiera enfrente.
-Me odio, me odio, me odio. Soy un desastre. -
Mire hacia el cielo.
-Soy excelente arruinando todo, perfecta para matar un buen momento, ¿Qué esperan de mí? -
Aquella tarde, regresando a casa... observando los últimos y poco visibles rayos de luz que dejaba el día.
Deseé tanto que al momento de irme a dormir no despertara, nunca, jamás.
  
Al llegar a casa, tire mis cosas y me eche a llorar en mi habitación. Con las luces apagadas y la televisión encendida, recordé aquellas palabras.
‘‘Jamás en la vida''
 ¡Todo se está yendo a la mierda!
  
Me puse a revisar mi celular, había tomado algunas fotos y le había tomado una foto a él con aspecto de estar reflexionando, sonreí.
La mire por varios minutos.
-Se la enviaré. -
Así hice, se la envié por chat y de descripción le escribí: ¿Estabas reflexionando? Jajaja.
Una risa tonta para ponerle algo gracioso a la imagen.
Espere un largo rato hasta que respondiera, cuando respondió me dijo:
‘‘Estaba pensando en la muerte''
Le respondí:
‘‘Cómo te tiene la muerte''...
‘‘Es que es hermosa''
Dijo.
Le dije algunas palabras que rimaran con ‘‘Hermosa'', aunque no eran buenos versos. Pero yo no escribía poesía, era tonto lo que escribía.
Le pedí perdón nuevamente.
No obtuve el perdón de él.
La verdad ya no encontraba que decirle, no quería dejar de hablarle porque si lo hacía entonces él seguramente no volvería a hablarme jamás.
Le pregunté:
‘‘¿Te gustaría verme de nuevo otro día?''
Dijo que sí, pero que no sería igual.
Y ahí fue cuando me eche a llorar de nuevo, mi pecho dolía, lo estaba perdiendo todo.
‘‘Al menos, sonríeme de vez en cuando para no pensar que te estorbo estando allí''
Dije. Seguimos hablando, aunque era raro... sentía todo malditamente diferente.
Hubo un momento donde dijo:
‘‘Estás rara''
‘‘¿Rara?... ¿Rara... cómo?''
Pregunté.
‘‘No sé, pero no me agrada''
¡No! ¡No! ¡No! ¡No!
¿Qué demonios estaba pasando?
¿Qué?
¿Acaso todo estaba terminando aquí?
Aunque todo fue mi culpa.
Cambie mi forma de ser cuando llegó aquel otro amigo con nosotros, quizá fue porque aquel amigo sacaba pláticas graciosas, me hacía reír con sus cosas.
Realmente estaba sintiéndome bien estando con ellos, ¡Me sentía bien estando con ellos!
No sólo con ese amigo, ¡Con ambos!
¡Pero fue mi maldita culpa! ¡Mi maldita culpa!
¿Y ahora qué iba a hacer?
Él no iba a perdonarme por mucho que se lo pidiera, él no iba a perdonarme.
‘‘¿Te estoy hablando mal?''
Pregunté.
Dijo que no.
No sabía que más decir, comencé a golpear la pared, estaba frustrada.
‘‘Perdón, voy a dormirme, buenas noches''
Le envié.
También le dije que este día no había sido como otros.
Que la tarde despedía melancolía, que presentía cambios en mi vida.
‘‘Espero volver a verte... otro día.
Hasta luego. Te quiero''...
Dije después.
Pero otro día no es igual al anterior, otro día no es igual... es peor.
Recibí otro mensaje, seguramente sólo había dicho ‘‘Descansa'' o algo parecido...
Sólo me quede observando la lucecita del celular, no sabía si leer el mensaje o no... seguía llorando, seguía pegándole a la pared, ni siquiera sentía dolor en mis puños.
¡Joder!
Tan sólo desplace y le eche una ojeada al mensaje.
‘‘¿Qué te pasa?''
  
Aquella noche había llorado tanto.
Así como él que se enojaba por cualquier cosa, yo lloraba.
-Si te cuento todo lo que me pasa, no vas a creerme... si te digo que me duele tanto que ya no vaya a ser igual cuando estemos juntos, no vas a creerme... no crees en casi todo lo que te digo, no siempre. Si te digo que te necesito, no me vas a creer.
Si digo que te quiero... seguramente tampoco me crees.
¿Entonces qué? ¿Por qué me preguntas qué me pasa?
Pasaran los días y vas a olvidarme, vas a dejarme sola... nunca tengo muchos amigos.
Es triste estar solo, tú no lo admites, te sientes triste estando solo.
No recuerdas que una vez me lo dijiste.
  
No respondí, pasé toda la noche pensando, pensando y pensando.
No encontré motivación para cerrar los ojos e irme a dormir, sólo para morir.
¿Pero cómo es eso de que encuentras motivación para morir?
No es algo lógico.
Creo.
  
Igual, de tanto llorar me dio sueño y mis ojos se cerraron sin mi permiso.
Quedándome dormida deseé nuevamente no despertar jamás.
Me hubiera gustado que hubiese pasado una estrella fugaz.
  
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Foto del autor Alyz Alondra
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Descripción

Viernes negro

Palabras Clave: Las cosas que pasan por algo.

Categoría: Artculos

Subcategoría: Actualidad



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Magnolia Stella Correa Martinez

Excelente descripción. Felicitaciones.
Responder
August 15, 2016
 

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busy