MUJER - VARN
Publicado en Sep 01, 2016
El género humano como concepción dual Hombre – Mujer, es la máxima creación
de la naturaleza; el Ser Humano es la presencia visible de Dios, quien refleja su Poder y Generosidad en la Perfección de dos seres totalmente independientes que representan Su Unidad y Su Indivisibilidad y que además, son los encargados de continuar con el proceso Divino de creación que garantiza la perpetuidad de la especie como fundamento para la eternidad de la vida, sí, este es el gran compromiso, participar conjuntamente del proceso de vida eterna de la especie humana. Todo hombre y toda mujer representa la obra perfecta de Dios, todo Ser Humano significa la realización incalculable, insuperable e infinita de la Divinidad… Ser Divino que parece perderse en medio de su ilimitada abundancia de dones y talentos para dar lugar a divisiones o diferencias inventadas por la mente humana, justamente aquella mente que tiene el derecho absoluto y el sagrado deber de valorar y apreciar la manifestación dual y misteriosa de un solo e incalculable Poder que se vale de dos seres totalmente opuestos pero complementarios, un solo e incalculable Poder que se vale de dos seres totalmente independientes, pero misteriosamente, para la renovación constante y eterna de su más grande creación, para darle forma a su máxima inspiración: el Ser Humano. Sin embargo, absolutamente todas las razas, culturas y castas sociales de todo el mundo han pretendido, a través de la historia, alterar o adulterar el equilibrio natural de la creación que le otorga a todo Hombre y a toda Mujer el equipaje completo de dones y talentos para que se complemente el uno al otro; donde las fortalezas del uno son suficientes para cubrir las debilidades del otro en un constante y eterno proceso de realización y manifestación de la Justicia, el Equilibrio y la Generosidad Divinos. Tanto la religión como la ciencia a lo largo y ancho del mundo, durante toda la historia de la humanidad y desde puntos de vista radicalmente opuestos, han pretendido y pretenden llevarnos a la justicia y al equilibrio material entre el varón y la mujer; pero el fondo es mucho mas interno, aquí no se trata del mero cascaron, de lo que se trata es de descubrir la raíz de esa Unidad Divina desde donde partimos todos siendo reflejo e imagen de Dios para identificarnos y reconocernos, el uno en el otro y viceversa, como la prolongación inmaculada de la Divinidad. Para la naturaleza, las diferencias palpables e intangibles entre Hombre y Mujer son solamente la expresión de una creación perfecta, mientras tanto al Ser Humano tan solo parecen servirle para crear división de lo indivisible y separación de lo inseparable. Las diferencias entre el Hombre y la Mujer son el gran baluarte sobre el cual el Creador manifiesta su infinita generosidad, las diferencias entre el Hombre y la Mujer son el gran baluarte sobre el cual el Creador concreta su realización… la inagotable P R E S E N C I A D E D I O S;… pero para el Ser Humano, las diferencias entre el Hombre y la Mujer tan solo significan una detestable rivalidad sobre la cual se inventan permanentemente privilegios y poderes de un género sobre el otro, privilegios y poderes que desconocen el misterio de la Unidad, que niegan el placer más puro. Hoy en día la gran mayoría de las sociedades del mundo realizan enormes esfuerzos para establecer progresivamente un equilibrio social que garantice igualdad de derechos tanto para mujeres como para varones, sin privilegios que beneficien a alguno de los dos por la condición de ser mujer o varón. Esta maravillosa intención, todos la celebramos, la apoyamos y la impulsamos; pero falta mucho, porque esto es simplemente cortar ramas y de raíz no demasiado, esta loable labor aun no es suficiente para que entendamos que las diferencias palpables e intangibles entre los dos únicos géneros de la especie, solo fueron creadas para unirnos el uno con el otro; las diferencias físicas y espirituales entre el varón y la mujer jamás fueron concebidas con el ánimo de separarnos, todo lo contrario; tan solo ahí, en esa dualidad varón - mujer se perfecciona la creación porque uno solo está incompleto pues le falta el otro, su complemento ideal, y viceversa. La naturaleza determinó fuerza física superior en el Varón en la misma proporción que le dio fuerza espiritual superior a la Mujer, ambos poderes contrarios pero Complementarios el uno con el otro. Estas dos fuerzas independientes pero dependientes; estas dos fuerzas, separadas pero inseparables, son el único Poder sobre el cual se puede constituir eficientemente el desarrollo de la consciencia para cocrear y edificar el mundo a cada instante. La Sabiduría Divina crea impecablemente toda diversidad para equilibrar y perfeccionar la vida infinita y eterna. Y el género humano al parecer hace todo lo posible por ignorar esta circunstancia, pero desde esa dualidad, material y espiritual, la especie humana evoluciona hacia la manifestación de su misteriosa Divinidad, tenga o no tenga consciencia de ello, ya sea que lo acepte, lo niegue o lo desconozca. Cuando la mente humana concibe las diferencias entre los dos géneros de la especie humana como ventaja o desventaja del uno sobre el otro ocasiona todo tipo de conflictos, ya sea por el ejercicio del poder del uno sobre el otro o para defenderse el uno del otro. Nada de esto tiene algo que ver con Unidad, nada tiene que ver con complemento. Solo diferencias, solo rivalidad; tan solo separación y división de las dos gotas que conforman la vida que necesita y depende de la Unión del Padre y de la Madre para prolongarse eternamente en el Hijo. No existe justificación posible para controvertir esto, no hay filosofía o cultura alguna que pueda argumentar válidamente lo contrario, la vida necesita y depende de la Unión del Padre y de la Madre y esto es lo que representan el Varón y la Mujer, por partes iguales. Las diferencias físicas, culturales, sociales y hasta religiosas, son la excusa para cometer todo tipo de ultrajes y violaciones en el mundo entero en todos los tiempos; crímenes y abusos de toda clase ocurridos a lo largo y ancho de la historia se amparan en la reclamación de un derecho o en la exigencia de un respeto que es privilegio de ambos, jamás de uno en particular, ni por débil ni por fuerte; porque entre otras cosas, la gracia de estas diferencias radica en que ambos son fuertes y ambos son débiles y ese es el equilibrio y el complemento que la naturaleza impone. Cada uno desde su condición particular, varón o mujer, pretenden alcanzar la igualdad entre ambos sin un mayor sacrificio de aquellos beneficios que tradicionalmente ha gozado, cada uno desde esa condición individual se resiste a realizar los verdaderos cambios que son necesarios e indispensables para poder llegar al equilibrio entre las dos creaciones que conforman la especie única y perfecta, encargada por Dios de la conservación de la vida. No obstante para la mente humana prevalecen las diferencias y con ellas, la supremacía del poder del Varón sobre la Mujer y paralelo a esto, una barbarie que nos lleva en contravía de la evolución de la especie y que nos pone cada vez más cerca del animal irracional el cual, a falta de mente para pensar y analizar, no le queda otra sino la fuerza física para defenderse atacando al otro. Pero la mente humana en general, es decir, tanto hombres como mujeres, la tenemos ocupada pensando formas e inventando criterios para masacrarnos entre ambos porque reconocer y aceptar la igualdad y la necesidad y dependencia el uno del otro da lugar a una competencia fratricida que disfraza el miedo que produce perder el poder físico lo mismo que la pereza que entraña desarrollar el poder espiritual. Por otra parte la educación sexual moderna, limitada a orientar acerca de los métodos de planificación familiar y a prevenir las enfermedades de transmisión sexual desconoce o no tiene en cuenta la Pureza y Grandeza esencial del acto mismo, con lo cual lo deja relegado de la categoría de Poder Divino a la triste jerarquía de instinto animal. La consciencia humana de la sexualidad desperdicia toda su energía y poder creador de vida, de felicidad y realización Divina; la consciencia humana de la sexualidad se ve estrangulada y absorbida por el instinto irracional que obedece a la pasión y al deseo físico, comúnmente alimentados por el uso irracional e innecesario de elementos externos como drogas y licores. Lo mismo sucede con el inocente y dañino movimiento de liberación femenina que en busca de la igualdad de géneros, dejó a la mujer al servicio del hombre; rebajándola al nivel de las más bajas pasiones del varón. Tal vez esta es la razón por la cual el más férreo defensor de los derechos sexuales de la mujer es indiscutiblemente el varón, porque, lógicamente, él es el que más ha gozado con esto. Quizás no hay un defensor más vehemente del aborto que el varón argumentando la cándida filosofía de que la mujer es la dueña de su cuerpo y la única propietaria de la vida…,¡ahjh! cándida filosofía o descarada e interesada manipulación, ¡mmm,! …? Los animales inferiores nos dan un hermoso ejemplo de respeto y solidaridad entre los géneros de las especies; con humildad aceptan las diferencias tal vez porque ellos no poseen el sublime Poder del Pensamiento… Vivir con pasión y sin razón parece ser la consigna de los hombres y las mujeres que conforman la sociedad moderna y que procuran nivelar o equilibrar las dos fuerzas más grandes de la creación pero buscando enaltecer un poder o supremacía del uno sobre el otro, poder o supremacía que no existe para la naturaleza como tal, poder o supremacía que se orienta a tratar de mostrar debilidades o carencias jamás concebidas por la mente creadora que a cada paso nos da señas de la perfección y el equilibrio de su gran obra, su Imagen y Semejanza: el Ser Humano. En todos los sistemas culturales del mundo se suele ponderar el valor del varón como macho, en todo modelo social independientemente de raza, religión o estrato, se enaltece el orgullo y el honor del varón como un derecho que le permite y le admite cometer hasta un crimen para protegerlo o defenderlo. También con orgullo y por honor el varón apuesta hasta su propia vida. Así pues la riqueza y el único valor del hombre parece reducirse a su honor o dignidad de varón, entendido como macho; lo cual se puede leer como: el varón para defender su hombría tiene licencia o permiso para matar a otro y lo mismo que para proteger su honor tiene derecho, y a veces hasta el deber, de matarse. Por ejemplo, las deudas de honor del hombre se pagan con la vida y las ofensas contra el honor de un hombre se cobran con la vida también. Cabe aquí preguntarnos, qué pasa con el varón que no es tan macho, qué valores humanos tiene o pierde el hombre homosexual?. Pues, muy por encima de todos los dones prevalece siempre como único valor la condición de Ser Humano, inalterable e inviolable. Por su parte la mujer en el mundo entero ha centrado su incalculable valor en los dos aspectos que son simplemente una muestra de la infinita nobleza y generosidad de la creación, como lo son la belleza física y la maternidad. Efectivamente dos de las enormes diferencias materiales entre el hombre y la mujer lo constituyen la gracia de la belleza física y el don Divino de la maternidad, ambos tan efímeros como ilusorios en la medida en que están definidos según parámetros establecidos por exigencias sociales y conceptos culturales a todo lo largo y ancho del planeta. La cuestión es que, aunque la inmensa mayoría de mujeres cumplen con estas dos condiciones también hay unas pocas a quienes les han sido negadas; una u otra o por partida doble, en algunos casos. En este ultimo escenario sin la belleza física y sin la maternidad, entonces sobre qué concepto calculamos el valor de esta mujer; y si estos fueran los únicos valores de la mujer, entonces aquellas que carecen de ambos, no tienen valor alguno? Cuál es el valor de la mujer que además de fea tampoco se realiza como madre? Entonces, donde quedan el valor como Ser Humano del hombre homosexual? Pues mucho más allá de cualquier condición sexual, mucho mas allá de todas las diferencias visibles al ojo humano, independientemente de toda circunstancia física o material, el valor del hombre y la mujer radica primordialmente en su esencia meramente secular, en su origen puramente Divino; todos inclusive los reyes y los súbditos compartiendo el mismo origen y el mismo final, donde lo único que cambiará en ambos casos, origen y final, serán los aditamentos físicos, las vasijas a que cada uno tenga acceso dependiendo de su situación económica y de sus merecimientos y reconocimientos sociales. Por esa razón en el mundo tiene que haber espacio para todos en la misma proporción, el universo entero está diseñado para dar cabida a todas sus diferencias, en él cabemos todos; todos tenemos la capacidad de enseñar a todos y todos tenemos la necesidad de aprender de todos; teniendo siempre presente, a lo largo y ancho de la vida, a través de toda relación y en todo lugar y cualquier actividad, que en el mismo origen y el mismo final nos encontramos y nos identificamos todos, aunque nos pasemos el espacio de vida comprendido entre ellos, principio y final, buscando y viviendo solo las diferencias. El valor del Ser Humano, Hombre o Mujer, jamás puede corresponder o limitarse al cumplimiento de normas de conducta o comportamiento en comunidad, el valor del Ser Humano, Hombre o Mujer, no puede medirse sobre bases o reglas que obligan a aceptar las diferencias entre las personas por razones de sexo, cultura, religión, estrato, etc. El valor del Hombre y la Mujer, en la misma proporción, debe girar en torno a su más intima e inmodificable Semejanza, con esto es muy suficiente para saber y reconocer el enorme Poder de cada uno y es muy suficiente para aceptar la indescriptible fragilidad de ambos. Entre otras cosas porque los valores sociales y culturales evolucionan en todas las épocas, porque los valores sociales y culturales se redefinen constantemente afectados por factores como la globalización y la tecnología que nos comparten todo tipo de conductas y nos inculcan una gran variedad de conocimientos. El mismo origen y el mismo final son el principio, como tal inmodificable en el tiempo y en el espacio, en torno al cual se desarrolla la vida y tan imposible de cambiar o evadir tanto para el hombre como para la mujer y esto es lo que permite elevar al Hombre a la Dignidad de Padre Creador independientemente de sus condiciones físicas, morales o sociales. De igual manera, basados en este mismo principio como fundamento de la vida, podemos soportar y garantizar la exaltación de la Mujer a la categoría de Madre Divina, sin tener en cuenta alguna otra condición o exigencia de alguna otra índole. La época actual utiliza los dones y talentos de la Mujer para una irracional explotación comercial, de la misma manera que usa todas las gracias y capacidades propias de su género femenino en aras de una prosperidad económica descomunal. No hay límites y sí cadenas cuando de acumular y conservar la riqueza material se trata. Es lógico que los logros económicos así como los reconocimientos sociales hacen parte de la vida para alegrarla y darle algo de tranquilidad, no hay duda alguna de que la riqueza económica de la misma manera que el prestigio social forman parte importante de la misión que cada uno viene a cumplir en este planeta, pero jamás podrán constituir la base de su realización Divina; todo lo contrario deberían ser, ante todo, la recompensa a esa maravillosa y difícil condición, porque esta, la Realización Divina, debe ser el más grande de nuestros propósitos así como el mayor de nuestros logros. Sin embargo y para ser justos hay que reconocer que quien más disfruta de la explotación comercial de su ser físico es la misma mujer que parece estar cada vez mas convencida de que su único valor es su ser material, ser material tan efímero que ni siquiera le alcanza para todo su periodo de vida porque cuando su talla física, con el pasar de los años, ya no le da para cumplir con los parámetros de la moda y el comercio se encuentra tristemente para ella misma y ante ella misma, con que ha perdido su razón de ser mujer, ya no se siente una persona valiosa porque de ella tan solo ha valido su cuerpo y su físico en general. Cuando la Mujer prevalece su talla física ante su talla Espiritual y Moral está renunciando con ello a su indescriptible e indescifrable Dignidad Humana; cuando la Mujer enaltece su belleza o atributos físicos oculta con ello su verdadero y más preciado valor, cuando la Mujer sobrevalora su belleza o valores físicos relega, ignora y desconoce su Ser Eterno, su Ser Inmortal y Perfecto. De todas maneras para el Hombre y para la Mujer, en la misma medida y sin otra condición, tan solo la de Persona, el Ser Humano está urgido por descubrir, reconocer y aceptar ese punto en común de donde emergemos todos y a donde volveremos todos; el Ser Humano de hoy tiene prisa por encontrar las semejanzas que le permitan percibir las diferencias simplemente como una muestra de la Sabiduría de la Creación y como un regalo de la Infinita Nobleza de la Naturaleza… Para el Hombre y la Mujer el mundo moderno ofrece todo porque lo contiene todo y todo, todo está al alcance de todos y esto incluye además una enorme variedad de culturas así como una inmensa diversidad de filosofías que ocasionan una gran confusión en el pensamiento colectivo, lo cual genera unos comportamientos tan extraños como agresivos y desconocidos hasta ahora para muchos de nosotros, donde el valor y el aprecio por la vida se ha visto desplazado por una cruel vehemencia para defender cualquier posesión ideológica o material; hay muchos intereses personales que están por encima de la vida, y que esta vida sea la propia o sea la ajena es lo de menos. La visión moderna del Ser Humano que tiene la sociedad es de una igualdad física o material entre los dos géneros que ralla en la irracionalidad; argumentando que las únicas diferencias que existen entre el varón y la mujer son culturales. Si la cultura es un simple capricho entonces no debemos seguir siendo tan tercos; debemos ya mismo, mujer y varón, vivir todos en igualdad de condiciones físicas y materiales. La mujercon pantalón y el hombre con minifalda, por ejemplo. Pero, si la cultura no es un simple capricho de la mente humana sino que las diferencias provienen de la creación y si esa creación es sabia y generosa, entonces las diferencias hay que aprovecharlas como el más perfecto sentimiento de equilibrio y complemento y las podemos disfrutar. Cuando entendamos que las diferencias entre los dos géneros que conforman la especie humana son el equilibrio y el complemento del uno para el otro; cuando entendamos que las diferencias entre los dos géneros que conforman la especie humana son equilibrio y complemento, veremos la semejanza, solo ahí viviremos la igualdad. La diferencia física y espiritual entre la mujer y el varón es razón de división, separación o competencia? Cada uno es apenas la mitad del otro… La diferencia física y espiritual entre la mujer y el varón es motivo de unión, complemento y perfección? Ni materia sin Espíritu, ni Espíritu sin materia. Hagamos un pequeño ejercicio mental, entonces imaginemos: a) Un espacio pequeño, sin mujeres; pensemos en un reducido mundo donde .ta tan solo se observen varones…Podrá existir vida? b) O, un lugar habitado tan solo por mujeres; un sitio donde tan observemos féminas sin la imponente presencia del varón…Se verá la evolución? c) O, una sociedad cercenada, una comunidad dividida y separada en grupos de solo mujeres o solo de hombres, como para no ser tan exagerados… Sera posible disfrutar de la vida? Frente a cualquiera de estos tres escenarios, analicemos nuestros sentimientos, sensaciones y emociones para saber si estos nos permiten comprender y determinar si las diferencias son criterios de separación o de unión; si las diferencias son signos de superioridad o sumisión del uno sobre el otro, o simplemente las diferencias entre la mujer y el varón son perfectamente el complemento del uno con el otro.
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