PELOTA DE TRAPO (cuento premiado en Argentina)
Publicado en Sep 22, 2009
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Yo no haré de juez, hágalo usted. ¡Oh Dios! Si venir de un lugar donde todos desean tener un poco más es pecado, yo no lo juzgo. Si volver de la escuela caminando por la calle, para llegar a sacudirse antes de almorzar, es una desconsideración de la vida, tampoco lo sé. Si aquel polvo que se pega en las gotas que corren por un mismo surco hasta la nuca, es sinónimo de mugre obligada, tampoco lo comprenderé; pero sí sé que lo viví de cerca.
      Solo bastaba lavarse las manos para comer y listo. Para qué bañarse, si luego venían los partidos de fútbol, si se puede llamar fútbol a lo que nos entretenía con una pelota de trapo...
      El Nacho tenía menos que todos los del grupo, aunque había algo que sí tenía más, y eran sueños, ocultos bajo la tierra... Ohh... su miserable vida estaba atada a la tienda del barrio. Más bien a la vidriera, donde se exhibían las pelotas de verdad. Aquellas que tanto se fabricaban de todos los colores. Aquellas que traían frustraciones de sueños de niños que  anhelaban armar un equipo. Frustraciones de guantes de arqueros y botines carísimos. Digamos, en algún lado del planeta había una fábrica de ilusiones, solo ilusiones...
      Sin embargo, el más deseoso siempre fue él. Solía decirme "No pienso morirme sin tener una de estas pelotas, y una camiseta con botines, hasta voy a armar un equipo que lleve mi nombre, Ya vas a ver, voy a salir de esta tierra de mierda algún día, nó sé cómo, pero ya vas a ver..." y me miraba fijamente a los ojos mientras le culebreaba una enorme vena azul por el cuello. Aquel era el momento donde yo no osaba decirle nada. Esperaba que su cuello se calme, y entonces trataba de convencerlo que éste era nuestro futuro... Siempre pasaba lo mismo, y yo le decía nadie nos va a regalar nada de esto, no te enojes con la tierra... si hasta rico gusto tiene... mi papa dice que "es lo que nos toca a nosotros, que raspar áspero con las muelas es nuestro destino" Nacho, eso dice mi papa, le afirmaba tomándole el hombro con aire de buenos amigos. "Y... Si tu papa lo dice... tendremos que seguir fabricando las de trapo nomás..."decía levantando los hombros y dejando ver las palmas de sus manos. "Pero yo no voy a parar ¿entendés? No voy a parar..." me insistía; y cuando veía asomársele de nuevo la culebra, lo abrazaba como cuando veníamos de la escuela, y me lo llevaba diciéndole que tenía dos cancanes que mi mama me dio para él.
      Un medio día, no quiso pararse en la vidriera. Esto me pareció extraño, solo hasta que nos sentamos en el borde del canal, y me dijo que unos tipos le hicieron una propuesta para que él pueda tener su equipo de fútbol. Reparé diciéndole "¿¡qué propuesta!?". "No sé muy bien, pero me dijeron que prepare una pelota de trapo especial, única, para que todos los chicos del barrio vengan a jugar con mi pelota, hasta me dieron cancanes nuevos, y un par de medias de boca", concluyó mirando para otro lado, como si estuviera hablando solo...
         Aquella semana, no quiso pararse ni un día en el almacén. Yo ya no lo abrazaba para venir de la escuela porque corría para llegar a su casa. Todos me preguntaban por él después del almuerzo, en los partidos digo. Era como si obligadamente tuviese que saber qué le pasaba; es que se suponía que yo era su mejor amigo, claro. Así fue que aquel veinticuatro de mayo, fecha que jamás voy a olvidar, lo paré de un empujón en la puerta de la escuela. Como al otro día era feriado, seguramente me iban a atormentar de nuevo en la canchita. Entonces le dije "pará Nacho, tenemos que hablar, quiero saber qué te anda pasando, vamos al canal y me contás, te conozco Nacho". Y nos fuimos caminando despacio, pero sin abrazarnos, estaba como ausente... "¡qué te pasa mierda!" Le dije, para que reaccionara. Sacudió la cabeza y me miró. "Dale, nos sentemos acá nomás y te cuento", reparó al momento que ya se estaba sentando:
    -¿Qué te anda pasando Nacho? -le dije con vos firme.
    -Estoy trabajando duro en la pelota de trapo, no les puedo fallar...
    -¿a quién no les podés fallar?
    -A mis amigos.
    -¡Qué amigos! ¿¡Qué te pasa en los ojos!?
    -No me pasa nada, estoy cansado porque anoche dormí poco te dije.
    -¿¡Que amigos!? -Le insistí.
    -Los que te conté que me van a comprar un equipo a cambio de la mejor pelota de trapo del barrio...
    -¿y vos sabés quiénes son tus nuevos amigos?
    -Claro, son los que van en los recreos por el alambrado de la escuela, los que les quitan clientes al del quiosco...
    -Mirá Nacho, no entiendo muy bien, pero te voy a decir algo, los de tu equipo te necesitan para ganar un partido más, van a perder el campeonato si no venís mañana.
    -¡Claro!, deciles que mañana voy, y llevo la pelota nueva, que ni en pedo me la van a igualar, así que andáte, nos vemos a las diez.
       Si bien ya nos habíamos parado para irnos, había algo que no me quedaba muy claro... entonces tomé su hombro, y le dije: no te olvidés lo que me dijo mi papa: "Nosotros hemos nacido para masticar tierra y para comprarnos un equipo con el barro de nuestros cogotes"... el Nacho no quedó muy convencido parece, porque me gritó "¡andáte mierda!", y me fui cuando empecé a verle el cuello...
       Llegó el día esperado. Las finales del veinticinco de mayo. Obviamente esperé al Nacho a la orilla de la canchita, para que se saquen todas las dudas con él y no me atosiguen más. Ya eran las diez y diez y nada de Nacho. Hasta que me vinieron a buscar nomás. Rápidamente pensé alguna respuesta a lo que ya sabía que preguntarían: "¿y tu compañero, otra vez nos va a cagar?"; "No... miren..." empecé a decir, cuando de algún lado se escucho la voz del Nacho... "¡che! Paren un poco, ¿qué pasa con mi amigo?": Traía en sus manos una pelota que jamás nadie en el barrio había fabricado. Redonda como las de la vidriera del almacén, casi tan grande también, tenía tres colores de cancanes, y en el centro un cierre de pantalón "el cierre es un secreto que después les voy a contar" les dijo a los que pedían tenerla.
       No ganaron el campeonato del veinticinco, pero todos quedaron locos con la pelota de trapo. Después, cuando terminaban de almorzar, al primero que buscaban era a él; su pelota empezó a tomar fama. Un día aparecieron chicos de los otros callejones, y hasta algunas caras raras, que decían ser del otro vecindario. Yo, por supuesto, pasé a ser uno más, ya no era su amigo de verdad. Al final me convencí que parecía cierto lo de los amigos nuevos del Nacho, porque una tarde andaba estrenando una camiseta de argentina. Otro día, con pantalón y medias haciendo juego. Y el momento más importante fue cuando llegó con los botines... Parecía cierto lo de los nuevos amigos... Hasta que le conté a papá lo que estaba sucediendo con mi ex amigo incondicional. Le dije que si no me compraba un equipo iba a ir a ver a los tipos del alambrado de la escuela. Le aseguré que a cambio de una pelota de trapo te compran un equipo. Papá se acarició el mentón, esbozó unas palabras que no venían al caso, y me dijo que lo acompañe a la canchita porque quería conocer la "famosa pelota..." hizo unas comillas con los dedos, lo vi como enojado.
      Cuando llegamos, estaban todos amontonados. Hacía tiempo que venía notando que pasaban horas en el descampado pero casi no jugaban partidos. Porque me aburrí es que fui a mi casa a hablar con papá. Ya pisábamos la cancha y lo llamé al Nacho. Cuando vieron con quién venía yo, empezaron a correr despavoridos. Solo quedó mi amigo con la pelota en la mano. Estaba como desesperado queriendo cerrar el cierre. Aparentemente la había estado rellenando, porque fue lo que dijo un día: "el cierre es para rellenarla". Entonces papá lo llamó y le dijo "mostrame la pelota".
    -No puedo señor, porque la acabo de rellenar y ahora la voy a pisar para que se haga más redondita...
    -¿Cómo es que te hacen fabricar una pelota tan bonita a cambio de comprarte un equipo? -Preguntó papá frunciendo el ceño.
    -Sí, ¿le gustan los botines nuevos? -Dijo mientras la amasaba en círculos sobre el piso.
    -Claro, son muy lindos, pero la pelota, ¿la hiciste para vos también?, no entiendo Nacho, ¿me la mostrás ahora?
El Nacho paró lentamente los círculos, se agachó mirando para el otro lado, y, ni bien la tomó salió corriendo...
       Terminaron para mí los partidos del después de almuerzo. Papá siguió diciéndome, desde aquel día, que habíamos nacido para que nuestras muelas crujan.
Desde aquel día entendí que sólo los buenos amigos no te abandonan.
Desde aquel día pude ver que más valía la experiencia de los grandes que las efímeras ilusiones de los chicos.
    Desde aquel día supe que hay que conocer muy bien a alguien antes de decirse amigos.
Desde aquel día, entendí que no hay  que ser juez del destino, porque solo el destino marcó lo imposible de intuir en qué andaba el Nacho; que nunca más lo vi, a causa de desafiar el destino, de odiar la tierra donde la madre lo parió, de perder las pequeñas alegrías, esperando la gran felicidad, con una puta pelota de trapo, que apareció destripada, llena de sangre, en la puerta del almacén.
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Descripción

UNA TIERNA HISTORIA ENVUELTA EN LA NECESIDAD DE UN NIO POBRE QUE ES CAPAZ DE HACER CUALQUIER COSA PARA LOGRAR TENER LO QUE NO PUEDE COMPRAR: UNA PELOTA, BOTINES Y UNA CAMISETA DE FUTBOL.

Palabras Clave: texto pelota nios lukano fantasa arbol lapiz argentina

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasa


Derechos de Autor: SI


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ariel

bien bueno, me suena a la argentina de maradona, a la coca en la calles y esos hijos del rigor que crea, me gustaron algunas frases, pero odiar a la tierra donde lo pario la madre es una goya, pive.
felicitaciones por el premio
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June 18, 2010
 

gabriel falconi

excelente!!!!
felicitaciones por el premio
te dejo las estrellitas
Responder
September 25, 2009
 

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busy