Regreso con mi alma y mi dialecto.
Publicado en Sep 21, 2009
Las cloacas y los charcos no son ficticios.
Tampoco los susurros y vacíos. Regreso con mi alma y mi dialecto a ver los manifiestos del orbe. Estoy en un presente repetido: Justa entre lo pasado y lo futuro. Las cosas existen y se hablan: Son síncronas y esquivas a la vez. El mundo es una rama vieja de olivo que una paloma ciega lleva a tientas. Es una mañana de paseos y de duelos donde hombres oscuros ya naufragan. Los niños tendrán hambre a quemarropa y habrá la ausencia crónica de alimento. Los daños van siempre a la vanguardia y aplastan a los enanos de chistera. Hay tala y quema de armaduras en el museo y ya llegan las notoficaciones trágicas. Hombres y mujeres se idealizan y sin cavilar se colocan coronas invisibles. Llevo en mis ojos los páramos del mundo y en todo lugar he visto apremio: Muchachos afanados en su horror. Muchachas sustanciosas y macabras. Galerías de lunáticos lucientes y pastores devorando ovejas y divas. He visto seres rastreros y pesados y vilipendios en cada esquina lúcida. Pronto habrá busetas de color caoba y suciedad sin distingo en los ropajes. Todos tomarán raros elíxires violeta y las viejas cargarán sus rosarios nacarados. Las calles se prestan a ser invadidas por piernas estiradas y profundos bostezos.
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