El furor me enajena
Publicado en Sep 21, 2009
A veces sucede que el furor me enajena
pero tarde o temprano me apaciguo: Por mis venas van barcarolas de lava y una cólera incendiaria y epicéntrica. Las esperas siempre me arrebatan y voy golpeando los portales más oscuros. Rompiendo manillas y quebrando cristales en el tránsito ciego de mi enojo. Dejo mis títulos y mi alto estupor. Dejo los lloriqueos y los cánones: Soy básico en mí y definitivo: Nacido de los volcanes de la tierra. Soy magma y también fuego encendido. Voy hacia mares rústicos y pueblos de raíces bebiendo las lágrimas del tímido. Me asomo a los lagrimales acunados a ver las fechas negadas de la muerte. Paso mis días entre engaños y bohemias bebiendo la paz que me da el subsolano. Mirando suelos solares presurosos y maniguas que rondan las vastas oquedades. Mis enojos se van en mis escritos y estoy pincelado por escoria. Entre paréntesis de tiempo y de quimeras duermo la siesta de los vagabundos. Mientras regreso a mis agrias realidades. Soy demasiado realista para ser justo. Pero en el cielo hay un Dios sabio que trunca mi rencor en alegría Y vuelvo a mis amigos y malquerencias y a llenarme de paciencias invitadas.
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