Y renuncié a ser Gerente... (Diario)
Publicado en Oct 24, 2016
Cuando en el año de 1994 decidí marcharme definitivamente del Banco Central Hispano, después de haber estado trabajando 27 años en dicho Banco y después de haber rechazado la oportunidad que me ofrecieron en 1984 para ser Jefe, fue para no volver nunca más y nunca jamás formar parte de ninguna otra plantilla de bancarios por muy grande y sustanciosa que fuese la oferta. Es por eso por lo que tuve que comenzar de nuevo cuando llegué a la República de Ecuador para trabajar, por fin, en lo que yo tanto aspiraba a poder trabajar y para lo que había estudiado en la Universidad Complutense de Madrid. Me refiero al Periodismo. Después de haber demostrado todo lo que valía como periodista y como escritor aprovechando las ocasiones que se me ofrecieron para demostrarlo (con premios incluidos) llegó un momento en que, momentáneamente, me quedé en el paro. A pesar de ello, decidí renunciar a la oportunidad que me ofrecían para ser Gerente del Banco de Pichincha de Quito, uno de los Bancos más importantes de Ecuador. Más o menos la cuestión de dicha renuncia se resume de la siguiente manera.
Acudo a la cita y me recibe un caballero que supongo que es Jefe de Personal. - Buenos días, Señor Orero. Gracias por acudir a la cita con total puntualidad. - Buenos días, caballero. No soy de los que practican "la hora ecuatoriana" y me gusta llegar a las citas incluso media hora antes. No entiendo "la hora ecuatoriana" ni estoy de acuerdo con ella. - Gracias por ser tan honrado. El asunto es que los altos cargos y altos directivos del Banco Pichincha de Ecuador sabemos lo que hizo usted en el Banco Hispano Americano de Madrid, que luego pasó a ser Banco Central Hispano de Madrid. Sabemos que es usted una de esas personas que sólo aparecen en la Historia de la humanidad aproximadamente cada siglo. Sabemos cómo trabajó usted, sin queja alguna, en los peores y más duros trabajos de dicho Banco. Sabemos también que usted se esforzó no sólo para cumplir con dichos trabajos, lo cual lo hizo a la perfección, sino también cómo se esforzó usted en pagarse sus propios estudios en la Universidad Complutense de Madrid hasta conseguir alcanzar el título de periodista profesional. Sabemos que, gracias a su forma de ser y sobre todo a su forma de actuar, llegó a ser elegido enlace sindical de los trabajores bancarios, sin pertenecer jamás a ningún Sindicato, y cómo fue usted elegido representante de los estudiantes universitarios, sin pertenecer jamás a ningún partido político. Sabemos también todo lo que hizo usted por las reivindicaciones laborales y estudiantiles poniendo en peligro su puesto de trabajo e incluso su propia vida pero sin tener que engañar nunca al Banco donde trabajaba. Y sabemos, también, cómo la inmensa mayoría de sus compañeros de trabajo y de estudios le traicionaron a pesar de todo lo que hizo usted por ellos sin ninguna clase de interés económico ni de otra especie de interés y le dejaron solo y abandonado. Sabemos que cuando usted dejó aquel Banco solamente dos compañeros y una compañera, de los miles y miles que usted conoció y de los miles y miles a los que usted ayudó, fueron los que tuvieron la gratitud de despedirle como se despide a los mejores trabajadores y estudiantes que en el mundo han sido. - Ya se sabe, caballero, y lo he aprendido muy bien, que el mundo está lleno de gente buena, dicen algunos, pero también de desagradecidos que nos hacen dudar si tienen sentimientos por dentro. - Exacto, Señor Orero. Lleva uste siempre toda la razón allá donde usted acude. Nosotros también sabemos cómo triunfó siendo Director Técnico de la Revista Magazine Internacional de Quito; cómo triunfó siendo escritor, periodista y Jefe de Redacción de la Revista Ambato Internacional; cómo triunfó siendo periodista y Director Técnico de la empresa Intermarket Comunicación de Quito; como triunfó siendo periodista con su "Catalejo Mundial" y cómo triunfó en Literatura ganando un Concurso de Ensayos sobre el pensamiento vivo de Benjamín Carrión y ganando el Primer Premio IMG de poesía radiofónica. Y, sin embargo, a pesar de tantos triunfos se ha vuelto usted a quedar en la calle y sin trabajo alguno sabiendo que tiene una familia compuesta por una esposa y dos hijas a las que alimentar, vestir, educar y sacar adelante además de cuidar y proteger a su suegra que es ya viuda. - Caballero, según dijo el escritor español Vicente Espinel, la traición la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura. - Ahí es donde nosotros queríamos llegar. Nosotros queremos hacer un acto de justicia con usted y con toda la familia a la que tiene que sacar adelante. Le ofrecemos, por lo tanto, un alto cargo en nuestro Banco. Le ofrecemos el puesto de Gerente de alguna de nuestras oficinas. Y no queremos que usted crea que es gracias a las palancas o, como se dice en España, gracias a los enchufes; puesto que, aunque nos ha sido recomendado por el estimado y honorable Doctor Don Jaime Del Castillo Álvarez, uno de los mejores alcaldes que ha tenido Quito y nuestro mayor accionista, no ha sido dicha recomendación sino todo lo que usted ha estado haciendo en todos los trabajos que ha ejercido lo que nos lleva a ofrecerle algo que a lo que ninguna persona de las que conocemos, y conocemos a millones de personas, sería capaz de renunciar. Con tan solo una semana de trabajo usted sería capaz de ser uno de los más grandes Gerentes de esta entidad bancaria. - Muchas gracias, caballero, pero va a ser que no. Quiero que le diga, de mi parte, al Doctor Don Jaime Del Castillo Álvarez, que le agradezco profundamente y de todo corazón, el detalle de querer ayudarme gracias a mis propios esfuerzos y a mis propios dones que sólo me han sido dado por mi Dios cristiano; pero yo no he salido de un Banco ni he cambiado de país para seguir trabajando en un Banco aunque sea en otro país. Creo que, aunque soy capaz de trabajar como Gerente de esta entidad bancaria, existen muchos otros hombres y mujeres que pueden hacerlo por lo menos igual que yo. Yo no he venido a Ecuador en busca de dinero, porque el sueldo de Gerente de Banca sí que da dinero, sino en busca de mi realización como persona y sin engañar a ningún ecuatoriano ni a ninguna ecuatoriana como les he visto hacer a muchos extranjeros, por ejemplo, en los medios de comunicación como las cadenas televisivas. Gracias por su oferta, que admito que es sincera y honesta, pero acepten también todos ustedes mi renuncia porque también es sincera y honesta. - Señor Orero, he de confesarle que no he visto jamás en mi vida a alguien tan sincero y tan honesto como usted. En verdad que parece un Grande de España o, por lo menos, se merece ser un Grande de España. - Eso para mí tampoco tiene importancia alguna, caballero. - Si no fuese porque estoy en horario laboral ahora mismo le invitaría a usted a un buen café con leche. - Otra vez gracias, caballero. Yo soy cristiano y lo único que me importa es que Jesucristo sepa que soy un buen hermano suyo. Gracias a mi Dios cristiano tengo la plena confianza y fe en que podré seguir tomando, al menos, algún café con leche que otro gracias a mi sudor, gracias a mis lágrima e incluso gracias a mi sangre. - Insisto en que no he conocido a nadie tan ejemplar como usted. - No me interesan ni los elogios ni las ofensas. He tenido que soportar tantas veces ambas cosas que ya no me importa ni ser elogiado ni ser ofendido. Lo que deseo es seguir caminando sin agachar la cabeza ante ningún ser humano sino solamente ante Jesucristo. Y me despedí dándole la mano. Y un día más tarde el Doctor Don Jaime Del Castillo Álvarez habló con mi Princesa. - Liliana, no sólo tienes a un esposo ejemplar sino que demuestra continuamente que es un verdadero hombre de verdad. Por los cargos que he tenido que desempeñar en mi vida he conocido a millones de hombres pero no he conocido a ninguno como él. Estoy plenamente convencido de que gracias a sus propios esfuerzos, y aunque tenga que seguir derramando sangre, sudor y lágrimas, va a sacar adelante a toda la familia; así que no lo cambies por ningún otro hombre porque él te ayudará a que tú consigas hacer realidad todos tus sueños. Confía en él siempre digan lo que digan los demás porque ya sabes que la envidia sólo engendra envidia y la envidia siempre termina en odio. Pero él es tan especial que ni sabe lo que es la envidia ni conoce, para nada, lo que es el odio. Por eso siempre luchará porque tú alcances todo lo que sueñas. Fue por eso por lo que despué demostré que era un gran maestro y profesor de Literatura, Lenguaje y Comunicación Social aunque, después de haberlo demostrado, otra vez me vi de nuevo en la calle y en las filas del paro. Pero Jesucristo jamás me abandonó.
Página 1 / 1
|
José Orero De Julián
gabriel falconi
José Orero De Julián