MatAme
 
                                                          Capitulo I 
 
Rodrigo y Ana, dos personas con vidas trágicas, que  ahora yacen en el lecho de muerte viéndose acorralados y sin esperanza, con las manos atadas a la espalda y un frio cañón en la nuca.
Ana con lágrimas en sus bellos ojos café obscuros, que ahora no pueden ver a Rodrigo por la pañoleta roja, que está atada a su cara y que su cabello obscuro ondulado cubre hasta su nariz; Ella solo puede decir a Rodrigo que lo odia con todo su corazón, quede de no ser por él, Juan no habría muerto en manos de “el tranquilo”.
Rodrigo solo puede apretar los dientes, hasta el punto en que ya le sangran las encías, y haciendo memoria del día en que su amigo murió; No pudo evitar pensar que esa noche fue en la que lo traiciono, con la que ahora le grita un ¡TE ODIO! Y a su mente llegaron el olor de la piel mojada de Ana y el sudor en sus labios y el sonido de un ventilador descompuesto en un motel barato del centro de la ciudad.
Un sujeto alto con gorra y pinta de pandillero mal encarado de jeans flojos y tenis, aun sostenía el arma calibre 45 sobre la cabeza de Ana mientras escuchaba reggaetón en unos audífonos rosa con un conejo blanco pegado a un auricular, cuando otro sujeto llega por detrás de él y le indica que es la hora de que el jefe hable con los ya muy golpeados Ana y Rodrigo.
Mientras son arrastrados de los brazos a través de un largo pasillo de azulejos color blanco hueso, Rodrigo va dejando una marca de sangre de quizá alguna herida que le propinaron sus captores; Al final de ese pasillo adornado con macetas de flores de diversos colores se encontraba un pórtico con la forma de dos caballos relinchando que al unir sus patas formaban el arco que dan paso a un imponente jardín de grama fresca y recién cortada que engalanaba una piscina de agua clara y cuyo extremo se encontraba “El tranquilo”, sujeto que vestía shorts color caqui y unos zapatos color café  una camiseta de centro blanca, vio como sacaban a Ana  de debajo del portal por lo que se puso en pie y se dirigió al encuentro, mientras tanto unos matones se entretenían juagando al futbol con el  cuerpo ya maltratado de Rodrigo.
Hola dijo el Tranquilo mientras levantaba la cara de Ana por los cabellos, pero cuando ella calculo que estaba a la altura del rostro de él, le escupió un diente que le habían aflojado a golpes días atrás, a lo que él respondió parándose y dándole una patada en el vientre y diciéndole – sabes ay alguien que quiere verte – y pego un grito con el nombre de “Margarita”.
Bajo una sombrilla grande de varios colores se encontraba recostada,  una mujer de esbelto cuerpo y cabellera negro azabache a la cintura, lucía un bikini de dos piezas de color negro satín sobre una piel morena tostada al sol; Que al levantarse de la silla sus piernas parecían de mármol, pero en reflejo en el agua de la piscina, se podía ver en la mano izquierda, una Beretta 9mm con una corredera dorada y empuñadura con forma de león en medio de unas suaves manos con pintura de uñas color rojo sangre.
Al acercarse Margarita a Ana con una expresión de desprecio, que se apreció mejor cuando de su rostro retiro unos lentes de sol, que dejaron ver unos ojos negros que parecían arder en llamas al ver el cuerpo ya casi moribundo de Ana que a duras penas podía siquiera estar de rodillas y con vos altanera pero dulce, como la de un ángel dijo: Quítenle la venda quiero ver a los ojos cuando muere esta perra.
Acto seguido los matones que sostenían a Ana retiraron la venda y con expresión de dolor entreabrió sus bellos ojos cafés, solo para ver el cañón dorado de la beretta que se acercaba a su cara, hasta que estuvo en su boca pero Ana permanecía desafiante y posando sus ojos en los de Margarita forcejeo, hasta que el cañón le fue retirado y sacándolo ya embarrado de sangre, Ana comenzó a reír a carcajadas como que hubiera perdido la razón, a lo un matón le siguió la risa y dijo –la perra se volvió loca, jefa mátela de una vez- a lo que Margarita contesto con un disparo en la frente del pobre imbécil y así una vez más Margarita hizo honor al apodo qué en el mundo del narcotráfico era muy reverenciado.
“Loca” grito Ana y era ese el apodo que Juan hermano de Ana y antiguo amor de Margarita le puso después del robo de un auto varios años antes de lo que ahora acontece, pero Margarita no reacciono muy bien a esta palabra, y con la cacha de la pistola dio un golpe a Ana, dejándola inconsciente sobre la grama junto a la piscina en aquel rancho privado sobre la carretera litoral junto a la playa.