EN LA PIEL DEL ASESINO...
Publicado en Feb 04, 2017
No pude evitar sonreír al mirar las manchas de "sangre" sobre la mesa, la había matado y no voy a negarlo lo estaba disfrutando, sé que suena cruel pero lo estaba disfrutando. Sí, disfrutaba su muerte pero disfrutaba aún más imaginando la cara de horror que pondría mi familia al verla, ya podía escuchar los gritos desesperados de todos.
¿Por qué lo hice? La verdad es que es inútil justificarme, no tengo un motivo, todo fue espontaneo, la vi y se me ocurrió que sería gracioso que alguien hallara su cuerpo, claro, no planeaba manchar la mesa pero me deje llevar por mis instintos y en vez de guiar a mi victima para otro lugar la golpeé allí mismo ¿Qué tal si sospechaba algo y lograba escapar? No podía arriesgarme. La golpeé con fuerza, con furia, y no me contente con hacerlo una vez ¡No! Al ver que seguía con vida volví a golpearla, no paso mucho tiempo antes de que dejara de moverse. El placer que sentí al ver su cadaver fue indescriptible, pude deshacerme del cuerpo pero no me contente con eso, como ya dije antes deseaba ver las caras de horror que pondrían al encontrarla, de manera que únicamente la moví para darle un toque teatral. La escena del crimen es igual a una obra de arte para una asesina como yo, todo debe estar en su lugar sino perdería el impacto. Deseché las pruebas rápidamente y como no había testigos subí al cuarto y traté de pensar en cualquier otra cosa, el corazón me palpitaba con fuerza, estaba muy ansiosa y un poco nerviosa, era la típica emoción del crimen, la adrenalina que te arrastra de nuevo. Sabía la hora a la que llegarían de manera que lo único que restaba por hacer era salir por la ventana diez minutos antes, dirigirme a la puerta de entrada y fingir que venía de la casa de una amiga. ¡Hasta yo me asombró de mi astucia! Vería el cadáver al mismo tiempo que todos y fingiría no saber nada, juraría no haber sido, juraría estar horrorizada y todos me creerían ¿Quién podría desconfiar de la tímida y dulce Meg? ¡Nadie! Aquel era el crimen perfecto… Pero mi plan se fue por la borda, los gritos que llegaron desde el comedor me anunciaron que por desgracia llegaron antes de lo previsto, me quede helada mientras la verdadera asesina corría hasta la habitación, temblando de pies a cabeza intenté cerrar la puerta pero ya era tarde, no lo conseguí y ella pudo entrar sin dificultades. Daba miedo con su rostro impregnado de furia, sus ojos destellando de ira y sus puños apretados. —¡¡ ¿QUÉ HACE ESA CUCARACHA SOBRE LA MESA?!! —Grito dos segundos antes de poner fin a la asesina que había en mí.
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Elvia Gonzalez
patricia amorin