DESTINO
Publicado en Dec 28, 2016
DESTINO
Frente a mí la puerta que me separa del mundo es la última barrera entre ellos y yo. No existen mas defensas, no existen más límites. Solo esta vieja puerta de madera que es la única entrada a la habitación donde he hallado mi último refugio. Fuera de aquí, fuera de estas cuatro paredes mohosas y oscuras, se encuentran ellos. Y ellos me llaman. Y en su llamada siento la irresistible atracción de unírmeles, de ser uno más entre ellos, de ser invisible entre la multitud... Trato de rechazarlos, de hacer oídos sordos, pero sé que es inútil. Porque la tentación es demasiado fuerte. Porque deseo estar allí. Y si llegara a estar allí no podría pasar inadvertido entre todos ellos. Me tapo los oídos como lo hice todas las otras veces y por un pequeño, pequeñísimo instante, vuelvo a estar en paz. Cierro los ojos como si hacerlo acallara el rumor que me envuelve. Y al hacerlo todas las imágenes vuelven a mi cabeza y se que ya no tengo fuerzas. Y con ellas vuelven las sensaciones... Vuelvo a sentir el ardor en mi espalda. Vuelvo a sentir la humillación en mi cuerpo. Vuelvo a sentir el canto de las sirenas.¿Habrá sentido ese héroe griego lo que siento yo en estos momentos? Vuelvo a sentir cada una de esas voces que me llaman por mi nombre, por el secreto nombre de mi alma que ni yo conozco, que me escoltan en la profundidad de la noche. Y en el vórtice de Caribdis que es mi interior pierdo de vista lo que me ha traído a esta habitación, a refugiarme para intentar salvarme de lo inevitable. Y todo eso me acerca aún más... Trato de no pensar en los cintazos que me daba mi padre que marcaban mi espalda y mis piernas cuando el alcohol nublaba su mente y nublaban mi vista con lágrimas. Cualquier pretexto era bueno para recibir el castigo. Un comentario inadecuado, un tono supuestamente irrespetuoso, el resultado fatídico de un partido, la lluvia... Trato de alejar de mi mente la inacción de mi madre ante el trato bestial, de la justificación absoluta motivada ya por el miedo a la soledad y el desamparo, ya por el miedo. Y acompañando el golpe y finalmente golpeándome ella también. Intento alejar de mi mente las imágenes de los abusadores que me hacían su presa fácil y me sometían a su voluntad enferma y repulsiva. Abusadores entre los que veía a aquellos que supuestamente eran mis amigos, mi propia sangre que debía defenderme... Y volví a sentir el desprecio por mis silencios que confundían con temor. Y volví a sentir la incomprensión cuando deseaba permanecer recluido con mis silencios, en mi propio mundo donde era feliz, donde hacía lo que mas me placía, lo que mas me permitía explayarme. Cuando dudaban de mi condición sexual por mi mirada esquiva, por mis temblores al acercarme a una mujer. La entrada al mundo adulto de la mano de una prostituta que le mintió a mi padre para evitar el castigo pues no supe como realizar lo que debía saber cualquier hombre. Aprendí a moderar mi apetito y mi estómago se pegó a mi espalda, y comprendí que si bien no podía escapar de mi pasado podía fingir que lo dejaba atrás corriendo por las calles, llenando mis pulmones con el aire frío que afectaba mi garganta y me enfermaba, pero me acercaba un paso más a la felicidad que creía extinta. Y entonces corría hasta que mis piernas desfallecían y yo sentía el cansancio de lo realizado, y ese día yo era un día más feliz. Y con los años comprendí que podía formar una coraza para aislarme del mundo, de forjar una armadura que impidiese que me hinchara como una estrella a punto de colapsar. Ya alejado de todos aquellos que alguna vez influenciaron mi vida me propuse salir adelante y salí sin saber entonces que allí estaba precisamente la fuente de mi perdición y de mi suplicio. Porque fue entonces que la conocí. Su delicado rostro, su piel curtida por el trabajo pero amable en el tacto, su cabellera negra y su cuerpo entregado y agradecido. Y con ella hallé el peor de los males, la peor de las tragedias, la que desnudó mi alma nuevamente y me expuso al viento que avivó mis llagas abiertas y mis temores y mis deseos. Con ella hallé el amor... Me entregó su alma renunciando a su propia felicidad para ayudarme a conquistar la mía. Por vez primera sentí la caricia en lugar del golpe. Sentí las lágrimas resecas correr por mis mejillas sin que fueran acompañadas por el dolor. Sentí que quería renunciar a mi vida para darle a ella todo lo bueno que podía... Y entonces comprendí la maldición que encarnaba su presencia. Ante su inexistencia mi mundo se reducía a lo que había vivido. Con ella, supe que ya nunca podría volver a ser el mismo, que su ausencia me dolía más que el peor de los golpes, que sus besos eran peores que la peor de las humillaciones sufridas, que su mirada era mas dolorosa que todas mis lagrimas juntas. Ella me demostró que podía sentir amor y que podía ser feliz. Y el amor alimentó mi odio. Y alimentó mi desesperación. Y alimentó mi angustia, mi furia, mi ira, mis deseos más abyectos, mi dolor. Ella me descubrió lo bueno que podría haber sido todo y potenció lo malo que había sido. Y supe que ya no podría resistirme. Y vi en cada hombre a mi padre y en cada mujer a mi madre. Vi en cada hombre el rostro de cada uno de los que me habían golpeado, vejado, insultado, escupido, odiado, incomprendido... y en el rostro de cada mujer la falta de cariño, de comprensión, de sensatez, de empuje, de pasión. Y cuanto mayor era el esfuerzo por apartarme alejándome de las voces que me decían que me aferrara a mi destino, que soltara los potros de Helios y quemara a la humanidad que tanto me había abandonado, mas cercanas me susurraban al oído. Y me volví humano. Y llegué hasta esta habitación y aquí intento resistir el llamado de la sangre que ruega por redención, revancha y muerte. Pero ya no puedo resistirme. Porque he visto lo peor del ser humano y ante lo más hermoso aquel se agiganta y me alimenta. Pienso ahora que quizás esto que siento sea un llamado de Dios para que obre en su nombre, para que sea su instrumento, para que la gente experimente este renacimiento que he vivido. Ese que proviene de haberse arrastrado por el lodo de la indignación, la muerte y la humillación, para valorar aún más luego todas las cosas buenas de este mundo...que existen... Si, debe ser eso. Es eso. Pues nada que nazca del amor puede ser tan malo como pueda parecer. Siento en mi interior el fuego terrible que envuelve mi cuerpo y me entrego y al entregarme soy libre por primera vez en mi vida. Ya no tengo temor. Ya no tengo dolor. Porque yo seré el temor y seré el dolor. Odiseo se mantuvo atado para no sucumbir a la tentación. Yo no seré Odiseo y no me mantendré sujeto. Impulsado por el canto de sirenas y por la revelación divina devolveré a mis semejantes todo el amor y el conocimiento que me fue dado en mi vida. Y así como veo en cada rostro a mi padre, devolveré gentilezas y posiblemente llegue a iluminarlos para que ellos mismos también hallen la pasión que ha sido mi redentora. No me asusta el averno pues ya lo he padecido al contenerlo y no dejarlo escapar. Es tiempo entonces de mostrarles todos los horrores, la muerte y el temor que he albergado por años. Seré entonces el infierno antes que el infierno. Tomo el picaporte y al hacerlo me siento divinamente inspirado. Y me dispongo a cumplir mi destino...
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