Un marqués deficitario (Diario)
Publicado en Sep 29, 2016
Que a mis 19 años de edad tuviese que escuchar a José Luis Caja Hernán diciendo a todo el mundo conocido, y hasta desconocido, que era todo un marqués sólo me producía risa interna. Exteriormente ni me importaba que José Luis Caja Hernán tuviese de verdad un título de marqués o que fuese una invención para hacerse interesante ante las chavalas como Mercedes de Compensación. Ni ligaba llamándose marqués ni ninguna de las princesas que por el BHA circulaban hacían el menor caso a José Luis Caja Hernán. Si era marqués, que muchos como Rastrollo se lo tomaban a mofa y a cachondeo, era sencillamente un marqués deficitario; o sea, de los tan venidos "a menos" que habían perdido el antiguo título a la hora de renovar su titulación. El único título que a mí me llamaba la atención era el que chavalas como Amparo del Séptimo estuviese estudiando en la Universidad.
Marqués de la Jipiloya o, al contrario, Marqués de la Ayolipij me era completamente indiferente. Nunca indagué si José Luis Caja Hernán ligaba o no ligaba pero por el "hambre" que tenía daba todas las muestras de no comerse rosquilla alguna y que, haciéndose pasar por conquistador, no conquistaba más que la indiferencia de las que de verdad daba la pena mirar y sentirse atraído por ellas. La verdad, dicha sea siempre la verdad en estas cosas del trabajo bancario, es que como pasaba tanta "hambre" y pensaba tanto en el "hambre" que pasaba, aunque se apellidase Caja no conseguía, en ningún momento, cuadrar las cifras de la Compensación y se pasaba toda la mañana punteando mientras tonteaba por ver si haciendo el tonto alguna de las del Banco Hispano Americano (la que fuese pues el tal José Luis Caja Hernán carecía de gusto alguno al calibrar a las chavalas de la época yeyé) le decía algo tan siquiera como "que guapo estarías si estuvieses callado". Pero ni tan siquiera lograba que le dijesen tal oración demostrativa de que hubiese despertado interés en alguna de ellas. Callar era lo más inteligente a la hora de saber dónde se encontraban las más valiosas. Callar era lo más importante pero como el autoproclamado marqués (quizás fuese verdad que era el Marqués de la Jipiloya) no podía estar callado mientras el "hambre" sólo le hacía comerse algún "marrón" que otro, siempre se quedaba con la boca abierta cuando me veía entablar contactos dialectales con alguna de las que merecía la pena. Y eso que yo ya tenía novia y dejaba bien claro a todas ellas que yo ya tenía novia pues me era innecesario mentir para poder hablar con ellas. Un marqués deficitario no ha despertado nunca para mí ni tan siquiera el más mínimo interés, como lo comprobaría un marqués (que sí lo era) cuando, una vez pasadas dos décadas y ya casado con mi Princesa, era uno de los clientes asiduos a nuestra cevichería "El Rincón de Galápagos". Y eso que éste sí que era un marqués de verdad de los de capa y sombrero. José Luis Caja Hernán no me despertó jamás interés alguno en saber si era marqués o marcaba el paso de las que no valían la pena. "Que pena penita pena, pena de mi corazón, si yo soy un ligón de barrio será por muy buena razón". Canto que dediqué muy caballerosamente al Marqués de la Jipiloya del BHA. Si era Jipiloya o no era Jipìloya no me interesó investigarlo pero claro que sí lo era. Rastrollo fue quien le cortó el rollo y yo sólo iba a mi bollo a la hora de la pasión.
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José Orero De Julián
gabriel falconi