AGUJAS ENTRE OJOS
Publicado en May 20, 2017
Aquel lunes 25 de abril, fue un día que tornaba diferente a todos los demás, donde ya la vida de Mateo empezaba a tomar sentido, identificando como dicen los mayores lo bueno y lo malo y hasta lo mágico que podría ser este mundo. En ese día, muy de madrugada sus padres salieron a trabajar la tierra como ya era costumbre y se quedó en compañía de sus 3 hermanos Paulo, Juancho y Rosaura la menor, la consentida de todos y la más linda de todo el pueblo, pues tenía un rostro angelical y un cuerpo armonioso para el futuro, tanto así que la abuela decía que iba a ser reina, su simpatía hacía que fuera la niña mimada de los tíos y de todos en general, pero todo empezó a empañarse ese maldito primer día de la semana del cuarto mes del año; día maldito, maldito día que fue guiado por el diablo o por no se sabe quién, donde aparecieron de la nada una cantidad de personas que Mateo al mirarlos sentía que lo estuvieran castigando con sus miradas, esos ojos les brillaban como un gato negro en la oscuridad y furioso queriendo atrapar su presa y sonreían de una forma inusual causándole miedo. Una señora del pueblo, al notar el pánico que sentía Mateo le pidió al niño que se entrara y cerrara la puerta con seguro, a lo que Mateo le respondió que dentro de un ratico lo haría, pues mientras la señora le hablaba y seguía su camino él miraba a otra que estaba mirándolo fijamente a él, aquella mujer tenía aspecto de bruja, los ojos se le salían de la cara y se movían solos, en su espalda se veían alas y su boca hacía juego con la nariz y se convertían en un gran pico que parecían una flecha esperando cazar su presa. Mientras que Mateo, huía de aquella mujer extraña por una de las puestas de la casa, la niña mimada, Rosaura se quedó sentada en la puerta que daba al costado izquierdo de la calle, su ingenuidad no le permitía pensar en cosas raras sobre sobre esa gente, pero Mateo si sospechaba de que esa gente no era de confiar, pues recordó que su madre antes de irse al trabajo, le había dicho que no salieran a la calle ni que abrieran la puerta cuando llegaran personas de otros pueblos, recuerden que no son de confiar. Precisamente, al terminar de evocar lo dicho por parte de la madre, Mateo hizo entrar a su hermana, pero ya en la tarde como a eso de las 6 la hermana empezó a botar lombrices por todos los poros y a blanquear los ojos como si estuviera agonizando o tuviese un ataque epiléptico, mientras pasaba esto la mamá que hacía poco había llegado, empezó a llorar desesperadamente y mover a Rosaura como si la fuera a desarmar por sacarle algo de adentro, Mateo estaba que se moría del susto y empezó decir lo que había pasado en la mañana cuando ella no estaba; madreee, lo que pasa es que vinieron la gente del pueblo de abajo a un sepelio y una señora que se convirtió en un pájaro frente a mi hermana se quedó mirándola fijamente y desde ahí mi hermana empezó a tener fiebre y sentirse mal. la mamá de Mateo sonrió un poco en medio de su desesperación y le respondió; no hijo, eso no puede pasar las personas no se convierten en animales, Mateo le respondió que si podía pasar eso porque él había visto a la señora, al escuchar esas palabras y en el medio del llanto inconsolable abrazó muy fuerte a Mateo y le dijo; si es cierto hijo todos esos son unos animales, al terminar esas palabras se escuchó un grito que se veía venir desde lo más profundo de las entrañas de la abuela. Noooooo, no puede ser, se murió la niñaaa, Juancho el hermano mayor al escuchar la noticia entró en pánico y se desmayó una y otra vez, Mateo se volvió inconsolable y empezó a correr como loco por todas partes. Ya en la noche la niña fue velada en la casa, bajo los comentarios de la gente, quienes insistían que todo había pasado por dejar solos a los niños en la casa, sin el cuidado de una persona mayor. Al día siguiente, en la mañana y a la hora del entierro había muchas preocupaciones por parte de todos los padres de familia del pueblo tratando de buscar alternativas para el cuidado de sus hijos cuando ellos no estuvieran en casa y llegaran las personas del pueblo de abajo. Mateo se imaginaba que esa gente provenían de un pueblo donde todos sus habitantes, en vez de caminar volaban, en vez de vestir ropa se cubrían con plumas y que cuando salían de su pueblo lo hacían para buscar sus nuevas víctimas, victimas que tenían fichadas en el pueblo, pues a los 5 días volvieron y consiguieron que nadie les abría las puertas de sus casas, pero al finalizar el día resultó una niña con los mismos síntomas de la hermana de Mateo y cuya muerte fue al instante. Mateo decidió ir esa noche al velorio de aquella niña, pues quería comprobar algo que había escuchado decir a algunos ancianos del pueblo, sobre lo que había que hacer para que murieran las personas que le habían hecho eso a las niñas; el abuelo decía que aunque era algo peligroso era efectivo, al morir los niños se compra una aguja nueva o alfiler y se le pincha uno de los ojos al niño. Mateo le contó esto a doña Concha la curandera del pueblo, con el objetivo de que ella realizara la acción, pero ella no le creyó y lo miró como un niño insolente e inquieto que decía bobadas, al pasar 10 minutos doña Concha lo llamó a solas y le dijo que las cosas no se dicen delante mucha gente, y que si le había creído, pero que le explicara nuevamente el proceso. Mateo al escuchar que ella si le creía se sintió muy contento y emocionado, fue tanta la emoción que el pequeño no podía hablar bien a lo cual ella le dio un vaso de agua para que se calmara, cuando ya el muchacho estaba un poco calmado y ya habiendo contado todo, le solicitó a Mateo que fuera él quien realizara el hechizo, a lo cual Mateo respondió que no era capaz de hacerlo, pues era muy miedoso y no creía que lo dejaran acercar a la niña; Concha al escuchar esto decidió que ella haría el trabajo y le pidió que por favor le guardara el secreto. Llegado el momento los dos se acercaron y ella disimuladamente, le preguntó que si alguien los estaba observando, él respondió con un no agudo, ella les dio a entender a todos los acompañantes que la niña tenía la cabeza un poco torcida y que trataría de enderezársela, por eso debería estar sola y cuando la gente se descuidó sacó de sus senos una aguja y chuzó el ojo izquierdo de la niña, al pasar esto se fue la luz, empezó a llover a cantaros acompañados de relámpagos y truenos que a todos los presentes los aturdió, ésto duró solo 5 minutos y las personas del recinto permanecieron calladas y como si estuvieran embobadas, solo Mateo y doña Concha entendían lo que pasaba realmente. Al final, doña concha le hizo una señal a Mateo moviendo las manos en sip sap avisándole que ya todo estaba listo, y solo le quedó la preocupación a los dos, de que si realmente la señora del plumaje y el gran pico, moriría al día siguiente de haber llevado a cabo esta hazaña.
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