EL SILENCIO
Hace mucho tiempo, desde que Rocío era pequeña venía guardando silencio de cuanto ocurría en su entorno.
A sus padres no les decía la verdad de lo que sufría por el maltrato que recibía de sus hermanos, para que ellos no la odiaran. Tampoco peleaba para defenderse, aguantaba, sonreía para aparentar que todo marchaba bien. Sufría por el maltrato que su padre daba a la mamá, sin criticar ni protestar. No revelaba los males que hacían sus hermanos y permitía que la culparan, para que a ellos no los castigaran y así en muchos problemas familiares, guardaba silencio.
En el colegio, las compañeras eran buenas en general, pero no faltaba la que humillaba, la que se burlaba o la que ofendía sin razón, pero Rocío aguantaba las burlas, ofensas y humillaciones, no tomaba venganzas ni daba quejas, guardaba silencio, para no entrar en problemas.
En su juventud aguantaba que las amigas la calumniaran, que unas con otras se ofendieran, que fueran hipócritas, que se quitaran los novios, que fueran envidiosas, pero Rocío no comentaba, no criticaba, sufría viendo injustas calumnias de unas y otras compañeras, pero guardaba silencio para no indisponerlas.
En su vida matrimonial aguantaba borracheras del esposo, coqueterías, humillaciones, injusticias. Pero Rocío guardaba silencio, para no atormentar a sus dos pequeños hijos y permitir que su esposo fuera buen papá y los ayudara a educar bien. Rocío hacía reclamos con mucha educación, dejando ver sus razones irrefutables. A los hijos los corregía sin gritos, con amor haciéndoles ver lo bueno y lo malo de sus comportamientos. Nunca desacreditaba a su esposo ni a sus hermanos.
Los hermanos y hermanas aprovechaban la actitud de Rocío para pedirle favores, para contar sus problemas, sabían que ella no regaba chismes, para hablar mal de unos y de otros y, les disgustaba  que ella no fuera igual, la veían como boba, bruta y pendeja, no agradecían los favores. Rocío guardaba silencio, para no agrandar problemas. A Rocío la culpaban de todo lo malo, hasta el punto en que ella misma se culpaba, pedía disculpas antes de que la insultaran.
Rocío se sentía bien, vivía en paz, sin problemas, pensaba que callar es evitar desgracias, valoraba su prudencia, “doy paz a los demás, valoro a las buenas personas y rechazo a las malas personas”, no importa que piensen que soy retrasada mental, me río a solas al pensar lo de que mi hablarán.
Así pasaron años y años con la misma actitud del silencio, pero llegó el día de no soportar tanto aguante y fue así cuando una noche hizo recuento de todo lo que se había guardado durante su vida y EL SILENCIO SE DESBORDÓ,  lloró, gritó… no más silencio, no más… aguantes.
Al día siguiente la llamó una de sus hermanas para desacreditar a sus padres, pero Rocío dijo:
No guardo más secretos, los evitaré revelando todo cuanto me digan, no más silencio. La gente no entiende, nunca analizan el porqué de mi silencio, no se dan cuenta que mi intención era dar paz a todos, pero no vale la pena, a nadie volveré a hacer favores, a nadie guardaré secretos y de aquí en adelante, tomaré venganzas, no amaré a nadie, me aislaré al lugar que me haga feliz
Rocío entró a una academia de danzas y ahora es feliz viajando, recibiendo aplausos y respetos por volverse franca y hacer  valer sus cualidades.
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