Dando vueltas por Madrid (Diario)
Publicado en Sep 08, 2016
Carlos casado. Luis desaparecido. José Luis despistado. Andrés ausente. Bajo la suave luz del atardecer, en las dos orillas de esta vida (sobre todo en el punto epicéntrico de la capital de España allá donde el kilómetro 0 me señala la Salida), sigo viviendo momentos increíbles si no fuera porque son reales y verdaderos. No es orgullo sino sinceridad. No es tristeza sino felicidad. Estoy dando soluciones a mis pensamientos en forma de solitaria alegría, que es la mejor manera de aprovechar mi sonrisa. Por las mañanas sigo trabajando atado al "duro banco" de las maquinarias; y por eso están justificadas todas estas tardes (en la mejor época de "Chester") donde mi único éxito es el "parentesco" literario con los poetas de la modernidad. En un primer plano, La Cibeles me indica el camino hacia Colón. Y me siento conquistador encubierto dentro del orbe de la urbe.
Es un bello tiempo el de enfrentarse con este sentimiento de paz que me ilusiona cuando entro en la Biblioteca Nacional para aflojar las tensiones existenciales con los temas de investigación como la de los pintores belgas de la escuela flamenca: Jan Van Eyck, Hans Memling, Rogier Van der Weyden, Hugo Van der Goes, Robert Campin, Jheronimus Bosch "El Bosco", Pieter Brueghel el Viejo, Quentin Massys, Joachim Patinir, Antonio Moro. Y es que es muy conocido el hecho de que cuando más culto eres más verdadero te muestras. Es la mejor manera para derrotar a los fantasmas. Es en estos atardeceres cuando sigo pensando que llegará un día que me servirán de "universo" creativo. De esta manera, el paseo es una forma de sentir la fama de manera experimental. Las calles de Madrid están perdiendo sus secretos y se me convierten en caminos donde voy aprendiendo lecciones que significan "un nunca perder el tiempo" sino aprovecharlo para ser decisión en lugar de abandono. Lecciones para entender mundos inéditos que voy construyendo durante todo el año. Desde que conseguí alcanzar la cima del arenal ya no sé lo que es la ausencia de las esperanzas. Adiós a los domingos de la apatía. Me he convertido en compatriota de la soledad para poder disfrutarla, semana tras semana, desde el amplio mirador apasionante que es este ser un joven combativo que carece de cualquier complejo de adaptación. Me estoy forjando en el punto exacto de mi personalidad. Para el futuro me guardo otra clase de victorias. Soledad, es tan tierna como la amapola, que vive siempre en el trigo sola, sin necesidad de nadie, ay mi Soledad. Soledad, es criatura primorosa, que no sabe que es hermosa, ni sabe de amor ni engaños, ay mi Soledad. Soledad, vive como otra cualquiera, en la aldea donde naciera. Lava, cose, llora y ríe, ay mi Soledad. Pero yo la quiero así distinta, porque es sincera, es natural como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial. Es natural como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial. No sabiendo ni a donde va, que feliz vive mi Soledad. Soledad, es tan bella como una paloma y tan clara como el sol que asoma por entre los matorrales, ay mi Soledad. Pero yo la quiero así distinta, porque es sincera, es natural como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial. Es natural como el agua que llega corriendo alegre desde el manantial. Sigo con los flamencos y mi sonrisa bohemia mientras anoto circunstancias pasajeras: Jan De Beer, Henri Bellechose, Albrecht Bouts, Dirk Bouts, Melchior Broederlam, Petrus Christus, Jacques Daret, Gérard David, Barthélemy d'Eyck, Hubert Van Eyck, Justo de Gante, Francisco Henriques, Jan Joest, Josse Lieferinxe, Maestro de la Adoración de los Magos del Prado, Maestro de la Colección Pacully, Maestro de la Leyenda de Santa Catalina, Maestro de la Leyenda de Santa Úrsula, Jan Provost, Vrancke Van der Stock. Me tomo el respiro de un café con leche que significa una liberación total de las barras nocturnas que se rememoran en el fondo de un vaso de alcohol vacío y olvidado en el baúl de los recuerdos. Dejo tareas para la semana siguiente y, cuando salgo a la luz, las estrellas me están de nuevo alumbrando. Mi verdadero club es el de los poetas.
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José Orero De Julián
José Orero De Julián
José Orero De Julián
Elvia Gonzalez