LAS LOCURAS DE AMALIA
Publicado en May 19, 2017
Amalia, una joven de 19 años de edad y con ideas un poco descabelladas, decidió vivir la vida de una manera muy particular, sin importar lo despiadada, inhumana e insolente que podría ser, pues para ella sería una aventura divertida y fantástica, sin importarle lo que dijera la sociedad ya que, las mujeres son vistas como seres amorosas, femeninas, delicadas, pacientes y afectuosas, mientras que al hombre se le ha visto como un ser rustico, despiadado y muy poco afectuoso.
Amalia, quien nació en una isla del pacifico colombiano, decidió conocer el país en toda su extensión al igual que su cultura y dejando a la vez un recuerdo en cada zona visitada. Por eso decidió emprender un largo viaje a cada región del país teniendo como idea principal dejar un hijo en cada sitio visitado. Aquella joven hija de unos humildes pescadores, quiso iniciar su recorrido por la región del caribe colombiano y para cumplir su cometido convenció a sus padres para que reunieran dinero y así viajar supuestamente a estudiar y poder darles una mejor vida a su familia. Con los ahorros que hicieron sus padres, viajó a la ciudad de Cartagena, donde después de conocer y estar un poco desorientada y sin saber que hacer se subió a un autobús, allí se encontró con un joven llamado Alberto, que inmediatamente lo atrajo por su belleza tropical, después de conversar un largo rato se enteró que el joven iba rumba a Maicao en la Guajira, pues Amalia sin titubear le suplicó que la llevara a conocer, agregándole que ella era una turista y quería ir a sitios diferentes a los ya acostumbrados, el joven aceptó la propuesta y se la llevó, al cabo de una semana se enamoró de ella y le propuso que se quedara a vivir juntos; al parecer el plan de Amalia estaba dando resultados, ella al escuchar la propuesta la aceptó de inmediato, pues recordó el plan que tenía. Después de vivir la pasión y el amor merecido la joven quedó embarazada, Alberto al enterarse le brindó todas las comodidades y quiso casarse con ella, pero ésta no aceptó, porque ya no quería estar en ese pueblo. Cuando ya el niño tenía tres meses de nacido, Amalia salió de la casa sin dar muchas explicaciones, se lo llevó a una vecina y le pidió que por favor se lo cuidara mientras hacía unas diligencias personales. De esta manera Amalia, conoció el Caribe Colombiano y dejó su primer hijo botado sin ninguna mortificación o remordimiento de madre, pues nunca más volvió a ese sitio como tampoco volvió a ver su hijo. Con los ahorros que tenían con su compañero sentimental supuestamente para comprar una casa, emprendió un nuevo viaje para la Región Andina, llegando así a la ciudad de Medellín, de la cual había escuchado hablar mucho, después de observar la belleza de la capital de la eterna primavera y recorrerla durante dos días, la abandonó dirigiéndose a la capital de la república, pero notó que el frío no era lo que ella deseaba así que, también abandonó Bogotá y partió a tierra caliente, su destino fue Honda en el departamento del Tolima, a pesar de que el calor era sofocante le gustó la forma de vida que llevaban sus habitantes además, durante el viaje se encontró con un señor de aproximadamente 55 años de edad con aspecto áspero, gordo, de bigotes desaliñados y de baja estatura; durante el trayecto el señor le contó todo sobre su vida en un santiamén, todo esto le llamó la atención a Amalia, pues era un señor de edad un poco avanzada y nada que ver con un galán de televisión, pero al fin y cabo era rico, sin hijos y viudo, gran suerte para ella. Este señor, sin conocer el pasado oscuro de Amalia le ofreció muy amablemente estadía en su casa, sin esperar nada a cambio y ella no escatimó detalles en aceptar y seguir con sus malas andanzas, luego recordó que ya tenía casi 21 años y era hora de tener su segundo hijo, un tolimense no queda nada mal… de manera que entabló amoríos con don José así se llamaba su segunda víctima, este le pidió matrimonio, pero desistió nuevamente, a los tres meses de vivir como rica con todos los lujos y comodidades, decidió quedar embarazada de don José, éste, al enterarse se puso muy feliz y la trataba como una reina y no la dejaba hacer nada que la esforzara o pusiera en riesgo el embarazo; pasado los 9 meses Amalia dio a luz un hermoso bebé que con la alegría que sintió don José, pasó a una mejor vida sin dejarlo disfrutar de su hijo , pues un fulminante paro cardíaco acabó con la vida de este hombre rico en dinero, pero pobre en salud. Con el fallecimiento del padre del niño, Amalia y su hijo quedaron con una muy buena fortuna, pero al pasar dos años ella empezó a notar que su hijo ya estaba creciendo y en una tarde nostálgica en la que escucha música romántica mientras descansaba en uno de los jardines de la casa, se le vino a la mente el recuerdo de aquel hijo que había dejado abandonado en la Guajira, debido a esto reaccionó muy bruscamente llamando a nana que tenía en la casa para que se llevara al niño, quien con su inocencia la acariciaba filialmente. Mientras organizaba maletas para continuar su recorrido, le pidió a la mujer que se encargaría de cuidar al niño y que la acompañara a un banco para y a una notaría, con el objetivo de hacer un traspaso de bienes y dinero, esta vez con la mentira de que haría un viaje largo y peligroso y no sabría cuál sería su destino, la señora un poco asustada accedió a sus pretensiones. Dejando a su otro hijo en compañía de aquella mujer, pero segura de que no le iba a faltar nada, decidió irse a un lugar lejano, así que esta vez fue a para a la costa pacífica, llegando a Bahía Solano, municipio costero perteneciente al departamento del chocó. En su tercer día de estar en esta selva húmeda quiso darse un paseo por la parte turística y pidió un acompañante para que le mostrara todos los al rededores del pueblo, con este joven negro tuvo un romance casual como ya los solía tener dicha mujer. Bastó solo una noche de intimidad que se multiplicó por tres, porque tres fueron los niños que parió; para ella lo de los tres niños fue una gran sorpresa, porque como estaban apartados y en una zona abandonada históricamente por el estado no tenía forma de hacerse tratamientos del embarazo; Amalia del susto que se llevó solo decía que se le había acabado la vida y que hasta allí llegaría su plan y que dejar botado un niño no era tanto problema, pero que ya dejar tres era algo insólito. Los niños ya tenían dos años y como ya era costumbre por parte de ella, empezaron a pasar por su mente una serie de pensamientos sobre si se iba quien cuidaría a sus niños, pero ella se las ingenió, así que con los ahorros que tenía de su anterior relación compró una casa y se llevó a vivir con ella una familia muy pobre de la cual se ganó su confianza y nuevamente decidió dejarlos botados con el compromiso de que les estaría mandando algo para el sustento de sus tres chocolaticos, como muy cariñosamente los llamaba. Decidió seguir su camino dirigiéndose esta vez a la hermosa llanura colombiana, llegando a Villavicencio, donde su estadía fue muy poca por la carestía en la ciudad, al seguir su destino fue a parar en el municipio de Aguazul, donde fue seducida por un joven de 17 años, aquel muchacho de apariencia mayor y quien le hacía los mandados fue una de las víctimas de aquella mujer despiadada. Un día, Amalia lo mandó a comprar licor y al regresar al joven lo incitó a que ingiriera alcohol con ella terminando esta situación en una faena sexual, pero debido a la experiencia que tenía aquella mujer y la malicia que la caracterizaba decidió revisar la cartera de aquel joven mientras él dormía, de esta manera se entera que es un menor de edad y le puede causar problemas legales, ella al notar esto lo despertó con un grito muy sonoro de decepción y empezó a gritarlo y decirle que por qué no le había dicho que era menor de edad, a lo que el joven le respondió que se calamara que no había nada de malo en eso y que por qué tanta preocupación, al escuchar dichas palabras se largó en llanto inconsolable, el joven al ver esto se disculpó y se fue cabizbajo, obviamente por la mente de Amalia pasó un remordimiento que la llevó a pensar que ese joven podría ser su hijo; Después de lo sucedido el joven siguió colaborándole con los mandados y al poco tiempo Amalia se sintió como siempre después de estar con un hombre… embarazada. Esta vez quiso abortar, pero recordó que era la oportunidad para tener una casanareña, pues esta vez tuvo una hermosa niña que fue arrebatada por los padres del joven a cambio de no ser denunciada por abuzo de menores, pues los abuelos de la niña estaban felices siempre habrían querido tener una niña, pero Dios solo les había dado un varoncito, entonces era como un regalo para ellos. El viaje que emprendió esta vez fue mu exótico, pues se dirigió al amazonas, al principio tuvo inconvenientes por el acceso a la zona, ella se arriesgó y viajó primero a Bogotá a tomar un vuelo directo hasta Leticia, estando en el sitio se maravillada por tanta flora y fauna y los paisajes naturales de nuestra tierra. En un día de paseo fue hasta una vereda limítrofe con Brasil, allí se sintió atraída por un indígena de la zona quien le dio chicha y la sedujo, en esta ocasión pensó que sería una relación diferente a todas las demás, ya que le tocó adentrarse a la selva, pintar su cuerpo y aprender la lengua de los nativos. Con este hombre se demoró más tiempo para procrear, debido a las condiciones exigidas por los miembros de la tribu. Pasado ya algún tiempo y haber aprendido la cultura quedó embarazada y dio a luz nuevamente un niño que la llevó a mirar la vida de otra manera, porque en la tribu aprendió a valorar la tierra y la vida y la importancia que tiene la familia, el amor que necesitan los hijos y los padres, esto la llevó a recordar todo lo que había hecho y reflexionar poco a poco en su interior, así que decidió viajar a la isla que la vio nacer y de donde nunca debió haber salido, con tan mala suerte que ya sus padres no estaban, pues habían hecho un viaje sin regreso en altamar, una tormenta les hundió la embarcación sin tener quien los socorriera. Amalia ya tenía 38 años, y había vivido más de lo normal, ya se sentía cansada y sin ganas de vivir, cada vez que veía a sus sobrinos correr por la playa recodaba insistentemente sus hijos, así que un día donde el arcoíris combinaba con un hermoso atardecer y parecía tomarse el agua desde lo más lejano del firmamento, decidió acercarse a él poco a poco sumergiéndose en el mar como una barco en pleno hundimiento hasta entregar su vida a las profundidades del océano y sin saber el destino que tuvieron sus hijos.
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