No fue producto del alcohol
Publicado en Feb 12, 2017
Una copa, Dos, otra más. Bajas la guardia, dejas caer ese pequeño velo que te cubre rutinariamente, te vuelves mas risueña y sin darte cuenta te encuentras coqueteando, te das cuenta que el también te coquetea a ti. Otra copa. Ya no hay barreras. Te das cuenta, que es mas que simple coqueteo, lo ves y el te ve. Mientras la noche corre hablan, y en tu descuido hablaste de ti, de tus mas profundos temores, de tus planes y de lo que amas profundamente. Ríes cuando el te comenta que odia las películas de terror, tu corazón se encoje cuando el, sin vacilaciones ni ironía, te esta contando a ti, que te conoció hace solo unas horas, acerca de cómo su padre lo abandono siendo un niño. Otra copa, y tienen una disputa acerca de el odio que el siente hacia el café. Las palabras, las risas, y los sentimientos dan paso a la madrugada, con ella las miradas se intensifican, los cuerpos reducen su espacio entre ellos, las manos buscan el tacto y la conversación se profundiza, hablan del amor, de cómo los dos ansían sentirlo y se dan cuenta que no necesitan otra copa, que su afinidad no fue producto del alcohol, sino de ellos mismos.
Se buscan, se desean, y con la luna alumbrando su velada se besan. Esos besos conducen las caricias, y te encanto saber que el espero tu permiso para llevar su mano a tu cintura, te encanto que tus labios junto a los de el se movían en perfecta sincronía, reíste cuando notaste lo mucho que le gustaba que acariciaras su cabello, deliraste cuando te diste cuenta que a mitad de los besos que compartían el sonreía, y tu inconscientemente lo hacías con el. Te toco, en el sentido más inocente de la palabra, y también toco tu alma. Te estremeciste y sentiste terror, porque sabias que con la fantasía que los acompaño la noche, llegaría el sol. Un beso de despedida. Rápido. Fugaz. Sus labios haciendo presión en los tuyos. Hiciste tu camino a casa, para descubrir que no tenías sueño, para descubrirte deambulando por los pasillos. Pasaron los días. Te revolviste en la cama. Semanas. Dejaste desayunos a medio comer. Pensando. Esperando un mensaje de un número todavía desconocido. Esperando por el. Teniendo la esperanza de que esa afinidad que sentiste en aquel lugar, pudiera perdurar mucho más que solo por una madrugada. La cosa es, que la esperanza, a veces nos juega malas pasadas.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Valió la pena, hay que darle tiempo
Felicitaciones Valery
valery isabel
besos.
Dario pinzon
Vicente Arevalo
valery isabel