さようなら
Publicado en Mar 21, 2017
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Los atardeceres eran cada vez más profundos, más intensos, más rojos... Eran cada vez más constantes, también. Y en cada uno de ellos, tu recuerdo se perdía un poco. Escapaba, quizá, de la oscuridad de la noche, una tanto más intensa que los mismos atardeceres. Una noche profundamente mía.
A veces, al amanecer, tu imagen jugueteaba con mi cuerpo, con mis manos, mi pecho, mi mente, mis lágrimas... Nunca supe bien qué sentir, no sabía qué era ésto que ocurría. El no tener algo más que tu recuerdo era algo nuevo para mi. Y doloroso. Muy doloroso. El tiempo, sin embargo, me enseñó a llevarlo a cuestas. De vez en cuando, me crucificaba en él y me hundía en mi propio infierno, del cual no siempre resucitaba.
La vida, y la muerte, me llevaron por muchos caminos. Estoy seguro, de alguna extraña pero natural y conciente forma, que lo sabes. Fuiste testigo de ello como hoy de estas líneas. Testigo de las caidas y la pena autocomplaciente, de cada una de las notas que mis manos dictaban en ésta, que seguía siendo nuestra historia. Y sabes bien que no estuve solo, aún si así lo creí. A toda esa gente le agradezco por cargar mi cruz, una que era sólo mía, y por la cual pasó mucha gente. Algunos incluso se quedaron...
¿Dónde estamos ahora, preciosa? En éste momento, tu sabes... Se acerca el atardecer. Lo he esperado por mucho tiempo. Éste en particular, lo esperé con ansias, más que cualquier otro. He pensado en tí, verás. Te he estado viendo en mis memorias, y fuera de ellas. Y creo que fue lo correcto, ¿sabes? No para mi, sin duda, no así, al menos... Pero hiciste lo que tenías que hacer, y te respeto por ello. Ya no te odio. Ya no... Te admiro, aún si nunca lo dije. Aún si no lo puedes creer. Y sé, y sé también que sabes, que aquello que nacío en uno de esos atardeceres, no morirá jamás.
Veo muchos colores en el cielo. Al comienzo eran grises, sombríos, helados. Pero pronto fueron cambiando, en ambos lados del horizonte. Ha sido un atardecer lento, como nunca lo fue antes. Es un atardecer nuevo, con aire de amanecer. Con aire cálido, reconfortante. Un aire tranquilo, apasible. Delicado, como nosotros. Como tú. Y como yo. No temas, nada malo viene. No es la calma antes de la tormenta. La tormenta ya pasó...
Curioso, me parece, cómo el tiempo jugó conmigo, de forma tan particular como cruel. Y no fue capaz de enseñarme hasta hoy. Tu sabes, nunca fui un gran alumno, tampoco. He visto todo, y está bien. Estás bien. Estoy bien. Recuerdo tus ojos, y no te imaginas lo que deseo arrancarlos de mi mente y ponerlos enfrente mío. Tener por una última vez aquel lujo, aquella tan hermosa vista, aquella aventura, que son tus ojos. Pero ellos se fueron en un lejano atardecer de verano. Un rojo y profundo e intenso atardecer, como el de hoy.
Quiero que sepas que estuviste siempre en mi. Que aquel poema, que escribí tantos años antes de nacer, mi corazón aún lo recita. Que sí, es eterno. Y sé, sin importar lo que ocurra, que es igual en ti. Pero este atardecer, que tiene tu rostro impregnado en su brisa, me pide a gritos dejarte ir. Dejarme vivir... Ya no quiero éste cáliz. Su amargura me consumió mucho tiempo, y cada amanecer era un azote en mi alma. Quiero al fin, dejar vacía esa cruz que me persigue a donde vaya, donde mire, a quien mire. Y sé que es lo correcto. El aire, con tu voz, me lo dice. Me lo susurra gentilmente mientras repaso tu historia, tus vidas, tus memorias. Los colores en el cielo, en mi alma, me abrazan mientras lo hago. Sólo deseo que encuentres tu destino. Y yo el mío. Fue un gusto saber de tí en esta vida...
 Alguna vez me salvó tu llegada. Hoy sólo me salvará tu partida. Tu recuerdo se pierde en el atardecer y en la noche. Este cielo ya no es nuestro, aunque siempre lo será. Espero te encuentres. Espero hacer lo mismo. La lucha es ardua, sabes, y no termina nunca...
Ya casi no queda tiempo. Sólo encárgate de ser feliz, ¿está bien? Yo haré lo mismo. Sabes que me cuesta, pero nada es imposible. Soy prueba de ello. Lo que viene será difícil, pero estaré bien. No mires hacia atrás, nada bueno viene de ello. Sólo vete. Gracias por todo. Cuídate.
Adiós.
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Foto del autor Carlo Biondi
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Descripción

Adiós

Palabras Clave: Adiós sayonara carta atardecer amanecer noche día sol vida amor desamor muerte cruz ojos recuerdo partida olvido eterno

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Carlo Biondi

Derechos de Autor: Carlo Biondi


Comentarios (3)add comment
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Elvia Gonzalez

describes con tanta fuerza esa lucha interna del alma, la razón, el corazón, dejando al desnudo esos sentimientos que se explayaron en un dolor tan intenso, en esos atardeceres que intensifican el martirio, letras muy sentidas, gratas de leer, llega un momento que se debe decir basta, de lo contrario esta agonía te consume o te lleva directo al suicidio. felicitaciones. bien plasmado este dolor.
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March 22, 2017
 

Carlo Biondi

Gracias por sus palabras. Se cumple la idea, entonces. Saludos!
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March 26, 2017

Marìa Vallejo D.-


Una historia escrita con con la fuerza que regala el amor y el valor que brinda la razón para decir adiós. . Se quedan en mi retina todas las imágenes, esos atardeceres que para mí son melancolía pura . . .
Grato leerte, amigo Carlo
Te envío abrazo
Responder
March 21, 2017
 

Carlo Biondi

Gracias por sus palabras, saludos!
Responder
March 26, 2017

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