MatAme
Publicado en Mar 06, 2017
CAPITULO II
Ana entreabrió sus ojos y ya no sintió ni la venda sobre su cara, ni las cuerdas en sus manos y pies, lo que si percibió fue lo terso de una sábana y bajo su cabeza una almohada, pensó por un instante que todo aquello fue una pesadilla y que estaba en su departamento descansando quizás después de una fiesta, pero el dolor de su muñeca al querer encender la luz de la lámpara que ella recordaba tener al lado de su cama la hizo sobresaltarse y empezar a tocarse todo el cuerpo y aun que sus ojos aún no se acostumbraban a la poca luz pudo palparse y sentir las hendiduras en la piel, pero sintió algo mas o más bien alguien más, era la espalda de Margarita, y cuando sus ojos se acostumbraron a la obscuridad pudo confirmarlo era ella, y Ana se dijo –¿qué hace está aquí? – intento lanzase de la cama pero la mano de Margarita la tomo por el brazo y le dijo –Cálmate y duérmete; de querer matarte ya estarías como abono- -¡y se supone que me alegre!- -baja la voz la gente está intentando dormir- -y cómo diablos quieres que me calme si mataste a mi hermano, me secuestraste y casi me matas en la piscina- -eso fue hace dos días ya deberías haberte calmado, además también de estar alegre de que no estés muerta, también está vivo tu novio si te interesa- -por mí que se muera, que se mueran todos, tú también maldita, como puedes siquiera dirigirme la palabra después de todo lo que hiciste- -¿y que hice que fue tan terrible? - -mate a un traidor y tome de rehén a su familia y de hecho también tendría que haberte matado, pero te amo como una hermana crecí contigo y por eso te e perdonado la vida pero no hagas que se me olvide- -debiste hacerlo, porque yo si te meteré una bala en medio de los ojos perra idiota, que acaso no tienes alma ni conciencia-dijo Ana con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. -para serte honesta no, ya hace rato que no siento nada por nada ni por nadie, tu nunca has matado a nadie no sabes lo que se siente, lo que pierdes, al ver a otra persona morir y cuando sus ojos pierden el brillo, yo no veo a la gente como tú la vez; después de aquel accidente en el que mate a la señora con el carro que robamos entre tu hermano y yo ya no veo del mismo modo a la gente algo de mí se perdió, -¿y cómo la vez?-dijo margarita con tono de burla. -te hare una pregunta ¿Cómo sabes que hay alguien en los cuerpos que vez caminar en la calle?-haciéndose un cola de caballo en el pelo. -¿cómo así?-dijo Ana cursándose de brazos -lo que oíste como sabes que alguien ahí, yo solo sé que yo estoy aquí no se los demás porque yo soy mi mundo y la verdad si la gente sufre o está feliz me da lo mismo- -pero apareciste tú de nuevo, de nuevo maldita sea, solo de verte me da gusto-agarrando a Ana de los brazos -¿Gusto?- -que estas idiota como te va a dar gusto verme si quieres matarme- -si es verdad, pero debo mantener mi figura de autoridad aquí, no sabes lo que es que la gente te obedezca por temor, debes mantenerlos atemorizados, si no el muerto eres tu- -pero no te debo explicaciones, te debo nada más la cortesía que ya te ofrecí y nada más- -y ahora que me voy caminando así nada más-dijo Ana tocando el pomo de la puerta del cuarto. -¡no!- -¡no puedes irte, no ahora, te necesito!- dijo margarita mientras se dirigía hacia una mesa de noche que estaba junto a la cama.
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