Hoy estoy de nuevo en soledad:
Los ecos me dan la bienvenida
y existo entre cosechas hexaédricas
y octanajes pequeños y perdidos.
Nadie sale a recibirme de las sombras
y nada tiembla a mi llegada.
No hago tratos ni me siento perdido
y no requiero ser solicitado.
Sé que existo por el hecho de saberlo.
Recolecto las hojas de la acacia
que deja el sol profético y pausado.
No hay necesidad de atalayas ni vigías:
En mi soledad no hay guerras ni batallas.
Estamos solos yo y mis epítetos
y todo tiene la impronta de lo fácil.
Aquí nadie me hace esperar ni a nadie espero.
Me admiro de los egos desolados
que vienen aquí a escurrir su malicia
y a achicarse ante umbrales infinitos.
No hay quien toque trompeta o converse:
En la soledad me derramo seguro
mientras las vocales se vuelcan en el orbe
y los hombres llenan sus semblantes
de caras abusadas y prostituídas.